Economía

Éxito económico y carisma, ¿qué dirán los libros de historia de Barack Obama?

Cuando su segundo período entra en el último cuarto, al mandatario le preocupa su legado, la obsesión de los presidentes de EEUU.

Por: Belén López-Palop y Ainhoa Murga | Publicado: Lunes 20 de julio de 2015 a las 04:00 hrs.
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En enero de 2009, cuando el presidente Barack Obama asumió el cargo, la economía estadounidense destruía 800.000 puestos de trabajo al mes. La tasa de desempleo siguió aumentando durante el turbulento primer año de Obama, alcanzando una tasa de 10% ese octubre.


Ha pasado mucho tiempo desde entonces. En 2014, EEUU experimentó el mayor aumento del empleo desde 2000 y el PIB creció 5%, el mayor incremento en el último lustro. Además, el mercado de la vivienda se ha recuperado, la inflación se ha mantenido baja, el déficit del presupuesto federal ha pasado de US$ 1,4 billón en 2009 a US$ 483 mil millones, y gracias a las nuevas tecnologías de extracción de hidrocarburos como el fracking, el país está cerca de alcanzar el autoabastecimiento energético.


Sin embargo, una persistente sensación de decepción rodea la economía nacional cuando los salarios son muy bajos, la desigualdad es demasiado extrema, el crecimiento sigue siendo lento, y la clase media ve cómo se aleja el sueño americano.


El índice de aprobación de Obama aún está por debajo del 50%, y los candidatos presidenciales republicanos, en contra del Obamanomics, califican los últimos seis años como una era de extralimitación en el sector público y de estancamiento en el sector privado.


La pérdida del control de las dos Cámaras en noviembre de 2014 le ha dejado sólo, valiéndose de su carisma político y las prerrogativas de veto legislativo propias de su cargo para sacar adelante las últimas iniciativas de un programa electoral de "esperanza y cambio".

 

Jorge díaz cardiel: "Será recordado por los casi 14 millones de empleos creados en ocho años"

Si bien los hitos de Barack Obama en política exterior o doméstica están definidos, a medida que se acerca el ocaso de su mandato los expertos sopesan cuál será su legado económico. Para Jorge Díaz Cardiel, socio director de Advice Strategic Consultants, será haber sacado al país de la recesión y lograr el período de creación de empleo más largo del siglo.
- Cuando acabe su mandato, ¿por qué será recordado?
- En materia económica, pasará a la historia como el presidente que con un crecimiento en términos de PIB suave, porque ha crecido en todo este período una media de 2,2% que no es mucho, ha logrado una muy fuerte creación de empleo gracias a la apuesta por las tecnologías de la información. Entre junio de 2009 y enero de 2015, se crearon 12 millones de empleos, cuando acabe la presidencia serán casi 14 millones, es la racha de creación de empleo ininterrumpida más larga del siglo. Él heredó la Gran Recesión de 2007-2009 y, si no hubiera tomado las medidas que tomó, fundamentalmente el rescate a la banca, farmacéuticas, aseguradoras, etc., el país hubiera caído en una segunda Gran Depresión, como la de 1929, que es lo que Obama quería evitar.
- ¿Y algún error?
- Se podría decir, por una parte, la implementación incompleta de la reforma financiera (Ley Dodd-Frank que promueve la estabilidad financiera, aprobada en 2010 y pendiente de desarrollo reglamentario), por culpa de los republicanos. Por otra, que no haya podido realizar la reforma energética para las renovables ya que el fracking ha conseguido formas más baratas de obtener gas y petróleo. Sin embargo, no los considero fallos como tal, porque se han conseguido objetivos que trascienden a los partidos: poner los medios para que no se repita una recesión como la de 2007 y la independencia energética del país.
- Su aprobación está en 46%, ¿es un mal dato?
- A estas alturas, George W. Bush estaba en 20%. No hay que olvidar la gran expectativa que generó en 2009. La situación es normal, fruto del desgaste del gobernante. Que a estas alturas de mandato esté ese nivel de aprobación y no en un 20% es un milagro.
- ¿Cuál será el foco en lo que resta de mandato?
- La reforma de la inmigración, la lleva prometiendo ocho años y se la debe a los hispanos.
- ¿Está apostando por temas que "engorden" su legado?
- Quiere focalizarse en temas que le gustan y que le aseguren un lugar en la historia. Busca logros duraderos, de gran calado, que afecten a grandes colectivos de la población.
- ¿Logrará cerrar los acuerdos comerciales con Europa y Asia?
- Sí, porque va en el interés de las empresas. Pese a la oposición de los republicanos, las empresas están haciendo lobby para que se apruebe, porque quieren fabricar y vender en Asia.
- ¿Cómo afecta su legado a la carrera presidencial de Hillary Clinton?
- Hillary va a capitalizar el prestigio que tanto su marido Bill como Obama tienen en la sociedad americana como generadores de empleo y crecimiento económico.

Política doméstica: por el bien común

Fue hace ocho meses, después de que las elecciones de mitad de mandato dieran a los republicanos el control tanto del Congreso como del Senado, cuando la opinión pública comenzó a tratar a Obama de presidente saliente.


Sin embargo, una semana histórica cambió las cosas. En un lapso de siete días, la Corte Suprema de Estados Unidos entregó a Obama dos victorias clave para su política interna: el Obamacare, su proyecto central en legislación nacional, y el matrimonio homosexual.


A finales de junio, los jueces dieron la razón al presidente demócrata, dictaminando que los subsidios para adquirir un seguro médico eran legales. La decisión, que amplía la cobertura a más de diez millones de personas sin seguro, consolida la ley como un nuevo pilar del Estado de bienestar estadounidense.


Asimismo, el máximo tribunal del país legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en los 50 estados del país, una de las decisiones más esperadas del último tiempo, al tiempo que Obama obtenía un impulso clave para su agenda comercial.


Tras semanas de batalla parlamentaria, el Senado aprobó una legislación clave para la firma del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, su sigla en inglés) y un tratado de comercio con la Unión Europea, que cuenta con fuerte oposición a ambas orillas del Atlántico.


Después de dos votaciones desfavorables en la Cámara de Representantes que hicieron tambalear a la iniciativa, el Senado otorgó a Obama la Autoridad de Promoción del Comercio (TPA, su sigla en inglés), una vía rápida que permite que el presidente negocie acuerdos comerciales sin que puedan ser modificados por el Capitolio, sólo aceptados o rechazados.


Además, bajo su ambiciosa agenda de política económica interior, Obama está dispuesto a acometer el gran reto del siglo XXI: reducir la disparidad de ingresos, mejorando el nivel de vida de la clase media. Para ello, el mandatario pidió colaboración al Congreso para sacar adelante una reforma fiscal que grave las rentas más altas y las de capital, ahora que el déficit ha sido reducido sustancialmente.


También ha puesto el foco en la educación, buscando rebajar a cero el costo de los dos primeros años de "community college" (centros públicos de educación superior). La propuesta de Obama beneficiaría a nueve millones de estudiantes cada año y permitiría a cada uno de ellos ahorrar una media de
US$ 3.800 si estudian a tiempo completo.

Política exterior: la diplomacia por encima de la fuerza

Como otros presidentes que le antecedieron, Obama está aprovechando los últimos meses en la Casa Blanca para volcarse en la política exterior. Tras años en que la primera potencia fue a remolque de crisis imprevistas en Europa y Oriente Próximo, el mandatario ha retomado su agenda.


Cuando su segundo mandato entra en el último cuarto, a Barack Obama le preocupa su legado, el lugar que ocupará en los libros de historia, la gran obsesión de todos los presidentes de Estados Unidos cuando se acerca el momento de abandonar el poder.


La relación con Cuba, los acuerdos comerciales y medioambientales y la concreción de un pacto nuclear con Irán podrían ser determinantes.


A fines del año pasado, el mandatario estadounidense logró un ambicioso acuerdo con China para reducir las emisiones que provocan el cambio climático, además de acuerdos comerciales con la propia China e India.
La estrategia responde a la convicción de que es allí, y no en Europa ni en Oriente Próximo, donde Estados Unidos se juega su hegemonía. Además, afronta la realidad de una China ascendente en los mercados mundiales y más agresiva en su zona de influencia en el Pacífico.


El giro respecto a Asia es también un intento de romper con más de una década en la que la política exterior se ha confundido con la política de defensa. Si bien esto no ha acabado, como demostraron las intervenciones estadounidenses contra el Estado Islámico en Irak y Siria y las maltrechas relaciones con Rusia tras la crisis en Ucrania, los acuerdos sobre intercambio comercial o cambio climático están más en la línea con las creencias que llevaron a Obama a la victoria hace más de seis años: las bombas no siempre son el mejor medio para defender los intereses de EEUU.


Otro argumento del Obama de 2008 regresó recientemente ahora: el que defendía romper el tabú de hablar con los enemigos. Esto se vio con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, pero sobre todo en el histórico pacto con Irán que limita su programa nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones.


Aunque las negociaciones podrían prolongarse -el Congreso tiene 60 días para aprobar el pacto-, éste no sólo aleja a Irán de la bomba atómica, si no que facilitaría normalizar las relaciones entre Washington y Teherán, rotas desde 1979.

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