Economía

Italia se juega su estabilidad económica el domingo en elecciones cargadas al populismo

A pesar de que el desempleo ha bajado y el poder adquisitivo de los hogares ha recuperado terreno, la población resiente el deterioro que produjo la crisis.

Por: Nicolás Wiechert R. | Publicado: Jueves 1 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Mientras Italia se prepara para ir a las urnas el domingo, las cuatro fuerzas políticas de más peso en las encuestas ya han presentado a sus candidatos para las elecciones parlamentarias.

El Partido Demócrata, que está actualmente en el poder, tiene pocas opciones de evitar que la derecha llegue al poder de la mano del partido centroderechista Forza Italia, del expremier Silvio Berlusconi.

Según las encuestas, muchos votantes no están satisfechos con la situación actual del país. El alza en sus indicadores económicos y la mejora de las exportaciones aún no se traducen en una mayor confianza de los italianos en su economía.

El Producto Interno Bruto creció 1,5% en 2017, su ritmo más acelerado desde 2010, aunque por debajo del promedio de la zona euro de 2,4%. La Comisión Europea espera que el impulso se mantenga este año.

Por su parte, las acciones de las empresas que cotizan en la bolsa de Milán se encuentran entre las de mejor desempeño en Europa; y el rendimiento del bono a 10 años del país, una medida clave de sus costos de endeudamiento y de la confianza de los inversionistas en su sostenibilidad fiscal, se ha mantenido bajo, rondando el 2%.

Desconexión ciudadana

Las grandes empresas italianas temen que la estabilidad económica se pierda en caso de que los partidos populistas –en particular, los ultraderechistas Movimiento Cinco Estrellas y la Liga del Norte- ganen terreno en la votación parlamentaria.

El temor de una sacudida en la tercera economía más grande de la eurozona -en un momento en que el bloque se prepara para una integración más profunda- es común entre los líderes empresariales. Muchos de ellos están a favor del status quo que ha liderado el primer ministro Paolo Gentiloni.

Pero el entusiasmo por el momento económico no es compartido por los ciudadanos comunes y corrientes. Grandes sectores del electorado creen que los líderes empresariales y políticos que hablan de un repunte están viviendo en un universo paralelo.

El desempleo bajó a 10,8% en diciembre -desde un máximo de 13% posterior a la crisis de 2014-, pero sigue muy por encima del 7% previo a la crisis.

El poder adquisitivo de los hogares también ha recuperado terreno, pero aún no ha llenado el vacío creado por la crisis financiera. La pobreza, muy latente en las regiones del sur, no ha variado en los últimos años.

Elecciones inciertas

Las últimas encuestas, publicadas el 16 de febrero, sugieren una amplia gama de resultados. Es probable que los demócratas pierdan escaños y, casi con toda seguridad, la capacidad de gobernar el país por sí solos. Su apuesta para estas elecciones se centra en la figura del exprimer ministro Matteo Renzi, que intenta convencer a los italianos, con poco éxito, de que se están beneficiando del repunte económico postcrisis.

Un resultado probable es una gran coalición de fuerzas políticas centristas que incluyan tanto al Partido Demócrata como a Forza Italia, cuyo líder, Berlusconi, no se puede presentar debido a una condena por fraude fiscal. En su lugar, Antonio Tajani será la carta de los centroderechistas.

También se especula con una coalición de derecha del partido de Berlusconi junto a la Liga Norte -representada por Matteo Salvini- y Hermanos de Italia, dos partidos euroescépticos de extrema derecha. El que obtenga más votos de los tres elegiría al próximo primer ministro.

Por último, el Movimiento Cinco Estrellas también podría surgir como la gran sorpresa. Incluso si el partido de Beppe Grillo -cuya carta electoral es Luigi Di Maio- no puede encontrar suficientes aliados para formar un gobierno, probablemente tendrá mayor presencia en la política italiana que la que ha tenido hasta ahora.

Campaña populista

Mientras los demócratas hacen campaña con un mensaje de competencia y estabilidad, tanto Forza Italia como Cinco Estrellas dicen que es momento de una gran expansión fiscal, incluso a costa de asustar a los mercados por la postura fiscal de Italia. Mientras Di Maio promueve un ingreso mínimo garantizado para los italianos más pobres, Berlusconi quiere introducir un costoso impuesto fijo y aumentar las pensiones.

Los cambios a la economía italiana no se limitarían al ámbito fiscal. Desde 2011, después de que Berlusconi dejara su cargo, el país emprendió una serie de reformas económicas que ahora podrían estancarse o anularse, incluidos el aumento de la edad de jubilación en 2012 y una revisión del mercado laboral en 2015, que facilitó la contratación y despido de trabajadores al establecer una forma menos rígida de contrato permanente.

Ambas políticas fueron impopulares entre los votantes y han sido atacadas incesantemente por Cinco Estrellas y la Liga del Norte como esfuerzos equivocados que fueron impuestos por Bruselas.

El avance populista también podría afectar la posición de Roma frente al libre comercio y su impulso reciente por conseguir nuevos pactos. La Liga del Norte y Cinco Estrellas se han opuesto a los acuerdos y, junto a Berlusconi, han sido en general más resistentes a las adquisiciones extranjeras o la inversión extranjera en el país.

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