Economía

La congestión como externalidad aplicada en cobros para los pasajeros de avión

El estudio plantea la aplicación de tarifas tanto para consumidores como para las aerolíneas con el fin de optimizar la actividad.

Por: Rocío Vargas Suárez | Publicado: Lunes 23 de septiembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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La aplicación de cobros a los usuarios, debido a las externalidades propias de las empresas, es un factor que preocupa a los consumidores de todos los sectores, y por ende, también a la academia. Uno de ellos es la industria del turismo y más específicamente, a la hora de volar.

En ese marco, investigadores de la Vrije Universiteit Amsterdam decidieron comparar las políticas de precios de los aeropuertos, teniendo en cuenta las tarifas por pasajero y por vuelo en los terminales atochados, además de plantear una revisión de esas tarifas para optimizar los cobros.

El Ph.D. en Economía de la Vrije Universiteit Amsterdam, profesor asistente de la Universidad Católica y coautor del paper, Hugo Silva, explicó a Diario Financiero que el transporte aéreo es una parte clave de la actividad económica, ya que "firmas, hogares, turismo y comercio se basan, en parte, en él", lo que motivó el estudio.

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Silva postuló que el tráfico aéreo en el mundo ha estado creciendo de manera sostenida y que sus beneficios son evidentes, pero que el costo asociado también ha avanzado significativamente. "En particular, las demoras y atrasos de vuelos generan grandes pérdidas a los pasajeros y aerolíneas. Por ejemplo, el costo total por demoras en aeropuertos en Estados Unidos en 2018 se estima en US$ 28 mil millones", dijo.

Golpe a los consumidores

El documento postula que la aplicación de cargos tanto para las aerolíneas como para los pasajeros son necesarios para optimizar el servicio: "Demostramos que un aeropuerto requiere ambos instrumentos de fijación de precios para lograr el mejor resultado, y distinguimos su papel demostrando que las externalidades de congestión deben abordarse a través de peajes por vuelo, mientras que la ineficiencia causada por el esfuerzo del poder de mercado de las aerolíneas debe ser corregido con subsidios por cada pasajero", indica el escrito.

Pero Silva precisó que la reducción de los atochamientos y retrasos es una preocupación no sólo de consumidores e investigadores, sino que también de los gobiernos y reguladores.

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A pesar de que la investigación plantea las tarifas como un motor para optimizar la actividad, la Ph.D. en Marketing de la Universidad de Michigan y profesora asociada de la Universidad Diego Portales, Luciana de Araujo, discrepó. "La congestión debería ser tratada de otra manera, sin perjudicar al consumidor. Pagar más por congestión, para mí es lo mismo que pagar más por ineficiencia y eso no es lo correcto. Los ineficientes se tienen que hacer eficientes o salen del mercado", manifestó la académica en entrevista con DF.

Sin embargo, Silva aclaró que los pasajeros sufren directamente el traspaso del costo ya que son los consumidores finales. "Las demoras y cancelaciones de vuelos les cuestan tiempo y afectan las actividades de las personas. La mayoría de los costos por demoras en aeropuertos los perciben los pasajeros", dijo.

De Araujo planteó que Chile, al ser un mercado más pequeño y con menos competencia, aún puede sacar ventaja de eso, "porque en un sector muy competitivo, dejar que el consumidor 'pague la cuenta', no sobrevive mucho tiempo en el mercado (...) Ese es un mindset totalmente equivocado como visión de negocio". Argumentó que el aeropuerto de Singapur es un buen ejemplo, porque si bien es muy transitado, la congestión se enfrenta con recursos como ampliaciones y rebajas en períodos de menor demanda: "Son tan eficientes que pueden tener un volumen mucho mayor de vuelos y aún así, terminan cobrando menos".

Chile, por su parte, está ampliando su mercado y aerolíneas como Emirates están aterrizando en suelo nacional, lo que favorece la competitividad y por lo tanto, al consumidor, punto en el que ambos académicos concuerdan. De Araujo aseguró que con esto "finalmente mejorará el mercado. Así el consumidor tiene más opciones de precios, calidades, trayectos, etc.". Agregó que lo anterior empujaría a que "las compañías que están cómodas, se vean obligadas a ofrecer un servicio mejor".Eso sí, la académica destacó que este punto es un arma de doble filo, ya que ha gestado un escenario de extremos: "Hay compañías cortando beneficios como maletas y comidas, y en el otro extremo están las de lujo, que incrementan cada vez más su oferta de servicios".

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