Economía

El inicio de la era Trump desplazará el foco de la tensión geopolítica global al Mar Meridional de China

a llegada del magnate ha redibujado la política y la economía mundial, y ha comenzado a escribir un nuevo orden mundial. El “Pivote a Asia” de Obama habría llegado a su fin y una “guerra a gran escala” no sería imposible.

Por: M.G. Arteaga/ M. Akbulyakova | Publicado: Viernes 20 de enero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Washington se convertirá hoy en una fortaleza virtual por las extremas medidas de seguridad que se han tomado en la capital estadounidense, a propósito de la toma de posesión de Donald Trump.

Y, simbólicamente, comienza así también una era en la que EEUU empieza a levantar muros para proteger a sus ciudadanos y a su economía de los enemigos externos que fueron señalados por el nuevo mandatario durante su campaña.

Trump ha arremetido contra antiguos aliados y socios internacionales e incluso ha declarado el inicio de una posible guerra comercial con China.

Así, el escenario de riesgos geopolíticos para 2017 abre nuevos frentes más allá de los acostumbrados conflictos en el Medio Oriente. Las disputas, y hasta un posible enfrentamiento bélico que se asoma en el Mar Meridional de China, estarán en el centro de atención a partir de ahora. “No hay duda que la geopolítica está cambiando. No sólo Filipinas –cuyo presidente ha arremetido fuertemente contra Washington– sino Tailandia y Malasia se han mostrado más atraídos al modelo de política de China y a una economía más comercializada”, aseguró a DF Anthony Saich, director del Centro Ash de Gobernanza e Innovación Democrática de la Escuela Kennedy de Harvard.

Guerra a gran escala

Las medidas que el nuevo jefe de Estado tome en la región, y que podrían comenzar con la definición de China como “un manipulador de divisas”, conducirán las relaciones y tensiones en los próximos meses. Una “guerra a gran escala” podría desencadenarse, según aseguró ayer una editorial del diario estatal chino Global Times.

La semana pasada, Rex Tillerson, nominado por el nuevo titular de la Casa Blanca como secretario de Estado, había avivado las tensiones al asegurar ante el senado de su país que China no tendrá acceso alguno a las islas que ha construido en el Mar Meridional. Beijing respondió diciendo que la única manera de evitarlo sería con un verdadero enfrentamiento bélico.

Y es que el Mar Meridional de China se ha convertido en un campamento armado en el que los países en conflicto muestran su poderío militar ante una posible confrontación por las aguas disputadas que reclaman también Filipinas, Vietnam, Malasia, Taiwán y Brunéi.

China ha expandido su influencia construyendo bases militares en islotes y arrecifes artificiales, y EEUU mantiene en movimiento su flota instalada en Japón con la que defendería a sus aliados en la zona en caso de que Beijing no cumpla “con los estándares internacionales”.

El Pentágono ha asegurado que no renunciará a su programa de Libertad de Navegación que, además de los habituales buques de guerra, ahora incluye los vuelos de los bombarderos B-52.

Beijing entonces ha presumido de sus bombarderos H-6K con capacidades nucleares, que sobrevuelan el Bajo de Masinloc en disputa con Filipinas alimentando la preocupación en Washington.

La región marítima en discusión es de gran interés para el gigante asiático porque, además de poseer grandes reservas de gas y petróleo, es una ruta clave para el comercio global. Al año, US$ 5,3 billones (millones de millones) –equivalente a 25% del mercado mundial-– atraviesa la zona.

Nuevo orden mundial

El triunfo de Trump ha redibujado la política y la economía mundial, y ha empezado a forzar a la mayoría de los tradicionales aliados de Washington a repensar sus posiciones.

Lo hicieron en septiembre los líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, su sigla en inglés) quienes se reunieron en Perú, para impulsar una zona de libre comercio en la región.

Y la llegada de Trump parece terminar el legado de Obama del “Pivote a Asia”, con el que intentó por años acercarse a la región y fortalecer las relaciones con los países del continente. Por décadas, presidentes estadounidenses basaron su política hacia China en la necesidad de evitar un choque. Trump, sin embargo, ha llevado adelante una retórica completamente opuesta.

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