La reinvención de la familia tras las marcas JB y Don Juan

El nombre de Juan Bas Mayo quedará grabado como el del empresario ícono en la producción de vinagres, encurtidos y salsas en Chile. Su nombre o iniciales están grabados en miles de envases de ají y ketchup, entre otros productos.

A los 90 años, el empresario, hijo de un emigrante catalán, murió la semana pasada.

A comienzos de los 90 vendió la marca JB a Hellmann’s , actualmente Unilever Foods. Luego, creó Don Juan, la que enajenó al grupo ICB, matriz de los snacks Marco Polo.

Pese a que dejó el negocio, el hombre tras las marcas JB y Don Juan estuvo hasta sus últimos días atento al andar de aquellos miembros de su familia que decidieron continuar por su cuenta en la industria de los alimentos.

Hoy, uno de sus sobrinos es quien mantiene vigente el apellido Bas en el negocio de los aderezos.

En 2014, Juan Bas Mora formó Grupo Bas, que posteriormente dio origen a la marca Juanitos B, firma que al igual que sus antecesoras, se dedica a la producción de condimento de ají, pero reemplazó el sucedáneo de limón embotellado (producto donde Don Juan fue pionero) por jugo natural.

Para incursionar en esa línea de negocios, y como parte de la tradición familiar, Bas Mora pidió permiso a su tío.

“Por respeto y por educación familiar, no es llegar y meterse en esto sin antes pedir el permiso de quien estaba arriba. Cuándo él supo qué estaba haciendo yo, porque él no creía que alguno de sus hijos o sobrinos siguiera, me dio su apoyo”, recuerda Bas Mora.

El enfoque eso sí cambió, pues los productos son destinados a Food Services. Esto quiere decir que no son distribuidos a supermercados, sino que directamente a empresas. Por ejemplo, el ají se vende a las productoras de cecinas y el limón a locales de comida.

El año pasado ingresó al negocio su hermana María José y junto a otros primos, crearon Bas Spa, sociedad que -destaca- está abierta a toda la familia, así como una vez lo estuvieron JB y Don Juan.

Historia de aciertos

Fue tras la muerte de su padre en los años 40, que el ingeniero químico Juan Bas Mayo tuvo que tomar las riendas de JB, la empresa que el patriarca había fundado tras incursionar sin éxito en el negocio de los pianos y vinos.

El vinagre fue el primer producto que desarrollaron y según cuenta su sobrino, la necesidad de encontrar un negocio rentable mezclado con sus conocimientos vinícolas, llevaron a su abuelo, Juan Bas Éroles, a ese punto cúlmine.

“Mi abuelo buscó un negocio fuerte para poder alimentar a sus 14 hijos. Justo le ofrecieron arrendar una bodega en Santiago que tenía estanques de madera. Ahí instaló su propio negocio de vinagre”, dice.

En sus primeros años de operación, la empresa no tuvo mayor competencia en el mercado nacional. Según cuenta Bas Mora, ni siquiera hacían publicidad. Hasta que llegó la multinacional Hellmann’s.

A fines de los 80, Bas Mayo decidió desprenderse de JB a un precio de US$ 6,5 millones de la época, convirtiéndose en la primera marca chilena en ser adquirida por una compañía extranjera.

El negocio fue rentable hasta mediados de los 90, cuando expiró el contrato que los dejaba como fabricantes exclusivos de los productos JB, pues Hellmann’s decidió poner su propia fábrica.

Esto llevó a Bas Mayo y su clan a idear una nueva marca: Don Juan.

Enfocada en la producción de ajíes, salsas y aderezos como el sucedáneo de limón, la nueva firma buscó hacerse un espacio en la industria, lo que no fue tan fácil debido a la competencia que le generaba la propia JB.

Cuando logró despegar, la distribución fue la piedra de tope. Así, el 2002 sumaron como socios con un 50% a la distribuidora ICB. Con el correr de los años, la matriz de Marco Polo se quedó con toda la empresa.

Tras esto, Bas Mayo se dedicó a otros negocios, como el inmobiliario. Hasta que su sobrino lanzó en 2014 Juanitos B, la que le vende jugo de limón a ICB.

Juan Bas Mayo (derecha), junto a su padre y fundador de JB, Juan Bas Éroles.