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Víctor Hugo Puchi tras AquaChile: “No, jubilar, yo no. Que a lo mejor tenga un tranco más lento, puede ser”

Víctor Hugo Puchi cuenta los detalles inéditos de la venta de AquaChile a Agrosuper, los beneficios que la industria ha generado para el país y las dificultades que debieron sortear los pioneros del sector.

Por: José Troncoso Ostornol / fotos Julio Castro | Publicado: Lunes 12 de noviembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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"No, jubilar, yo no. Que a lo mejor vaya a andar a un tranco más lento puede ser".

Víctor Hugo Puchi (66 años, casado, cuatro hijos) es uno de los principales referentes de la industria salmonera en Chile. Hace 30 años que apostó por este negocio, pero ahora se prepara para dar un paso al costado, luego de acordar la venta de la empresa AquaChile a Agrosuper, operación por la que Inversiones Patagonia recibirá más de US$ 280 millones, si la operación es aprobada por la Fiscalía Nacional Económica.

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"Cuando uno ha acumulado experiencia tiene un deber con la sociedad. Yo me siento orgulloso de nuestro aporte y destaco siempre el rol social del empresariado", dice Puchi, nacido y criado en Cochrane, estudió en una escuela rural, luego en el Colegio San Felipe de una congregación Italiana y posteriormente ganó una beca AFS para completar sus estudios secundarios en EEUU. A su regreso optó por Ingeniería Comercial en la U. Católica y a comienzos de los años '80, realizó un postgrado en Finanzas en Chicago.

"Espero gozar más la vida, quedando con más tiempo para desarrollar aquellas actividades que sin ser tan rentables, producen satisfacción y felicidad", insiste sobre su futuro.

La lista de ideas en bien amplia y variada, como levantar un Museo de Carpintería junto a su hijo en Puerto Octay, instalar una viña chica -"para no perder tanta plata", dice- y desarrollar instalaciones turísticas en la Patagonia, en donde el lujo sea el paisaje único del sur de Chile, recalca.

"Siempre voy a tener mi corazón puesto en los salmones porque esta industria, más allá de ser un negocio, continuará siendo una fuente de progreso y trabajo para nuestra gente", destaca el empresario, el mismo que defendió y lideró la oposición a la construcción de los proyectos Alumisa e HidroAysén, este último de propiedad de Endesa España (hoy Enel) y Colbún (ligada al grupo Matte); proyectos que –dice- afortunadamente no se realizaron. Destaca en esto el apoyo permanente de su amigo Carlos Vial, otro salmonero de Aysén.

- ¿Usted se considera el pionero en la industria salmonera en Chile?

- Pionero sí, el único pionero no, ya que fuimos muchos los que partimos en 1987 y 1988; la mayoría con mucha formación profesional y sobretodo ganas de emprender, pero con poco capital. Creímos en el mensaje que daba el gobierno de aquel entonces, de que Chile tenía que recuperar su economía sobre la base de exportar y buscar aquellas áreas donde tuviera claras ventajas competitivas.

Los japoneses

- ¿Quién fue el que dijo que el salmón se da muy bien en el sur de Chile?

- Yo creo que los primeros fueron los japoneses, que en los años '70 iniciaron las investigaciones para ver cómo producir salmón en Chiloé y Aysén. En esa época se formaron los primeros expertos chilenos en salmón, quienes viajaron en varias oportunidades a trabajar a Japón y aprender de ellos.

- ¿Cómo conoció este negocio?

- Fue casual, porque mi hermano Mario junto con Pablo Aguilera fueron dos de los cinco profesionales becados por Japón. Inicialmente trabajaban en el SAG y luego en Sernapesca. Fueron los primeros pasos fundacionales de aprendizaje y formación de capital humano especializado en salmón, donde también participaron Rodolfo Aguirrebeña, Tito Novoa y Gustavo Araya, quienes formaron el equipo inicial de la industria.

- ¿Cómo se financió todo eso?

- Al comienzo con fondos regionales y con el aporte de Japón a través de su agencia tecnológica Jica; esto hoy poca gente lo recuerda.

Puchi se da un tiempo y explica: "Los salmones y truchas fueron introducidos al país a comienzos del siglo pasado por la empresaria doña Isidora Goyenechea desde Argentina, formando la primera piscicultura en la zona de Los Andes, siendo los primeros intentos de traer diversificación de especies a los diversos recursos de agua de Chile". Agrega que, posteriormente, Japón dio un nuevo impulso en los años '70 y '80 desarrollando el cultivo de salmón en Chile.

A principios de los años '80, siguió la producción salmonera en el país mediante jaulas flotantes, de la mano de la en ese entonces empresa escocesa Marine Harvest y la chilena Mares Australes, a donde habían llegado a trabajar Mario Puchi y Pablo Aguilera, tras su paso por el servicio público.

Luego de una destacada carrera profesional, y pasar por grandes compañías como Inforsa e Iansa, Víctor Hugo Puchi gozaba de una buena posición al interior del grupo Quiñenco, ligada a los Luksic. Hasta que en 1988, en un viaje de vacaciones a la casa de Mario en Frutillar, les propone la idea a él y a Pablo: "Les dije: ustedes son los que saben del negocio. Juntemos plata y hagámoslo nosotros. Y eso hicimos. Fue un tremendo desafío, casi irresponsable", recuerda Víctor Hugo.

"Partimos con US$ 80 mil entre los tres socios y poco más de US$ 200 mil dólares que nos prestó el Banco Concepción", añade.

- ¿A los cuántos años empezaron a ganar plata?

- Yo creo que al primer año.

- Eso se da pocas veces.

-Se da muchas, pero no se cuenta.

A los seis meses de iniciada la empresa, los socios duplicaron la biomasa en cultivo tras comprar las operaciones de una firma noruega que estaba en problemas financieros y, dos años después, concretan la adquisición de Pesquera Antares. Rápidamente tomaron un tamaño relevante. En 1999 llegó la fusión con Salmones Pacífico Sur, de propiedad de la familia Fischer.

"Tras la acusación de dumping en EEUU, tomamos la decisión con Claudio y Humberto de formar una sola empresa que hiciera todo el proceso productivo", recuerda Puchi.

Oportunidades de compra

Pese al rápido crecimiento, los socios siguieron buscando opciones de compra para ganar posición en el exterior. Así fue como participaron en el proceso de venta de Marine Harvest. "Eso nos dio acceso a valiosa información y nos dimos cuenta de que los costos de producción, tanto en Escocia como en Chile del actor más importante del mundo estaban muy por sobre los nuestros, entonces, le perdimos el miedo a los grandes. Y dijimos: nosotros somos competitivos y podemos crecer", recuerda.

- Esa información les permitió conocer a fondo la industria...

- En esa misma época había una compañía que se llamaba Heritage, en Canadá, que entró en problemas y también nos invitaron a participar en la compra. Pasamos una semana en Toronto y dijimos: nosotros podemos hacerlo más competitivo y más barato en Chile. Pero nuevamente obtuvimos mucha información y nos sirvió para saber que lo estábamos haciendo bien. En el mundo de los negocios, la confianza en lo que uno está haciendo es determinante para dar pasos, para atreverse. La confianza es la fuente de energía para crecer y emprender.

En 2007 llegó la propuesta de la noruega Cermaq, que ofreció más de US$ 1.000 millones por AquaChile.

"Esto fue seis meses antes del virus ISA. Obviamente que si hubiéramos tenido un diagnóstico de lo que iba a ser la industria, no habríamos seguido y hubiéramos vendido", dice Puchi.
"Ahí ocurrió otro fenómeno que lo destaco siempre: con el ISA la gente apreció laboralmente lo que tenía cuando súbitamente enfrentamos el desempleo masivo de nuestra gente, teniendo que partir de nuevo con muchas limitaciones financieras", añade.

- Ahí le tocó negociar con la banca...

- A mí me tocó, en 2009, junto a otros salmoneros como Martín Borda y Mario Montanari defender la viabilidad económica de la industria y aguantar y administrar la presión de la banca, que había perdido confianza en el sector.

Lideramos la solución financiera junto a la banca y siento un tremendo orgullo de lo logrado, porque en esa época los asesores de los bancos nos daban 20 años para recuperarnos, pero nos tomó sólo un año y medio el levantar un capital de US$ 400 millones que permitió el rebrote de Aquachile.

- Siempre se dijo que el Bice fue el más duro...

- Nos demandó y nos requirió de pago. Fue parte de los costos de mi oposición a HidroAysén.

- ¿Usted cree que los Matte, dueños del Bice, actuaron así por HidroAysen?

- Qué duda cabe.

Puchi recuerda al detalle la evolución de la crisis: los bancos querían todas las acciones y activos en garantía, "a lo que nos negamos rotundamente", dice.

"Sin embargo, se requería el apoyo de la banca para evitar la quiebra, para lo cual propusimos un acuerdo judicial preventivo, evitando enfrentar una calificación de la quiebra, situación que no merecíamos", rememora.

Y añade: "Le planteamos a los bancos no tener ninguna responsabilidad en la emergencia de una plaga de origen biológico, y teníamos que tener la oportunidad de reconstruir nuestra industria sobre la base de crear una regulación más eficiente y moderna que nos protegiera de la situaciones que nos tocó enfrentar".

La compañía llegó a presentar en Puerto Montt una petición de convenio judicial preventivo para evitar su quiebra, tras lo cual la empresa logró acordar con la banca un acuerdo exitoso con todos sus acreedores.

"Fue un tremendo aprendizaje. Lo único que habíamos hecho fue defender nuestra compañía y nuestra industria frente a un fenómeno biológico de una plaga imposible de controlar por la falta de una regulación eficiente", destaca Puchi.

- ¿Habló alguna vez con Bernardo o Eliodoro Matte?

- No, he tenido varios encuentros con Bernardo Larraín y creo que él representa un ejemplo de una nueva generación empresarial que trata los temas que a mí me tocó vivir de forma distinta.

- ¿Qué le dijo Bernardo Larraín?

- Creo que él está consciente de lo que pasó, y es parte del aprendizaje que todos hemos tenido que hacer. La crisis que le tocó enfrentar a CMPC por la colusión del papel confort tiene que haber sido un punto de inflexión importante dentro del grupo que marca la razón para cuidar de mejor manera la reputación empresarial, situación que por lo demás se extiende a todo el empresariado.

Puchi da vuelta la página. Tras lograr la reorganización financiera y con recursos frescos tras debutar en bolsa, AquaChile retomó sus planes de expansión. Tanto, que en 2015 estuvo a punto de fusionarse con la noruega Marine Harvest, lo que finalmente se desechó luego que las partes no llegaran a acuerdo.

El empresario dice que estudiaron y analizaron otros intentos de consolidación en la industria, que prefiere mantener en reserva, hasta que llegó la oferta de Agrosuper, con lo que AquaChile pasará a ser parte del grupo de Gonzalo Vial. "Que haya una empresa chilena de este tamaño va a ayudar mucho a resguardar la salud sanitaria de la industria", destaca.

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"La realidad que hay que difundir"

Víctor Hugo Puchi dice que la industria salmonera debe comunicar sus logros sociales, de empleo y su tremendo aporte a la buena imagen de Chile en los mercados de alimento en el mundo. "Tenemos que difundir mejor las cosas que ocurren en nuestro país, no sólo los aspectos malos, sino también los buenos, que son la mayoría; contar la historia completa ya que nuestra industria ha logrado atraer a numerosos profesionales y técnicos de distintas áreas, produciendo un cambio social y económico en las regiones australes de Chile, lo que sin duda es un cambio positivo en la calidad de vida de nuestra gente del sur", destaca. Y añade: "En nuestro caso, nunca divulgamos la compra de la empresa Noruega del área de la salud animal, Pharmaq, hace unos 15 años atrás. Fue una experiencia que generó un tremendo valor para la industria mundial en el desarrollo de vacunas para proteger la salud de los peces; luego esa experiencia se extendió a Centrovet, empresa de capitales chilenos de la misma área de salud animal. Es un ejemplo de cómo la industria ha participado activamente en áreas de alta tecnología, de inversión, investigación y desarrollo".
- Pero también está la parte negativa de la industria salmonera, como playas contaminadas con boyas y jaulas...
- En esta área no tengo nada más que decir que es una tremenda falencia que tenemos que enfrentar. Creo es una urgente necesidad en donde hay que hacer un esfuerzo colectivo y ojalá legalmente obligatorio, destinando por ejemplo un porcentaje del pago de patentes por las concesiones a la recolección sistemática y periódica de basura.
- ¿Y sobre el uso de antibióticos?
- Cumplimos extrictamente con las normas de cada uno de los países donde exportamos salmón, eso es para sentirse orgulloso, pero desde el punto de vista de imagen pública aparecemos con una mala imagen, entonces, como país debemos defender nuestras políticas de protección de imagen país y no caer en la trampa del juicio apresurado.
Desde hace 12 años Sernapesca implementó sistemas de certificación y sólo han existido cuatro hallazgos de trazas en el producto final, esto entre los millones de toneladas exportadas a 42 paises del mundo. Esta es la realidad dura que hay que difundir con orgullo. Aun así hay espacio para seguir mejorando.

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