Economía

Arabia Saudita descubre la riqueza como un arma de destrucción masiva

El reino posee participaciones en Uber, la naviera alemana Hapag-Lloyd, y el grupo Virgin, además de sociedades conjuntas con Blackstone y el gigante japonés de inversiones tecnológicas SoftBank.

Por: Bloomberg | Publicado: Jueves 9 de agosto de 2018 a las 11:04 hrs.
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Este es un tema sobre el que Elon Musk, el fundador y director ejecutivo de Tesla, pensará dos veces antes de criticar en Twitter.

Arabia Saudita, una nación rica en recursos y que en los últimos meses acumuló una participación de US$ 2.000 millones en el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, declaró la guerra económica a Canadá.

La causa fue el llamado de la ministra de Asuntos Exteriores canadiense, Chrystia Freeland, para la liberación de activistas sociales arrestados por la monarquía del Golfo.

La respuesta de Riad esta semana fue increíblemente desproporcionada: expulsó al embajador, suspendió  todas las nuevas inversiones en la nación norteamericana, canceló los vuelos de su aerolínea estatal al país, puso fin al programa de intercambio estudiantil, retiró sus practicantes de los hospitales canadienses y ordenó la liquidación de todos sus activos canadienses.

Todo con el objetivo de castigar a los canadienses "sin importar el costo", dijo a Financial Times una fuente cercana a la situación.

Musk debería tener motivos para preocuparse. Es mitad canadiense y estudió en Canadá. Si hubiera construido su automotriz al norte de la frontera con Estados Unidos, los saudíes sin duda tendrían una opinión diferente sobre su respaldo a Tesla, criticada por “quemar” flujo de efectivo más rápido de lo que crecen los ingresos.

Esta aparente voluntad saudita de "militarizar" sus inversiones en el extranjero debería hacer que los gobiernos occidentales y líderes comerciales hagan una pausa para reflexionar. En parte  podría explicar por qué los aliados de Canadá han tardado en ofrecer su respaldo a Freeland y al primer ministro, Justin Trudeau.

Hemos visto este estilo de guerra económica antes, en la década de 1970, cuando los estados árabes utilizaron el "arma del petróleo", pero este último ataque se produce después de un aumento significativo de las inversiones extranjeras de Riad.

El Fondo de Inversión Pública, el fondo soberano de Arabia Saudita, posee participaciones en Uber, la naviera alemana Hapag-Lloyd, Virgin Group, una sociedad de infraestructura con Blackstone Group y el mayor vehículo de inversión de tecnología en conjunto con la japonesa SoftBank.

Convertir el brazo de inversión estatal de Arabia Saudita en una potencia de US$ 2 billones es fundamental para la estrategia del príncipe heredero Mohammed bin Salman de diversificar la economía y reducir su dependencia del petróleo.

Pocos están dispuestos a rechazar este dinero. Sin embargo, ya hemos visto el daño colateral comercial que los saudíes pueden infligir si otro país les desagrada. En septiembre, un bloqueo económico encabezado por Riad contra Qatar por parte de Arabia Saudita obligó al fondo de riqueza de Qatar a vender acciones en compañías como Tiffany  y Credit Suisse.

La última disputa geopolítica es pequeña en términos del impacto económico absoluto. El comercio entre Canadá y Arabia Saudita es pequeño y Arabia Saudita no posee muchos activos en el país, pero no debe tomarse a la ligera.

Los aliados occidentales de Canadá quieren alentar al príncipe heredero porque creen que representa la mejor oportunidad de llevar a su país a la corriente de los países ricos. Sin embargo, existe el riesgo de dar demasiada influencia económica a un país que está claramente dispuesto a usarla para detener incluso la crítica más anodina sobre su situación de derechos humanos. Como lo demuestra la retórica comercial de Donald Trump, estamos entrando en una era en la que estas disputas bilaterales se están convirtiendo en la norma.

Esos miles de millones saudíes pueden ser útiles, solo hay que preguntarle a Musk. Pero vienen con importantes condiciones incluidas.

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