Entre Códigos

Capital de riesgo impulsa crecimiento del estudio más grande del mundo

Kirkland & Ellis se convirtió en un coloso gracias a un cambio en su modelo de negocios.

Por: | Publicado: Lunes 17 de junio de 2019 a las 04:00 hrs.
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Cuando Jeff Hammes se puso al mando de un estudio de abogados de Chicago llamado Kirkland & Ellis en 2010 con el objetivo de convertirlo en uno de los mejores del mundo, pocos pensaban que tendría éxito. Durante décadas, los abogados jóvenes y ambiciosos que querían tener una carrera profesional lucrativa y prestigiosa se iban a trabajar a los principales bufetes neoyorquinos de larga tradición, debido a los casos que les encargaban los bancos de Wall Street y las firmas del Fortune 500.

Hammes entró en Kirkland cuando a la oficina se le consideraba un especialista en litigios judiciales de empresas. Uno de sus abogados era Kenneth Starr, el fiscal general que investigó a Bill Clinton en el caso Lewinsky.

En las fusiones y adquisiciones empresariales que generan muchos ingresos, Kirkland ocupaba una posición irrelevante. Uno de sus socios explica que “se le consideraba un buen estudio de litigios de Chicago con un nivel medio en el campo del capital riesgo, pero nadie lo tomaba en serio en Wall Street”.

Cambio en el modelo de negocios

Ahora sí lo hacen. Gracias al crecimiento espectacular del capital riesgo, a un proceso agresivo de contratación de excelentes abogados y, sobre todo, a un modelo de negocio que se asemeja al de un banco de inversión independiente, Kirkland se ha convertido en la firma legal con mayores ingresos del mundo: US$ 3.700 millones en 2018, casi un 20% más que en 2017 y más de un 130% que cuando Hammes tomó el control. 

En segundo lugar figura el bufete estadounidense Latham & Watkins, con unos ingresos de 3.017 millones de euros en 2018. Las mayores firmas globales, como Baker McKenzie (2.573 millones de euros) o DLA Piper (2.485 millones de euros), tienen unos ingresos elevados, pero son mucho menos rentables, mientras que el volumen de negocio anual de los bufetes de elite del Magic Circle de Reino Unido, como Clifford Chance, es de unos 1.775 millones de euros.

Los 430 socios de capital riesgo de Kirkland ganaron, de media, más de 4,4 millones de euros en 2018, sólo por detrás de los del despacho especializado en empresas Wachtell, Lipton, Rosen & Katz. Los socios de los principales bufetes de la City de Londres ganan mucho menos dinero.

Este aumento refleja el cambio en el equilibrio de poder en el mundo financiero desde la crisis. Los bancos de inversión han sido eclipsados por las empresas de capital riesgo, que tienen cientos de miles de millones en fondos de inversión. Kirkland prosperó porque se dio cuenta de la situación y entró de lleno en este sector. Un socio estadounidense del bufete afirma que "el capital riesgo tiene mucho dinero y genera una gran demanda de servicios legales muy diversos".

Abogados actuales y anteriores de Kirkland, clientes y otras personas cercanas a la firma señalan que tiene una actitud implacable, incluso despiadada, para cumplir su objetivo de crecer, una ética de trabajo fenomenal y un deseo de poner fin a las jerarquías establecidas que cambian lentamente. Pero las cuestiones son si su racha ganadora podrá continuar, si sus clientes de capital riesgo seguirán prosperando y si podrá sobrevivir a largo plazo con una cultura tan dura.

Hammes, que dejará su cargo el año que viene para ser reemplazado por Jon Ballis, entró en Kirkland en 1985, en un momento en que la gran mayoría de los ingresos del bufete los generaban los litigios judiciales. Hace diez años, estos casos representaban más o menos el 50% y las operaciones empresariales como fusiones y adquisiciones, el otro 50%. Hoy en día, estas últimas generan el 75%.

Operaciones importantes

Para cumplir el objetivo de que Kirkland fuera un bufete muy importante, Hammes contrató a abogados de renombre. Uno de ellos fue David Fox, un especialista en fusiones y adquisiciones de empresas cotizadas que entró en el bufete en 2009 junto con Daniel Wolf. Según un socio, "la contratación de David Fox y Daniel Wolf hizo saber a Wall Street que Kirkland quería entrar de lleno en el campo de las operaciones empresariales y mejoró nuestra imagen de marca. Eso facilitó el fichaje de otros abogados famosos".

Esta estrategia de contratación y los ingresos y beneficios resultantes permitieron a Kirkland entrar en el mundo de las grandes fusiones y adquisiciones. En 2009, la firma ocupaba el puesto 90 en la lista mundial global en esta área. Hoy, encabeza casi todas las clasificaciones de este campo. Los escépticos se preguntan cómo se las arreglará Kirkland si acaba el auge del capital riesgo. Algunos expertos han advertido de que el sector está muy endeudado y que existe la posibilidad de que se hunda. Pero desde el despacho parecen tranquilos. Creen que mientras haya apetito por comprar y vender empresas habrá demanda de servicios legales de alta calidad.

Los ingresos por litigios judiciales han crecido menos, pero siguen siendo una parte esencial del negocio de la firma. También ha reforzado su posición en el asesoramiento a empresas en dificultades financieras o que se enfrentan a la quiebra aprovechando sus relaciones con el capital riesgo.

Para atraer a los mejores abogados, Kirkland usó como argumento la rigidez estructural de sus rivales más tradicionales. Un número cada vez menor, pero aún significativo, de bufetes de élite remunera a sus socios de capital en base a un modelo en fila india. En términos generales, esto significa que todos los socios en su primer año ganan lo mismo, en su segundo año también, y así sucesivamente a lo largo del escalafón, sin importar cuánto dinero generen para el bufete.

Kirkland buscó abogados prometedores de entre 35 y 40 años de edad que estaban en la parte inferior de esta escala. El atractivo era el dinero que ofrecía y otro era un nivel de autonomía casi sin precedentes. Un exsocio de Kirkland señala que "puedes hacer lo que quieras, pero si fracasas tienes que enfrentarte a las consecuencias". Dado que el comité ejecutivo toma todas las decisiones estratégicas clave, muy pocos socios tienen que ocuparse de tareas de gestión.

La firma asciende a sus abogados a la categoría de socios al cabo de seis años, al menos dos años antes que la mayoría de bufetes. Sin embargo, estos profesionales reciben un salario y no una parte de los beneficios: en otras palabras, en la tarjeta de visita pone que son socios, pero tienen de dos a cuatro años de plazo para demostrar cuánto volumen de negocio pueden generar. Si tienen éxito reciben una parte de los beneficios, pero si fracasan se les despide. El bufete tampoco tiene reparos en mostrar la puerta de la salida a los socios de capital cuyo rendimiento baja.

Crecimiento británico

El crecimiento de Kirkland en Reino Unido ha sido igual de espectacular. Cuando Hammes asumió el mando, la oficina de Londres era muy pequeña. Hoy cuenta con más de 300 abogados. En diciembre de 2017, el bufete sorprendió al mercado londinense al contratar por 10 millones de dólares al año a David Higgins, un abogado especializado en capital riesgo de Freshfields, su principal rival en Reino Unido en ese sector.

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