Economía

Bofill: “Bolsonaro es el político más sui géneris de la historia contemporánea de Brasil”

El periodista señala que “será la primera vez en América Latina que un gobierno esencialmente militar sea elegido en las urnas y con amplia mayoría”.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 26 de octubre de 2018 a las 04:00 hrs.
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Cristián Bofill vivió entre los 13 y los 30 años en Brasil, donde llegó en enero de 1973 por el trabajo de su padre, ejecutivo de una multinacional. Periodista, panelista T13 Radio y del programa Mesa Central y gerente de estrategia y desarrollo de nuevos negocios de TV Medios (holding propietario de Canal 13), en Brasil terminó el colegio, ingresó a la universidad –hizo periodismo en la Cásper Líbero– y ejerció sus primeros años en el diario O Stado de S. Paulo, donde era corresponsal de información internacional y viajaba por toda la región, de México a Chile. En 1990 regresó a Santiago para una asesoría en Qué Pasa y su destino cambió: se radicó en Chile y pasó de reportero a una carrera de cargos ejecutivos que lo llevó a dirigir la revista, La Tercera y Canal 13, donde fue director de prensa y director ejecutivo. Entre sus labores hace análisis políticos reservados y a propósito de las elecciones en Brasil, Bofill volvió a las calles de Brasilia para buscar información, donde se encontró con un país “completamente diferente”.

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–¿Diferente?

–En Brasil antes nadie se definía como de derecha. 

 –¿Imposible que no gane Bolsonaro?

– Solo eres presidente cuando cuentas los votos, pero va a ganar a no ser que pase algo extraordinario. No es como Trump, que cuando ganó todos quedamos perplejos. 

 –¿Cómo entender su posible triunfo?

–De ganar Bolsonaro, será la primera vez en América Latina que un gobierno esencialmente militar sea elegido en las urnas y con amplia mayoría. Vale decir, un gobierno que va a tener tutela de las Fuerzas Armadas y no porque las Fuerzas Armadas hayan buscado dar un golpe o quieran dar un golpe, sino porque Brasil está en una crisis enorme con tres componentes: delincuencia –con 70.000 muertos al año–, estancamiento económico y una profunda corrupción, que hizo que el prestigio de los políticos bajara mucho y que subiera el de los militares. A eso hay que sumarle una gran polarización política. 

 –Los militares siempre han tenido un poder enorme en Brasil…

–El régimen militar brasilero fue el único que logró que ninguno de los miembros de las Fuerzas Armadas involucrados en violaciones a los DDHH fuera juzgado y casos no faltaban. Segundo: logró dejar establecido en la Constitución de 1988 que serían ellos los garantes de los poderes constitucionales. 

 –¿Quién es Bolsonaro?

–Pienso que Bolsonaro es el político más sui géneris de la historia contemporánea de Brasil. 

 –¿Más que Lula?

–Más que Lula, que obviamente tiene una biografía épica: en 25 años pasó de ser un dirigente sindical de São Bernardo do Campo, la industria automovilística de punta de Brasil, a la presidencia. Pero hizo el camino clásico: fundó un partido, con ese partido fue subiendo y, obviamente, de la izquierda radical pasó a la izquierda moderada para llegar al gobierno. Un tránsito bastante común a estas alturas. Bolsonaro, en cambio, era hasta hace poco un outsider: un tipo que hizo la escuela militar, formado en educación física, que era capitán del Ejército y que en 1987 se involucró como líder en una protesta salarial en Río de Janeiro. En ese contexto se produjo un episodio central de su biografía: en medio de la revuelta lo entrevista una periodista de la revista Veja y Bolsonaro le revela que, para que los tomaran en serio, iban a poner bombas en los baños, aunque no para matar a alguien. Le hace el croquis a la periodista, la periodista se va a la redacción y el director de Veja decide: “Cuando estamos hablando de bombas, no hay off the record. Por lo tanto, vamos a entregar a Bolsonaro”.

 –¿Usted como director no habría hecho lo mismo?

–En ese minuto consideré que era una decisión equivocada y la sigo encontrando equivocada. Había que denunciarlo, pero había otras formas. Pero el asunto es que a Bolsonaro lo sacan del Ejército y se convierte primero en concejal y después en diputado federal siempre por Rio de Janeiro. Tuvo siete mandatos en la Cámara de Diputados. En esos 27 años tuvo apenas dos proyectos de ley aprobados: uno para legalizar una pastilla contra el cáncer y otro relacionado a un aumento para los fiscales. 

–Es un fenómeno. 

–Es un fenómeno, porque era visto como un ser bastante marginal en la política brasilera. Extremista y extravagante en términos políticos. En Chile, como el diputado Ignacio Urrutia (UDI), por ejemplo. Pero logró una cosa impresionante: 46% en la primera vuelta sin tener un partido. Él era el único diputado de su partido, que subió a 52% y debería seguir subiendo después de la elección. Sin partido, sin equipo –su equipo era en un principio muy reducido, ahora ya no–, sin mucha plata y sin gran tiempo en la televisión. 

 –¿Qué explica su ascenso?

–Fue el que más encarnó lo anti PT. Segundo: se encontró con Paulo Guedes, que es un Chicago muy competente, muy respetado.

 –Y que tiene muchos vínculos con Chile.

–Cuando Guedes vuelve de Chicago a Brasil, en Brasil es muy marginado. Los economistas que tenían la hegemonía en ese minuto –los socialdemócratas o de izquierda, la gente de Cardoso y de Lula–, no le dieron ni los puestos académicos ni los cargos en el gobierno que él sentía que se merecía. Entonces, en los 80 se viene a Chile –donde lo recluta Jorge Selume–, porque quería conocer el sistema chileno. El sueño de Paulo Guedes siempre ha sido hacer en Brasil lo que hizo Sergio de Castro en Chile: agarrar un país mediocre económicamente, meterle reformas de corte neoliberal estilo Chicago, hacer que el país tenga un impulso y, al final, lo que es lo más victorioso, que tus propios adversarios asuman el modelo, como lo hizo la Concertación. 

 –¿Qué le dio Guedes a Bolsonaro?

–Muchos empresarios, a los que de alguna forma les gustaba Bolsonaro, por su discurso muy duro contra la política, encuentran el pretexto perfecto para adherir a su causa. Antes les daba vergüenza: un tipo poco preparado y sin equipo. Pero Guedes le da un proyecto estratégico: usar las herramientas de la Escuela de Chicago para que Brasil se pegue un salto como el que se pegó Chile. 

–De ganar Bolsonaro, ¿cuál será el papel de las Fuerzas Armadas?

–Las Fuerzas Armadas consideran que Bolsonaro es un tipo poco preparado para el gobierno. Pero dicen: va a ganar y tenemos que apoyarlo porque, si le va mal, nosotros vamos a quedar manchados, ya que su eventual gobierno todo el mundo lo identificará con las Fuerzas Armadas. Su círculo de hierro son generales importantes que salieron hace pocos años o meses a retiro. Su compañero de lista, Hamilton Mourao, un duro, salió a retiro hace cinco meses tras fuertes declaraciones contra el PT.

–¿Hay peligro de Golpe de Estado?

–No creo que las Fuerzas Armadas brasileñas quieran, puedan o les convenga dar un golpe militar o algo así. Lo que buscan es apañar fuerte a Bolsonaro. Probablemente las Fuerzas Armadas estén buscando un pacto republicano para darle gobernabilidad. De todos los factores de poder que hay en Brasil, Bolsonaro tiene dentro a las Fuerzas Armadas, a los empresarios y al Poder Judicial. El Congreso todavía no, pero va a estar dentro.

–¿Es Bolsonaro un fascista?

– Para alguien de derecha, todo lo que no le gusta es comunismo o populismo. Para alguien de izquierda, todo lo que no le gusta es fascismo. Al final terminan siendo rótulos bastante vacíos, porque todos serían fascistas o comunistas. Yo creo que Bolsonaro ha sido hasta ahora un ultra derechista. La ultra izquierda y la ultra derecha tienen dos características: reniegan del régimen democrático y defienden el uso de la violencia política. La mayor parte de su carrera Bolsonaro ha sido un ultra derechista. Ha defendido la tortura, el racismo y la homofobia, sin duda formas de violencia política.

–¿Va a llevar adelante un gobierno de derecha o de ultra derecha?

– Espero que sea un gobierno de derecha y no de ultra derecha.

"Con la senadora Van Rysselberghe,
Piñera mandó mensajes políticos bastante más afectuosos"

–"Apostaría que a Bolsonaro le gustaría que su primera visita al extranjero como presidente, si es electo, sea a Chile", escribió usted en Twitter apenas aterrizó de Brasil...
–La campaña de Bolsonaro mira con interés que el llamado modelo chileno fue hecho por un gobierno de las Fuerzas Armadas, una dictadura, y que gracias al liberalismo económico Chile logró una estrategia de desarrollo que ha logrado muy buenos resultados. En su equipo tienen armado un esquema que es más sofisticado de lo que parece. Por ejemplo, no querían privilegiar una relación con José Antonio Kast....
–Pero Kast se reunió con Bolsonaro.
–Kast llevaba meses tratando de que lo reciban y aceptaron recibirlo solo después de Jacqueline van Rysselberghe. Bolsonaro no tuiteó la foto con Kast y, en cambio, sí tuiteó la imagen con Van Rysselberghe. Obviamente, Bolsonaro quiere hacer un gobierno exitoso y vincularse con la derecha que está gobernando en Chile, no con un outsider que es ahora lo que Bolsonaro fue antes de llegar al poder.
–¿Su primera visita oficial sería a Chile?
–Las señales de la gente de Bolsonaro eran que les gustaría que la primera visita fuera a Chile y firmar aquí el TLC, que está listo para firmarse. Pero yo creo que va a ser a Argentina: Macri le ganó el quien vive a Piñera y lo llamó antes de que lo elijan presidente, porque Macri sabe perfectamente lo que en Chile deberíamos saber: que no importa quién esté de presidente de Brasil, hay que tener buena relación de Estado. Piñera ha dado señales públicas de estar apostando por una gran relación económica y una relación política medio tibia. Pero tengo entendido que con la senadora Van Rysselberghe mandó mensajes políticos bastante más afectuosos.

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