Economía

La aceleración en el ingreso de migrantes a Chile no es un problema

El país enfrenta un “terremoto demográfico” por el envejecimiento de la población y economistas llaman a impulsar la llegada de extranjeros.

Por: Economist Intelligence Unit | Publicado: Viernes 9 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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A medida que la inmigración en Chile va en crecimiento, el tema rápidamente ha ganado mayor prominencia política, de cara a las elecciones de 2017. Reformas menores a la permisiva ley de inmigración son probables en los próximos años. Sin embargo, éstas incluirían mayor recolección de datos y no restricciones sustanciales, pues el mercado laboral necesitará más que nunca de la fuerza de trabajo joven y capacitada que hoy provee la inmigración intra-regional.

El favorito para nominación presidencial por la coalición opositora Chile Vamos (CV), el ex presidente Sebastián Piñera (2010-2014), provocó una discusión cuando dijo que Chile debe “cerrar por completo sus fronteras” a los narcotraficantes, crimen organizado e inmigración ilegal. Enfatizó el estatus de países vecinos, Perú y Bolivia, como lugares que proveen el mayor tráfico de drogas y llamó a expulsar a los migrantes que cometen delitos en Chile. Sus comentarios fueron replicados por otros miembros de CV, bloque que anunció que la inmigración será la mayor preocupación política en su manifiesto de 2017.

Cifras oficiales sugieren que la llegada de extranjeros a Chile está creciendo rápido. Según el Departamento de Extranjería, el número de residentes nacidos fuera del país aumentó de 83.805 en 1982 (equivalente a 0,7% de la población) a 410.998 en 2014 (2,3%). Aunque la proporción sigue siendo relativamente baja, el nivel de crecimiento es uno de los mayores del mundo. La relativa estabilidad y prosperidad de Chile (el sueldo mínimo, de US$ 373 mensual, es el tercero más alto en América Latina) atrae a los extranjeros. Las leyes que regulan la migración, promulgadas en 1975, también son relativamente flexibles e indulgentes, dando a los funcionarios fronterizos la última palabra.

Quizá lo más destacable es que el carácter de la migración está cambiando. Chile promovió la llegada de europeos al sur a finales del siglo XIX y siguió dando la bienvenida a los refugiados de Europa y Palestina desde mediados del siglo XX. Migrantes económicos de Perú, Argentina y Bolivia también tienen su presencia en el país hace tiempo. Pero el reforzamiento de las restricciones en EEUU y las crisis humanitarias en otros lugares de la región han generado un aumento de la llegada desde otras naciones.

El número de visas entregadas a los venezolanos, por ejemplo, creció de 758 en 2010 a 8.381 en 2015. 34.400 haitianos entraron a Chile por visa turística en los nueve primeros meses de 2016, comparable con el número total de varios años anteriores. Las llegadas desde la República Dominicana y Colombia crecen:los colombianos aportan un 13,6% al número total de migrantes en 2015.

El “terremoto” demográfico

Ni el nivel creciente de inmigración ni su cambio de rostro parecen problemáticos por sí mismos. Como otras naciones desarrolladas, Chile enfrenta problemas de envejecimiento de población. En 2013, el propio Piñera llamó la atención por el “terremoto” demográfico que enfrenta Chile. La tasa de fertilidad en el país (el número de niños nacidos por mujer en edad fértil) fue de 1,86 en 2015, muy por debajo de nivel de renovación de 2,2. Uno de cada diez chilenos era mayor de 65 años en 2007, pero la cifra llegaría a uno de cada cinco al 2027 si las tendencias de hoy siguen.

En ese contexto, algunos economistas llaman a aumentar los niveles de inmigración. Eso, al parecer, no amenaza con dañar el mercado laboral ni limitar las perspectivas de empleo de los trabajadores chilenos. Aunque el desempleo aumentó un poco en 2016 –a 7,1% en el segundo trimestre, su nivel máximo en cinco años– desde entonces ha bajado a 6,4%, para agosto-octubre.

La ley de inmigración de 1975 también exige el trato preferencial de los trabajadores chilenos, estableciendo que por lo menos 85% de los empleados de cualquier empresa tienen que ser nacionales. Los niveles más altos de inmigración no consumirían demasiados recursos públicos. Los datos oficiales sugieren que 71,9% de los migrantes en edad de trabajo tienen empleo, comparado con 51,8% de los chilenos. Muchos de ellos son altamente calificados, con dos años más de estudios en promedio que sus pares chilenos (13 y 11 años, respectivamente). Nuevos entrantes, particularmente haitianos y dominicanos, suelen ser menos calificados y encuentran trabajo en el sector de construcción.

Cambios en opinión pública

El bajo crecimiento del PIB y débil aumento de salarios reales (promedio anual de 2,6% en 2010-2015) podrían fortalecer los ánimos en contra de la inmigración. Según la encuesta Cadem, 45% cree que la llegada de extranjeros es mala para el país y 41% que es buena. Más de 70% destacó que la inmigración es demasiado alta; 85% apoyó la iniciativa de deportar a los criminales extranjeros; 73% de imponer más restricciones a los futuros migrantes y 66% aceptó la expulsión de migrantes indocumentados. Sin embargo, 91% de los encuestados dijo que los niños de los inmigrantes tienen que recibir la misma educación y atención médica que los niños chilenos.

Tal como en EEUU y Europa, el discurso de políticos chilenos sobre inmigración probablemente forme la opinión pública tanto como sea formado por ella. El tono endurecido ayudaría a Piñera y a CV a ganar la presidencia y el control de la legislatura en 2017, pero las demandas públicas chocarían con nacientes planes de la Alianza del Pacífico (el bloque comercial regional que incluye a Perú, Chile, Colombia y México) de establecer libertad de movimiento de personas entre sus miembros.

Economist Intelligence Unit

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