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La historia del local más siniestrado y saqueado

Aunque ya no tiene productos tras el primer saqueo del 19 de octubre, el Central Mayorista de San Bernardo sigue siendo vandalizado, esta vez para llevarse los materiales que quedan en su interior.

Por: Magdalena Espinosa | Publicado: Miércoles 6 de noviembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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“Se compra metal, bronce y cobre”. Una serie de carteles ubicados a los costados de Avenida Padre Hurtado en San Bernardo anuncian la compra de estos materiales. Y aunque esa improvisada publicidad pareciera estar alejada de la crisis social desatada en el país el 18 de octubre, hoy de alguna manera se están relacionando.

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Según vecinos del sector, este es el destino de los últimos saqueos e incendios que se siguen registrando en algunas zonas de la ciudad. Incluso en locales donde ya no queda nada.

Este parece ser el caso del supermercado Central Mayorista ubicado en la intersección de Padre Hurtado y Carlos Condell en esa comuna del sur de la capital, el cual ha sido quemado en dos oportunidades los últimos 15 días. La última fue la madrugada de este martes.

El Central Mayorista está ligado a Walmart y se enfocaba en vender productos para pequeños comerciantes. Es uno de la veintena de salas de supermercados que han sido quemadas en estos días.

Tres guardias de la cadena ferretera Imperial han sido testigos de los siniestros. Uno de ellos cuenta que antes de llegar a su trabajo, frente a lo que queda hoy de la estructura, vio una columna de humo desprenderse del techo del Central Mayorista.

A las 7:30 de la mañana del martes 5 las llamas volvieron a devorar el local, para al medio día convertirlo en un montón de aluminio chamuscado.

El guardia, quien desde su locación ve durante doce horas los movimientos de la intersección Condell-Hurtado, dice que desde la noche anterior había sospechas de que algo así podía ocurrir.

Hace un par de días que se había iniciado un proceso de sellado del lugar, básicamente poniendo rejas, pero el lunes algunos grupos de adolescentes se pararon en las esquinas cuando comenzaba a oscurecer. Antes de terminar su trabajo, el grupo comenzó a aumentar.

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Así luce el local hoy. Aunque la empresa ha intentado sellarlos por seguridad, sigue entrando gente.

“En esta población estos son los únicos lugares atractivos (para robar) para las personas”, dice un guardia apuntando el supermercado y a Imperial, dada la baja presencia de comercio a mayor escala que hay en esas cuadras.

“Ya no queda nada, pero la gente sigue robando las rejas, las llaves, las puertas, el metal”, explica otro de los guardias. Aunque no hay nada adentro, el atractivo está en revender estos materiales en establecimientos de compra por kilo en la misma población.

Incluso, a plena luz del día de este martes, grupops de personas seguían entrando al Central Mayorista. Ya no había fuego, pero sí quedaba material.

En situación de emergencia

Aunque ya regía el estado de emergencia e incluso había toque de queda, fue la noche del 19 de octubre que se produjo el primer saqueo en esa zona.

Primero robaron la cadena de ferretería Imperial, sacando todos las pequeñas grúas horquilla, las que a su vez sirvieron para atacar el Central Mayorista y -con el paso de los días- “dejar pelado el lugar”, según explica uno de los cuidadores.

Aunque no hay productos en el interior, la misión es defender el galpón donde está Imperial. Incluso con palos, si es necesario.

Uno de ellos relata que una tarde se juntaron cerca de 100 personas que echaron abajo las rejas de la ferretería. “Me escondí para que no me pasara nada, pero me econtraron y me pusieron una pistola aquí”, dice apuntando su sien. “Menos mal que no pasó nada, sólo me robaron”, añade cruzando los brazos.

Relata que se escapó trepando una de las murallas perimetrales. Vecinos pusieron una escalera para socorrerlo, mientras otras personas se llevaban los pocos productos que quedaban en la ferretería.

El tercer guardia dice que no sabe cuanto más seguirán trabajando bajo estas condiciones.“Este sector es muy malo, sacaron todas las latas de las paredes, luego el techo y después las mallas para cuidar el supermercado”, relata.

Para el grupo de guardias, Carabineros “ya no se mete” a la población porque están superados. Explican que se trata de “niños con poder de fuego, soldados de traficantes”, cuyas armas son verdaderas metralletas que disparan a 30 tiros.

“Carabineros los agarran y los devuelven a las poblaciones de más allá”, dice uno de los cuidadores apuntando al sector de Juan Pablo II, en San Bernardo.

El día que robaron las grúas horquilla para asaltar a Central Mayorista fue el último día que vieron esas máquinas.

“¿Quién se va a meter allá?”, cuestiona (...) “no es fácil hacerlo”, asevera.

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