Nominada de Trump para la CIA tiene un pasado oscuro de torturas en una cárcel secreta en Tailandia

La hasta ahora directora adjunta de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, su sigla en inglés) está a punto de hacer historia: Gina Haspel, una exespía con una larga trayectoria en el organismo, podría convertirse en la primera mujer en dirigir la institución.

El presidente Donald Trump la nominó hoy como reemplazo de Mike Pompeo, a quien designó como secretario de Estado tras despedir a Rex Tillerson.

Haspel es una experta en operaciones encubiertas y trabaja en la agencia desde 1985. Su historial incluye episodios oscuros: en 2002, estuvo a cargo de una prisión secreta en Tailandia, en la que sospechosos de terrorismo fueron torturados, según fuentes anónimas consultadas por The Associated Press.

Una investigación del senado determinó que dos individuos, acusados de ser miembros de Al Qaeda, fueron sometidos a ahogamiento simulado. En 2005, Haspel fue la encargada de destruir las cintas en las que se guardó registro de los interrogatorios extrajudiciales.

El uso de la llamada "tortura del agua" ha sido un legado que pesa en la CIA. Era ilegal hasta que, tras el ataque a las Torres Gemelas en 2001, el gobierno de George W. Bush la autorizó contra sospechosos de terrorismo.

Su llegada como directora adjunta fue bien recibida por veteranos de inteligencia, pero generó resquemores en organizaciones de derechos humanos, entre ellos la Unión de Libertades Civiles Estadounidenses.

El abogado Raha Wala, director de la oficina de seguridad nacional de la ONG Human Rights First, dijo a Bloomberg que "nadie que haya tenido un rol en la tortura de personas merece tener un cargo público, mucho menos liderar una agencia".

Agregó que "permitir que alguien que tuvo un rol directo en un programa ilegal, inmoral y contraproducente es olvidar a propósito la oscura historia de nuestro país con la tortura".