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Una clara hoja de ruta

Por: Pablo Correa | Publicado: Viernes 22 de mayo de 2015 a las 04:00 hrs.
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Muchas eran las expectativas respecto del contenido de la cuenta pública de ayer. Probablemente la mayor duda era si iba a ser una continuación del "giro al centro", implícito en los últimos cambios ministeriales o no. La presidenta fue sumamente clara en eliminar cualquier posibilidad de lo anterior.

Este es un gobierno que busca cambiar el rol del Estado, y no oculta esta intención. Esta es la hoja de ruta que señaló en forma clara en su programa de gobierno (que no es comparable al de su anterior mandato), y ha sido el denominador común de sus más emblemáticos proyectos de ley, y leit motiv de ese término genérico instalado, al que nos referimos como "las reformas".

Como pocos, este gobierno ha sido fiel a su programa. Y el punto central de éste es redefinir el rol del Estado hacia uno que sea un real "garante de derechos sociales". El objetivo es terminar con las desigualdades, y la herramienta elegida es el Estado. Para lo anterior, es necesario cambiar la institucionalidad, el fondo y la forma del funcionamiento del mismo. Quienes esperaban que en esta cuenta pública el gobierno echara pie atrás a lo avanzado en su primer año de mandato, deberán seguir esperando.

Es cierto que a diferencia de 2014, dentro del discurso presidencial la mención respecto a la necesidad de contar con un crecimiento estable y sostenido estuvo presente, pero no se hizo mención a nuevas medidas para recuperar la capacidad perdida de expansión de nuestra economía. Una razón pudo ser el no contar con un diagnóstico más crítico sobre las razones de la desaceleración (o no querer aceptarlo).

Seguir insistiendo en un shock externo desde fines de 2012 (cuando la economía crecía sobre el 5% y las exportaciones netas restaban más de 3% de crecimiento) es negar que lo que hoy vivimos es una crisis autogenerada, totalmente interna, y cuya razón es un cambio histórico en tal vez la más importante "regla del juego", que es el rol del Estado. Este papel se refleja, por ejemplo , en la expansión sobre el 10% del gasto en el primer trimestre, explicando una parte fundamental de los ya marchitos "brotes verdes".

Los objetivos de la presidenta son loables y nadie podría negarse de ello: justicia, inclusión, crecimiento. Y es totalmente cierto que vivimos un punto de inflexión en nuestra historia republicana, cuando al mismo tiempo se conjuga un sentimiento de urgencia por parte de los líderes políticos que se enfrentan a una sociedad civil desconfiada, a veces apática y muchas otras brutalmente violenta.

El camino elegido para realizar esos cambios no será diferente. No hay giro al centro, y el espíritu de las reformas no ha variado. Un ejemplo de ello es el proceso constituyente, donde se quiere mezclar agua y aceite: participación ciudadana basal en el marco de una democracia representativa donde no es claro el rol que esos mismos delegados tendrán. Lamentablemente, es difícil y utópico pensar que Chile dejará de contar con un Estado asistencialista, como bien lo definió ayer la presidenta, si es que el camino elegido sólo tiende a reforzarlo.

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