Experto cubano y cambio de mando en Cuba: “Es una jugada publicitaria para dar una señal de cambio que no es real”

"Lo que Cuba busca ya no existe", sentencia el experto en relaciones internacionales y subdirector del Instituto de Investigación sobre Cuba de la U. Internacional de Florida, Sebastián Arcos.

En conversación con DF, el experto, nacido en La Habana y quien trabajó en la Comisión de Derechos Humanos de la isla hasta su exilio en 1992, señala que la isla necesita "un aliado incondicional ideológico que además tenga una economía lo suficientemente poderosa como para mantenerla. Eso ya no existe".

La isla enfrenta hoy un punto de inflexión, en momentos en que la presidencia sale de manos de los Castro por primera vez en casi 60 años. Mientras el mundo sigue con atención la transición, Arcos asegura que no traerá un giro en el rumbo del aislado país.

"No es un cambio. Esto es continuismo. Aquí no hay nada nuevo, sólo una cara nueva en la presidencia, que es el rostro público del gobierno cubano" señala.

Sebastián Arcos

Agrega que "Raúl Castro no está dejando el poder: mantiene los dos puestos más importantes del poder en Cuba, que son la dirigencia del partido y de las Fuerzas Armadas".

- ¿Tiene alguna relevancia histórica que no haya un Castro en la presidencia?

- Ninguna. No estamos hablando de una Cuba sin Castro ni un relevo generacional. Simplemente, es una jugada publicitaria hacia afuera, para dar una señal de cambio que no es real.

- ¿Por qué decide Cuba enviar esta señal ahora?

- Lo que estamos viendo es un acomodo a la situación política internacional, sin la Unión Soviética y sin Venezuela, que está colapsando. El gobierno cubano se está quedando sin fuentes de sustento, porque siempre dependió de un patrón extranjero. Y ni Rusia ni China están interesadas en convertirse en los nuevos patrones de Cuba.

- ¿Por qué? Ambos han ayudado a Venezuela.

- Los chinos son muy pragmáticos: si se habla de la alianza ideológica entre los hermanos partidos comunistas, está muy bien, pero cuando se empieza a hablar de dinero, los chinos quieren hacer negocios. No regalar dinero. Rusia está en una situación similar. La alianza es más por la ideología antiamericana que por el marxismo, que ya no gobierna en Rusia. Además ellos tienen sus propios problemas económicos.

Vientos de cambio

Tras asumir la presidencia en 2008, de manos de su hermano Fidel, Raúl Castro dio señales de una apertura económica que nunca llegó. Incluso, llegó a reunirse con el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, en un intento de acercamiento que quedó sin resultados.

"El mundo pensó que Castro seguiría el camino de China, pero claramente no lo hizo", sostiene Arcos. Detalla que el mandatario "impulsó reformas mínimas: permitir la compraventa privada de automóviles y viviendas, arrendar tierras a campesinos privados y aumentar el número de licencias para pequeños negocios privados. Todo eso se ha paralizado en los últimos tres años".

- ¿Podrá implementar reformas el nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel?

- Él depende políticamente de Raúl Castro. No tiene poder para hacer nada contra esa opinión: hará lo que él le permita, o le ordene.

- Por años se ha hablado de la unificación del peso cubano con el peso convertible. ¿Ocurrirá en el corto plazo?

- Es algo que llevan tres años tratando de hacer y no acaban de hacer. Están balanceando los pros y los contras desde hace tiempo y no acaban de decidirse. Eso demuestra la naturaleza rígida del régimen una vez más.

- ¿Qué futuro ve para la isla?

- Tienen dos opciones, que son las que casi siempre han tenido: una es la apertura, reinserción en la economía internacional, que requiere reformas profundas de orden al menos económico, como hizo China. El otro camino es seguir en lo mismo y que se hunda aún más la economía cubana. La destrucción de la infraestructura, el atraso tecnológico, la decadencia social que acompaña a todo esto.

- ¿Cuál escogerán?

- El régimen cubano tradicionalmente ha optado por mantener el curso del control absoluto del país antes que abrirlo, a riesgo de perder el poder.