Economía

Felipe Calderón: “Si Trump gana, los consumidores estadounidenses irán a la ruina”

El ex mandatario dice que frenar las inversiones en México, que son más competitivas, implica revivir una crisis migratoria que ya se estaba superando.

Por: Renato García J. | Publicado: Martes 11 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Tras casi 70 años de dominio ininterrumpido del PRI, Felipe Calderón fue el segundo presidente del centro derechista Partido de Acción Nacional (PAN), en México. Mientras la mayoría de los emergentes vivía un auge gracias al ascenso de China, su gobierno (2006-2012) estuvo marcado por la profunda crisis económica en EEUU, su principal socio comercial, que golpeó duramente a México.

Hoy, cuando el estancamiento y el descontento por la creciente desigualdad impulsa el discurso populista de Donald Trump en la campaña presidencial, su vecino nuevamente está sintiendo de cerca el impacto.

- ¿Por qué cree que está avanzando el discurso populista en el mundo?

- Son varias razones. Una es la irresponsabilidad de los liderazgos políticos que se benefician de estas expresiones porque recurren a exacerbar los sentimientos más bajos de las personas, como el odio y la venganza. Pero también subyacen en Europa, EEUU y otras regiones problemas que no han sido resueltos, como la migración, y que pueden generar temor en la población que puede ser fácilmente manipulada. En tercer lugar, en todo el mundo hemos pasado por momentos económicos muy difíciles y todavía, en algunos casos, persiste la recesión. Eso genera un sentimiento de pérdida que hace que el elector busque inconscientemente a quién culpar, y eso es una amplia avenida para este tipo de movimientos.

- Muchas veces va acompañado de una retórica proteccionista. ¿Ve un retroceso en la globalización?

- Más allá de ganancias o pérdidas para sectores específicos, a nivel agregado, el comercio genera beneficios para todos. El crecimiento económico, la creación de empleo, la creatividad y la innovación, sólo se pueden dar sobre el ejercicio de la libertad económica, desde el respeto a la propiedad privada, hasta la libertad de comprar y vender. Es ingenuo como pretende Donald Trump tratar de dar vuelta al reloj, volver 100 años, a la época del invento de la fabricación en serie y creer que los autos sólo se pueden fabricar en EEUU, por trabajadores de EEUU, con salarios altos para funciones que ahora son totalmente automatizables. Hoy se pueden producir autos mejores y más baratos en muchas partes del mundo, y eso beneficia a los consumidores e incluso a las propias empresas de EEUU. Ford hubiera quebrado en 2009 si no hubiera sido porque tenían plantas mucho más competitivas en México. De no haber sido así, habría tenido que despedir a miles de trabajadores en EEUU. Esta tentación de sobre simplificar la problemática, parte de una ignorancia sobre cómo funciona la economía que daña terriblemente a la política, pero tiene la peligrosa ventaja de que permite dar explicaciones fáciles a problemas que son extraordinariamente complejos.

- ¿Qué tan grave sería un triunfo de Trump?

- Trump representa la mayor amenaza de reventar masivamente el comercio global. Si pudiera impedir que haya inversión de empresas estadounidenses en otros países y que sólo los estadounidenses puedan invertir en su país, sus consumidores tendrían que pagar varias veces más lo que pagan hoy por productos que van desde el consumo diario, como sus alimentos, hasta teléfonos móviles. Pretender que los trabajadores tengan salarios muy altos protegiendo la producción local hará que los consumidores vayan a la ruina.

México es el segundo mayor comprador de productos de EEUU en el mundo. Nuestras compras generan trabajo directo a 1,2 millón de familias en EEUU. Bloquear la economía de México provocará el empobrecimiento del país, y paradójicamente el aumento de la migración de mano de obra mexicana a EEUU. Algo que Trump no dice es que la migración neta de trabajadores mexicanos a EEUU bajó a cero en 2010 y ahora incluso es negativa. En los últimos años México creció a tasas más del doble que la de EEUU. Hay trabajadores mexicanos que van a EEUU, pero son iguales o menores que los que regresan. Frenar las inversiones en México, que son más competitivas, va a implicar, contra lo que quiere Trump, revivir una crisis migratoria que ya se estaba superando.

Non grato en Venezuela

- Usted fue declarado persona non grata por el gobierno de Venezuela. ¿Cómo cree que va a terminar la crisis?

- Me duele profundamente la situación venezolana pero debo decir que para mí, ser declarado persona non grata por un dictador, es un honor que le agradezco mucho a Nicolás Maduro. Me daría vergüenza que me nombrara visitante distinguido.

Los venezolanos no han recibido la solidaridad internacional que deberían, incluyendo, por desgracia, de mi propio país. El mundo le está dando la espalda a Venezuela y eso hay que denunciarlo.

Es muy difícil especular sobre cómo pueden derivar las cosas, pero la historia indica que puede seguir dos caminos, el primero, una tragedia como la de Cuba, que sería imperdonable para todos, y segundo, algo como la primavera árabe. En Cuba y Corea del Norte, en el peor momento de crisis social, política y económica, estos gobiernos dictatoriales pudieron subsistir gracias al apoyo de la URSS. Este no es el caso de Venezuela y menos ahora con los precios del petróleo como están. Por eso urjo a la comunidad internacional a buscar una salida democrática que frene los atropellos a los derechos humanos y evite consecuencias fatales para todos.

- ¿A los gobiernos de centro izquierda de la región, como en Chile, le provoca algún problema existencial criticar al proyecto bolivariano?

- Yo no voy a juzgar a Chile o a su gobierno, pero sí creo que en el caso de la presidenta chilena, ella pertenece a una etapa democrática por la cual ella luchó y sufrió, y que deben ser los principios democráticos, más allá de las afinidades ideológicas, los que deben prevalecer por sobre cualquier consideración ideológica, porque la crisis venezolana es una crisis de democracia y de derechos humanos. Pero yo no veo nada que haya parecido entre la tragedia venezolana y las políticas públicas chilenas, llamadas de izquierda.

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