Economía

Argentina paga hoy a sus acreedores y emerge finalmente del default después de casi quince años

Según del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, el aislamiento del mercado internacional le costó US$ 120 mil millones a la economía.

Por: I. Ramos/I. Gallegos | Publicado: Viernes 22 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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Hoy, 22 de abril, es un día histórico para Argentina. Tras casi quince años arrastrando un incumplimiento de deuda, el gobierno pagará a los acreedores conocidos como holdouts, lo que financiará con la exitosa venta de deuda de esta semana. La salida del default marcará el cierre de un capítulo tremendamente costoso para Argentina: según cálculos del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, el aislamiento de los mercados internacionales causado por las disputas legales le costó US$ 120 mil millones a la economía en ahorros que no se hicieron e inversiones que no llegaron.

Pese a lo que muchos piensan, Argentina no es el país que ha cesado sus pagos más veces. Buenos Aires se ubica tercero en un ranking elaborado por los profesores Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland, y Kenneth Rogoff, de Harvard. El país ha caído en incumplimiento ocho veces desde 1820, dos de ellas en los últimos quince años.

Pero eso sí, cuando ha caído en default, lo ha hecho en grande. En diciembre de 2001, en medio de la peor crisis económica, política y social que ha enfrentado el país, Argentina se declaró en impago de US$ 95 mil millones, en lo que hasta esa fecha era el default soberano más grande de la historia.

En esa crisis la economía colapsó, los bancos decretaron un congelamiento parcial de los depósitos –lo que se conoció como corralito- y millones de argentinos perdieron sus empleos.

En un intento por cerrar este capítulo, el gobierno de Néstor Kirchner realizó en 2005 un canje de deuda, pero la oferta incluyó otro dudoso récord: un descuento de cerca de 70%, el mayor de la historia.

Pero el 7% de los acreedores no aceptó las duras condiciones y demandó a Argentina ante una corte de Nueva York, dando origen a un litigio que se mantuvo por una década y que impidió la recuperación de la economía.

La sucesora y viuda de Kirchner, Cristina Fernández, realizó un nuevo canje en 2010, pero nuevamente no consiguió un 100% de suscripciones. Logró reestructurar un 92,4% de la deuda en default. El resto, en manos de los llamados fondos buitre -encabezados por Paul Singer, dueño y fundador del fondo de inversión Elliot Management- siguió siendo un dolor de cabeza para el país.

El juez Thomas Griesa, quien llevaba el caso en Nueva York, emitió un fallo en 2012 que obligó a Argentina a pagar el 100% de la deuda pendiente a los holdouts, lo que él estimó, con intereses, en más de US$ 1.300 millones. Con esto, Argentina se vio forzada a protagonizar su último default. El gobierno depositó el dinero que necesitaba para pagar un vencimiento de la deuda reestructurada el 30 de junio. Pero no pudo pagar porque Griesa había ordenado al banco estadounidense que gestionaba los pagos embargar los recursos.

Por otra parte, si Argentina llegaba a un acuerdo de forma voluntaria con los holdouts, se activaba la cláusula RUFO, que establecía que el gobierno debía ofrecer las mismas condiciones a los tenedores de deuda reestructurada en 2005 y 2010. Con esto, el precio que la nación debía pagar se habría elevado a US$ 15 mil millones.

Como resultado, el 30 de julio de 2014 Argentina ingresó en un “default selectivo”. “Les ofrecimos entrar al canje o que otorguen una stay (medida cautelar) y se negaron”, dijo el entonces ministro de Economía Axel Kicillof en una conferencia de prensa en el consulado de Argentina en Nueva York. El país “no entró en default porque el default es no pagar”.

Los analistas esperaban que una vez que la cláusula expirara, a fines de ese año, el gobierno intentara llegar a un acuerdo con los holdout, pero eso no pasó. Fue sólo con la llegada de Mauricio Macri al poder, en diciembre de 2015, que el tema de un acuerdo definitivo con los fondos buitre volvió a la palestra.

Un hito para Macri

La salida del default se convierte en otro de los hitos de los primeros cuatro meses de gobierno de Macri. En estas pocas semanas en el mando, el nuevo presidente puso fin a los controles cambiarios y permitió que el peso se negociara libremente, aumentó los precios para las empresas de servicios públicos reguladas e intervino la oficina de estadísticas -el Indec- para sincerar las cifras de crecimiento, comercio exterior e inflación.

“El hecho de que un gobierno con sólo cuatro meses en el poder haya resuelto el tema, que había estado pendiente por más de una década, es un gran éxito para Macri”, aseguró Ignacio Labaqui, analista para Argentina de la consultora Medley Global Advisors, a Reuters.

El giro que imprimió Macri en la gestión económica le ha reportado beneficios inmediatos. Además de una sucesión de anuncios de millonarias inversiones, la primera emisión de bonos del país en quince años fue un éxito, recibiendo ofertas por de cuatro veces el monto ofrecido y con tasas en el rango más bajo de lo establecido por el gobierno.

“Es difícil resistirse a un país que vuelve a los mercados con un rendimiento atractivo, sin importar lo que haya sucedido en el pasado”, comentó Gabriel Sterne, de Oxford Economics, a Financial Times.

La emisión ha rentado rápidamente para los inversionistas. Quienes compraron bonos obtuvieron ganancias por US$ 597 millones en sólo dos días.

Los bonos que se vendieron por US$ 16.500 millones el martes, tenían un valor de mercado de US$ 17 mil millones al mediodía de ayer en Nueva York, de acuerdo con datos recopilados por Bloomberg.

Ahora le toca a las empresas

Pero esto recién comenzando. El gobierno espera que el retorno a los mercados de capital atraiga mayor inversión extranjera y una serie de nuevos proyectos por parte de las empresas domésticas, que podrían usar la deuda nueva como referencia para colocar precio a sus propios bonos.

Dennis Eisele, director para mercados emergentes de Deutsche Bank, afirmó que la venta de deuda de Argentina “pavimentará el camino para que algunas” de las empresas más confiables del país le sigan.

Pero no sólo las empresas, las provincias también tienen necesidades de financiamiento urgente. Los analistas apuestan a que Mendoza y Córdoba serán las primeras en tomar ventaja del éxito de la venta de deuda soberana recurriendo a los mercados de capital en los próximos meses.

El acceso a los mercados permitirá además que el gobierno central reduzca su dependencia de financiamiento del banco central, lo que ayudaría a reducir la inflación e impulsar el crecimiento en una economía que el Fondo Monetario Internacional estima que se contraerá 1% este año.

Analista senior de moody's Gabriel Torres: "Esto abre la puerta para que entren más inversiones"

La calificadora de riesgo Moody's cambió, hace apenas una semana, la categoría de Argentina en su sistema, al subirla de CAA1 a B3. La decisión respondió, precisamente, a la expectativa de que el país resolviera el problema de su default. "Todavía es una calificación baja, porque está en el escalón 16 de un total de 21 que tiene nuestro sistema", dice el analista de senior de crédito Gabriel Torres.

- ¿Ve que la calificación pueda volver a subir en el corto plazo?

- No sé si en el corto plazo, por ahora tenemos una perspectiva estable, pero si continúan las mejoras, puede que haya un cambio positivo.

La mejora de las perspectivas para el país en el largo plazo depende de factores múltiples. Torres sostiene que a Argentina "le falta mucho" para llegar a la categoría de grado de inversión. Asevera que "no es algo que nos estemos planteando en este momento".

- ¿Qué decisiones tendrían que tomarse para que eso ocurriera?

- Para llegar a grado de inversión, Argentina requeriría, primero, completa normalización macroeconómica: un déficit bajo control, una inflación parecida a los demás países, credibilidad en las cuentas estadísticas. Todas esas son cosas en las que el gobierno está trabajando, pero todavía falta. Luego, confianza en que el sistema político apoya eso a largo plazo. Que no va a venir un cambio tras las próximas elecciones nacionales.

- O sea, que haya estabilidad en las decisiones políticas.

- Exacto. En el caso de Chile, una de las grandes cosas que apoyó la calificación fue que, cuando asumió la Concertación, se mantuvo la base de lo macroeconómico. No se rehizo todo. Hay una estabilidad. Años después, cuando la derecha volvió al poder, hubo continuidad. Uno espera que haya continuidad. Tenemos que ver qué sucede con Argentina.

- ¿Cuál es la relevancia de que el país haya salido del default?

- Es un alivio, resuelve un tema importante. Con eso, el país demostró que tiene acceso a los mercados de capital. También da más flexibilidad, porque Argentina no tenía fuentes para pagar su deuda en dólares y estaba usando reservas. Para el futuro, tendría que tener acceso. Esto abre la puerta, para que entren más inversiones. Habrá que ver cómo funciona, pero todo esto es positivo.

- El gobierno de Macri ha prometido una baja importante en la inflación a fin de año. ¿Lo ve factible?

- El gobierno heredó una inflación alta, que subió por la devaluación y el fin de subsidios de transporte y electricidad. Ahora está por encima del 40% o 35% anual. Creo que el tema no es el nivel al que se llegue a fin de año; el gobierno quería llegar entre 25% y 20% y es posible que no llegue. El tema es que haya una clara indicación de que empezó a bajar. Si en la segunda mitad del año eso ocurre, aunque siga alta, sería un paso muy importante.

- ¿Cómo puede volverse atractiva Argentina en un contexto latinoamericano de bajos precios de las materias primas?

- Hay ciertos números de la economía de Argentina, como el tamaño de la economía o el nivel de riqueza, que son comparables a la región. Otros que no, como la inflación. Tendría que empezar a bajar lentamente para poder compararse a los vecinos y eso debería facilitar las inversiones. Después de tantos años de inversión baja, hay un apetito por Argentina, así que, por lo menos para 2017, yo espero un incremento en las inversiones. El resto de la región puede no estar 100% bien y el hecho de que Argentina se esté abriendo después de años de haber estado cerrada le juega a favor. Hay una sensación entre los inversores de que Argentina presenta una oportunidad que antes no existía.

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