Economía

Mary O’Grady: “Las instituciones que dan cohesión social han empezado a resquebrajarse”

La periodista y editora estadounidense advirtió sobre el peligro que, a su juicio, puede causar la modificación del modelo de Estado con una nueva Constitución chilena.

Por: María Gabriela Arteaga | Publicado: Lunes 4 de noviembre de 2019 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

"Las sociedades civilizadas resuelven las cuestiones de gobernanza en las urnas y a través de instituciones independientes, no con bombas incendiarias", escribió la semana pasada la reconocida columnista de The Wall Street Journal, Mary Anastasia O'Grady, en un artículo sobre el reciente estallido social en Chile, que se originó tras el alza en el pasaje del Metro y que detonó en mayores protestas por otras demandas.

En entrevista con Diario Financiero, la periodista y editora estadounidense -también una de las editoras del Índice de Libertad Económica- delineó lo que, a su juicio, podrían ser las causas de la crisis, y planteó la necesidad de un trabajo entre Estado, sociedad civil y sector privado para resolver las demandas, pero advirtió los problemas de fondo que podrían surgir de este conflicto.

En materia económica, destacó que si bien la tasa de pobreza en el país bajó a 9% desde el 68% que registraba en 1990, "todavía hay mucho trabajo por hacer" y nada de ello va de la mano de la violencia hasta ahora vista en algunas de las manifestaciones que se han tomado las calles de Santiago y regiones.

- ¿Le sorprendió el repentino movimiento social?

- Me sorprendió la violencia; el nivel de agresividad. Las protestas en sí no tanto, especialmente porque creo que hay una larga tradición en Chile de ver a la gente salir a las calles a expresar sus reclamos. Eso forma parte de vivir en democracia.

No estoy en condiciones de decir si las quejas ciudadanas de los chilenos son legítimas o no. Entiendo, por ejemplo, que los tiempos de desplazamiento son muy largos en Santiago. Y creo que la gente está frustrada con eso. Pero, las marchas en sí mismas, por lo que puedo entender, no están impulsadas por un requerimiento único.

Sorprende la magnitud de los daños, que no se hacen sólo con cócteles molotov. Considero que hay actores que no representan a los chilenos de a pie y que estuvieron involucrados en esa violencia.

- ¿Cree entonces que son movimientos organizados?

- Lo que sí creo es que hay cierto patrón en la región de usar violencia para derribar gobiernos electos democráticamente. Este es el modus operandi de Venezuela y Cuba, y termina siendo un problema para la región. En las democracias no debemos comenzar a aceptar que se use la violencia para poner fin a los gobiernos. No me parece una buena receta para la civilización, el desarrollo o la prosperidad.

- ¿Cuál podría terminar siendo el impacto de eventos como los que hemos visto recientemente en la región?

- Lo que puedo decir es que el uso de la violencia para someter a un país entero no es consistente con la democracia liberal. Por eso, creo que todos los que queremos vivir en una democracia liberal moderna tenemos que resistirnos a esos eventos. El liderazgo de aquellos que quieren vivir en una democracia liberal tiene que apuntar a defender los derechos del resto de los ciudadanos.

El otro punto al que me refiero en mi columna es que aquellos que creen en el modelo que ha hecho a Chile progresar, deben hacer un mejor trabajo en defenderlo. Aquellos que se han hecho más ricos con este modelo deberían saber cómo defender la moralidad del mercado y deberían defenderla. Hay que explicarles a los chilenos por qué este sistema es superior al que tiene Venezuela.

- A su juicio, ¿en qué se diferencia y a qué hay que prestar atención entonces?

- Uno de los grandes problemas de la actualidad es que no vivimos de utopías. La izquierda está para decir que como no todo es perfecto, debemos desechar el sistema. Promete utopías, pero no cumple. La derecha, por su parte, no promete utopías y dice que la mayor cantidad de personas estará mejor con este sistema. Eso no significa que sea perfecto, pero es el que mejor funciona. Y tenemos que intentar continuamente ir mejorando ese sistema. No sólo por acciones del Estado; la sociedad civil también tiene que tratar de mejorar ese sistema.

- ¿Es ese el mensaje que están dejando las protestas?

- No estoy clara de cuál es el mensaje de las protestas, porque no sé con detalle qué es lo que buscan. Lo que sí sé es que hay que tener una lista de reclamos y observar cuáles pueden ser arreglados por el Estado, y cuáles por la sociedad civil y el sector privado.

Es posible que éste sea un sentimiento de infelicidad generalizado respecto de la cohesión social en un país que tiene un crecimiento muy rápido. Y no creo que nosotros lo sepamos todavía.

El modelo de mercado nunca va a ser perfecto. Una de las cosas que está pasando en Occidente es que las instituciones tradicionales, que solían darnos la cohesión social, han empezado a resquebrajarse. La única forma de resolver lo que está pasando en Chile es definir cuáles son los reclamos.

Reclamos sociales

- Tras las movilizaciones, se ha abierto un debate sobre la necesidad del cambio de la Constitución, por ejemplo.

- Si ese es uno de los reclamos, es una muy mala idea. Hay que observar a Bolivia y Venezuela para determinar que reescribir la Constitución es el primer paso para consolidar el poder del Estado. Sería una muy mala idea.

Considero que lo que está pasando en Chile no es accidental. Aunque no tengo pruebas y es mi opinión, modificar la Constitución no es algo que surge por sí solo de las calles.

Esta propuesta es parte central de un plan del Foro de Sao Paulo, que tiene como premisa cambiar la Carta Magna en cada país al que llega. En naciones como Chile, la Constitución está para asegurar la independencia de las instituciones y que no surja un caudillo que pueda consolidar el poder, por ejemplo. Esta acción del Foro de Sao Paulo es algo que rechazo categóricamente.

- Otro de los reclamos es la desigualdad.

- Si se analizan cosas como desigualdad de ingresos o movilidad social, ambos factores han venido avanzando rápidamente en Chile. Además, hay que decir que la desigualdad de sueldos, si es que esa es una de las demandas, no es una buena forma de medir a una sociedad justa y libre.

El malestar social se mide por pobreza y Chile ha sido muy efectivo en disminuir la tasa. Además, es también muy importante que una persona que nace en el estrato más bajo tenga la posibilidad de escalar. Y,en los últimos 20 años Chile ha proporcionado enorme posibilidad de movilidad social.

- ¿Y no se podría considerar que quizás los datos económicos no se reflejan en el sentir ciudadano?

- Ese es uno de los puntos: las expectativas. Vivir en un país en el que las expectativas van más rápido que la realidad, genera infelicidad. Ahí está lo difícil del sistema, en el que además se entrelaza la calidad de vida. Uno puede ganar mucho, surgir rápido, pero pasar más de dos horas en trasladarte de casa al trabajo. Hay movilidad social, no hay pobreza, pero aun así no hay calidad de vida.

No quiero sonar como experta en Chile. De hecho no manejo las encuestas, pero sólo digo que podría haber una contradicción quizás en términos de cómo le va al país y al ciudadano en el papel y con los ingresos, y la calidad de vida.

- ¿Cómo evalúa, entonces, la gestión de Piñera en esta crisis tras las medidas anunciadas la semana pasada?

- Creo que podría hacer un mejor trabajo comunicacional. El Presidente necesita el mejor equipo de comunicación. Y necesita actuar más como un defensor de la ley, no sólo de la ley y el orden, sino también del modelo de mercado.

- ¿Y qué opina de la decisión de cancelar la APEC y la COP25? ¿Cómo queda su imagen?

- No le voy a discutir la decisión. Él tiene acceso a información de inteligencia y seguridad, lo hizo porque tiene bases. Aún así, creo que Piñera no tiene nada de qué avergonzarse.

Lo más leído