Industria

Disputa familiar en Marco Polo se profundiza: Mario Signorio rechaza acusaciones de fraude y machismo de su hermana

“No heredó una empresa multimillonaria, sino que tomó una empresa pequeña de su padre, la administró y la hizo crecer, con su esfuerzo y más de treinta años de trabajo”, dijo la defensa del empresario.

Por: José Troncoso | Publicado: Jueves 27 de diciembre de 2018 a las 09:45 hrs.
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Que las acusaciones están prescritas, que todo se realizó en regla y que no hay rastros de machismo. Mario Signorio, controlador del grupo alimenticio ICB, contestó a la demanda presentada por su hermana Chantal en marzo de este año, acción en la que acusó una supuesta simulación de un traspaso de acciones que le habrían permitido al mayor del clan tener el "control total" de la compañía.

El pasado 20 de diciembre, y tras meses en que se discutió la forma de notificar al demandado, éste contestó punto por punto a las denuncias de su hermana, que solicitó la nulidad de la partición de la herencia dejada por el fundador de la compañía, Víctor Signorio Ferreti, o una indemnización de $ 11 mil millones.

ICB es una de los grupos de alimentos más grandes de Chile. Su principal marca es Marco Polo, pero además importa productos, como Cola Cao, Kellogg's, Pringles y Ferrero Rocher, entre muchos otros. Factura al menos US$ 280 millones al año.

La disputa entre los hermanos se originó tras la muerte del fundador del grupo en 2009. La posesión efectiva que se concretó dos años después tuvo como herederos a Mario, Francesca, Donatella y Chantal, quienes en 2015 suscribieron una partición parcial de la herencia, con lo cual cada uno se adjudicó aproximadamente el 20,5% de ICB, explicó Chantal en su demanda.

Según Chantal, hubo dos traspasos de acciones en 1986 y 1995 que le permitieron a Mario Signorio tomar un 22,73% de la compañía antes de la partición de la herencia, quedando con poco más del 40% de la firma. A su juicio, si es que se pagó por esas acciones, el valor fue muy bajo. Además, sostiene que su hermano era muy joven y no tenía recursos para pagar por esas participaciones.

"Ha transcurrido con creces el plazo máximo de diez años de prescripción que establece la ley civil chilena, contados entre la celebración de los contratos cuestionados y hasta la fecha de inicio de este proceso", dijo la defensa de Mario Signorio, liderada por Ignacio Ried, en la contestación presentada el pasado 20 de diciembre.

Asegura en su escrito presentado a la justicia civil que las acciones de ICB "no fueron donadas", como plantea la demandante, sino que adquiridas mediante un contrato. Además, sostiene que Chantal Signorio tenía "perfecto conocimiento" de los traspasos de acciones en razón de su calidad de hija de Víctor Signorio y hermana de Mario; el hecho de que su cónyuge, el abogado Arturo Majlis fue director de ICB, ocupando aquel cargo cuando se celebró el segundo de los actos supuestamente simulados; el hecho de que uno de los actos supuestamente simulados fue suscrito, en calidad de testigos, por los socios de Majlis en el Estudio Jurídico Grasty Quintana Majlis y Cia., y por el hecho de que ella misma es accionista de ICB desde el año 2007, compareciendo personalmente a juntas de accionistas.

"Es por tanto que solicitamos, encarecidamente el rechazo de la pretensión de la actora (demandante), en circunstancias en que la simulación alegada es total y completamente inexistente", sostienen la defensa de Mario Signorio.

"Discriminación de género"

En su demanda, Chantal dice: "Mario, por ser el único hijo hombre, detenta el doble de la participación" en ICB. Ante esto, la defensa del empresario respondió:

"Contrariamente a lo dicho por la Sra. Chantal, don Víctor, nacido en Italia y radicado en Chile, era sumamente moderno para la época, y una persona que no presentaba en absoluto rasgos machistas, como se acreditará con el testimonio de quienes le conocieron. Por lo tanto, esta teoría de 'discriminación de género' que ha tratado de construir es completamente falsa".

El abogado dice que para el año 1986, época en la cual se celebró el primer traspaso de acciones, ICB era una empresa pequeña, con un valor de 18.000 UF, siendo su principal actividad la importación de yerba mate, té y café a granel.

En esa época, se añade, Víctor Signorio tuvo "profundas diferencias" con el administrador de la compañía, su sobrino Camilo Signorio. "El padre de mi representado tenía 65 años de edad, momento en la vida más que razonable para buscar a quien pudiera darle continuidad al negocio, y Mario era el único de sus hijos que podía asumir tal responsabilidad", dijo la defensa del empresario.

Detalla que en ese año, Francesca Signorio tenía 27 años de edad y ejercía como cirujano dentista, Donatella tenía 26 años y se desempeñaba como diseñadora en Italia y Chantal tenía 22 años, y estudiaba Ciencias Políticas en ese mismo país.

"Si bien es efectivo que en 1986 mi representado se encontraba estudiando la carrera de Ingeniería Comercial en la Universidad Gabriela Mistral, a partir de tal fecha también comenzó a trabajar de forma remunerada en ICB, ante las circunstancias antedichas", precisa su defensa.

Y remata: "Fue gracias a su trabajo, unido al del fallecido Víctor Signorio, que la empresa pasó a ser la gigante que es hoy. En otras palabras, Mario Signorio no heredó una empresa multimillonaria, sino que tomó una empresa pequeña de su padre, la administró y la hizo crecer, con su esfuerzo y más de treinta años de trabajo".

 

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