Entre Códigos

Las credenciales del nuevo presidente del Tribunal Constitucional y su rol tras el fin de la era Brahm

Desde hoy se inicia una nueva etapa en que el organismo deberá navegar en paralelo al proceso de la Convención y los cambios que esta pudiera proponer.

Por: Claudia Rivas A. | Publicado: Martes 10 de agosto de 2021 a las 19:01 hrs.
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Juan José Romero, presidente del Tribunal Constitucional.
Juan José Romero, presidente del Tribunal Constitucional.

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Era el favorito para reemplazar en el cargo a María Luisa Brahm, por lo que no fue del todo una sorpresa que el ministro Juan José Romero (53) resultara electo para encabezar el Tribunal Constitucional, en una presidencia que es considerada por algunos como de “transición”, puesto que el abogado termina su periodo como integrante del organismo en marzo de 2022.

Lo que sí llamó la atención fue el fuerte respaldo que recibió el ministro, ya que su opción fue apoyada por nueve de sus pares, salvo la ahora expresidenta del organismo, María Luisa Brahm, quien optó por abstenerse.

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 Romero tiene una larga trayectoria en el área profesional. Es miembro del Judicial Council de la International Association of Law Schools (IALS); profesor asociado (Ordinario) de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en materias de Derecho Constitucional y Derecho Económico, entre otras; doctor en Derecho, Universidad de Salamanca, España; Master of Science in Regulation, The London School of Economics and Political Science, University of London, Inglaterra; y, postitulado en Administración de Empresas (ESAE), Escuela de Administración, Pontificia Universidad Católica de Chile.

 Además fue miembro titular de la European Commission for Democracy through Law (Venice Commission) y presidente de la Sub-Comisión para América Latina de la misma organización (2013-2017); también fue ministro suplente del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (2008-2013); integró el Consejo de Concesiones de Obras Públicas (2010-2013); y, fue miembro del Comité Asesor de la Comisión Presidencial de Modernización de la Institucionalidad Reguladora del Estado (1998).

Aterrizó en el TC, designado por la Cámara y ratificado por el Senado, en marzo de 2013, por lo que está entre los cuatro ministros que concluye su período el 2022, junto con Brahm, Iván Aróstica y Gonzalo García. De ahí que algunos estimen que su mandato será de “transición”, en el que deberá enfrentar como principal desafío el conducir el tribunal en paralelo a las funciones de la Convención Constitucional, que se presume intentará hacerle cambios profundos al organismo.

Los desafíos que enfrenta

La expresidenta del TC, Marisol Peña, ve con buenos ojos que Romero haya llegado a la cabeza del organismo. Tiene la convicción de que será “un muy buen presidente”, ya que su cuarta antigüedad es “garantía de dominio de los procesos internos, pero también de conocimiento cabal de las críticas de que ha sido objeto el TC en estos últimos tiempos”. Peña no economiza elogios hacia el nuevo presidente a quien califica de “ecuánime y estudioso como todo buen académico”.

Otro expresidente del organismo, Enrique Navarro -académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae-, destaca la trayectoria de Romero, su prudencia e independencia, pues estima que estas son condiciones básicas para ejercer sus funciones. Y subraya que la votación casi unánime con que fue electo “da cuenta del aprecio de sus pares”.

En la misma línea, la constitucionalista Tania Busch destaca la relevancia de los respaldos que obtuvo Romero en la votación, lo que podría ser un signo –dice- de “la superación de los conflictos internos” que ha atravesado el tribunal. Mientras que el también constitucionalista Tomás Jordán, hace hincapié en que el nuevo presidente es del ala conservadora, por lo se estaría volviendo a esa línea.

Desafíos

En cuanto a los principales desafíos que deberá enfrentar el nuevo presidente, todos coinciden en que deberá tener un rol relevante en el proceso constituyente, dialogando con la Convención y resaltando la importancia de institución, como señala Navarro. Lo que Peña complementa señalando que a Romero le corresponderá organizar la posición que el tribunal adoptará frente a las decisiones de la Convención Constitucional sobre su propia existencia y en cuanto órgano encargado de controlar la constitucionalidad de las leyes y otras normas jurídicas.

En este sentido Jordán plantea que el desafío mayor será mantener al TC en la Constitución, en el marco de lo que ocurra en la Convención sobre este tema, y determinar las funciones que se van a mantener. Pero también tendrá que demostrar si tiene la capacidad de atenuar los conflictos internos que ha arrastrado el tribunal. Siguiendo esta argumentación Busch añade que Los desafíos de Romero pasan por “saber leer correcta y prudentemente los agitados tiempos políticos, con respeto a los procesos políticos”. 

 

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