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El derrumbe de las monedas latinoamericanas

Mientras la caída de las divisas aún no toca fondo, y con las materias primas lejos todavía de un repunte, la región afronta un largo período de bajo crecimiento.

Por: | Publicado: Viernes 4 de septiembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Aunque muchas monedas emergentes han sido golpeadas por la ola de volatilidad en las últimas semanas, reflejando las perspectivas de un alza de tasas de interés en EEUU y preocupaciones por la fortaleza de la economía china, las divisas de Latinoamérica han sufrido una depreciación particularmente dramática. Y nada indica una inminente recuperación.

Esto va a profundizar los dilemas monetarios para muchos bancos centrales, que corren el riesgo de ahogar una ya débil recuperación al subir sus tasas. Con los precios de los commodities probablemente manteniendo sus bajos niveles, la región está en riesgo de ser golpeada por un prolongado período de crecimiento extremadamente bajo.

Muchas economías de Latinoamérica han sido afectadas por la volatilidad cambiaria desde mediados de 2014, cuando comenzó la especulación sobre el inicio del ciclo de ajuste monetario en EEUU y una caída en los precios globales de los commodities hizo que la mayoría de las monedas se depreciara. Sin embargo, incluso bajo estas condiciones, la ola de ventas vista en toda la región a fines de agosto fue notable.

El peso colombiano marcó un mínimo récord de 3.261 unidades por dólar el 26 de agosto, comparado con 1.900 unidades un año antes, ubicándose entre las monedas de peor desempeño del mundo.

El real brasileño no lo ha hecho mucho mejor, anotando también un mínimo histórico contra el dólar a fines de agosto, cuando se transó en 3,67 unidades por dólar. En tanto, el peso mexicano también se hundió a nuevas profundidades, rompiendo por primera vez la barrera de las 17 unidades por dólar a fines de mes, mientras el peso chileno superó las 700 unidades, algo que no ocurría desde 2003.

Turbulencia en el mercado

Existen diversas razones para esta ola vendedora. Factores económicos globales más amplios están influyendo, con muchos mercados emergentes también sufriendo fuertes caídas en sus monedas. A medida que los capitales fluyen de regreso a EEUU ante las expectativas de mayores tasas de interés —Economist Intelligence Unit espera el primer incremento durante la reunión de la Reserva Federal en diciembre— muchas divisas emergentes han experimentado renovadas presiones. Monedas como la lira turca, el ringgit malasio, y la rupia de Indonesia también han sufrido olas vendedoras.

Sin embargo, el hecho de que muchas de las principales economías de Latinoamérica están entre los mayores productores mundiales de commodities ha empeorado las cosas, ya que la brusca caída en los precios de la mayoría de los commodities desde mediados de 2014 (agravada por las preocupaciones sobre el crecimiento de China) han elevado las aprensiones del mercado sobre el panorama económico de Latinoamérica.

El colapso en los precios del petróleo está golpeando a los principales productores del hidrocarburo en la región (Venezuela, México, Colombia y Ecuador), pero con los precios globales de los metales y los commodities agrícolas también cayendo fuertemente, los productores de metales como Chile, Perú y Bolivia, y los productores agrícolas como Brasil y Argentina, se han visto afectados.

Dilemas monetarios

El colapso en el valor de muchas divisas tendrá un impacto inmediato sobre las condiciones económicas locales. Monedas más débiles van a encarecer las importaciones y hacer más competitivas las exportaciones, pero con los commodities representando la mayor parte de los envíos de estos países, la caída en los precios globales va a derivar en una baja en los ingresos por exportación. En muchos casos, esto va a contrarrestar cualquier reducción en el gasto por importaciones, resultando en un deterioro en la posición de cuenta corriente. Sumado a mayores flujos de salida de capitales, la continua acumulación de reservas internacionales que muchos países de la región han registrado en los últimos años podría disminuir o incluso revertirse.

La depreciación de las monedas locales también va a plantear significativos dilemas para los bancos centrales. Las perspectivas inflacionarias están aumentando a medida que los mayores costos de importaciones son traspasados a los consumidores a través alzas en los precios minoristas. La inflación ya está por sobre la meta en muchos países: en julio llegó a 9,6% en Brasil (comparado con la meta de 4,5%), 4,6% en Chile (frente a un rango meta de entre 2,5 y 4%) y 4,5% en Colombia (rango meta de entre 2% y 4%). México es la única de las mayores economías donde la inflación se ha mantenido controlada (cayendo a 2,7% en julio), pero la fuerte depreciación del peso en las últimas semanas seguramente va a cambiar esa tendencia en los próximos meses.

Con la Fed probablemente comenzando a subir su tasa de interés en diciembre, los bancos centrales de Latinoamérica van a estar bajo significativas presiones para subir los tipos a su vez también, particularmente a la luz de la inflación por sobre la meta. A diferencia de lo que ocurre en muchos otros mercados emergentes, la mayoría de los bancos centrales de Latinoamérica han mantenido las tasas sin cambios durante los últimos 18 meses. Las excepciones son Brasil, donde una fuerte alza de la inflación ya ha desatado un ciclo de ajustes, y Perú, donde las autoridades han estado recortando las tasas para estimular la demanda interna.

Pero la decisión de subir los tipos no será fácil, ya que la demanda interna sigue estando débil en muchas economías, de modo que podría sofocar una recuperación ya de por sí bastante modesta. En el caso de Brasil, un mayor ajuste probablemente podría profundizar la recesión. Incluso antes del último brote de volatilidad cambiaria, habíamos pronosticado un crecimiento extremadamente débil del PIB en Latinoamérica (0,7%); pero los eventos posteriores probablemente van a hundir estas proyecciones aún más.

Balanza de pagos

En el lado positivo, la región está mejor preparada para lidiar con una abrupta depreciación cambiaria que en el pasado. La acumulación de reservas en los últimos años (se han más que triplicado en la última década) proporcionan a los bancos centrales un mayor poder de fuego para suavizar los períodos de volatilidad. Aparte de Venezuela existe escaso riesgo de una crisis de balanza de pagos en la región.

Aunque ya hemos incorporado cierta volatilidad cambiaria en nuestras proyecciones económicas, en la mayoría de los casos las monedas se han hundido por debajo de nuestras expectativas. Esto probablemente va a motivar revisiones a nuestros pronósticos de inflación y tipo de cambio. Es posible que diversas divisas toquen nuevos mínimos a medida que la especulación acerca de la política monetaria de EEUU aumente en las próximas semanas.

Dado el tiempo de rezago que existe entre los movimientos de las divisas y sus efectos sobre la inflación, nuestras proyecciones para 2016, al igual que las de 2015, serán afectadas, lo que a su vez va a incidir en el crecimiento del PIB en el mediano plazo. Contra un escenario en el que las condiciones económicas externas probablemente se mantendrán relativamente débiles, y los precios de los commodities no experimentarán un repunte significativo, Latinoamérica corre el riesgo de quedar atrapada en un prolongado período de crecimiento económico débil.

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