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Los dos escenarios de política que se abren en Argentina tras las elecciones

El ajuste macroeconómico es seguro, pero el candidato oficialista tiene mejor margen para implementarlo.

Por: EIU | Publicado: Miércoles 21 de octubre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Las elecciones presidenciales de Argentina este domingo plantean dudas sobre el ambiente político a partir de diciembre, cuando asumiría una nueva administración. EIU asume que el ajuste macroeconómico está en las cartas sin importar cuál de los dos principales contendores se imponga. Tanto Daniel Scioli, del gobernante Frente para la Victoria (FV, la facción dominante del peronismo) como Mauricio Macri, el líder de la alianza opositora de centro Cambiemos, han prometido un ajuste para revivir la entrada de inversiones y el crecimiento del PIB, y corregir las principales distorsiones, incluyendo una tasa de inflación de cerca de 25%. Sin embargo, Scioli plantea un enfoque gradual, mientras Macri ha sugerido un ajuste más rápido. Esta segunda opción tendrá un mayor impacto negativo en el corto plazo, pero la recuperación también será más rápida.

Aunque aún sigue siendo probable una segunda vuelta en noviembre, las encuestas sugieren que Scioli podría imponerse en primera vuelta.

El camino largo de Scioli

Por esta razón el foco está puesto mayoritamiente sobre el candidato oficialista. Para conseguir el apoyo de Cristina Fernández, el gobernador de Buenos Aires está restringido en su discurso público a la ideología heterodoxa predominante. Sin embargo, Scioli es un pragmático cuyas relaciones con las empresas son mucho mejores que las de la presidenta. Su presencia en el FV obedece mucho más a su cercanía con el ex presidente Néstor Kirchner, (bajo el cual sirvió como vicepresidente), que a una afinidad ideológica con Fernández.

Aunque la mandataria intenta mantener su influencia en un eventual gobierno de Scioli asegurando la vicepresidencia para su aliado Carlos Zannini, esperamos que Scioli marque su propio camino si llega a ganar. En un esfuerzo por mejorar la previsibilidad de las políticas, ya designó los puestos clave de su posible gabinete, lo que sugiere una posición más pragmática y pro mercado. Los principales cargos serían para figuras de su círculo interno en la provincia de Buenos Aires, incluyendo a Silvina Batakis como ministra de Economía, y Alberto Pérez como jefe de gabinete. Estas autoridades actuarían como un contrapeso a Zannini en el gobierno.

La elección de Scioli particularmente en la cartera de Economía refleja su pragmatismo y nuestro pronóstico (que se basa en una victoria del candidato oficialista) asume que se aplicará un ajuste fiscal, aunque gradual, dado el problema de las enormes transferencias y subsidios que serán difíciles de cortar desde el punto de vista político. Aunque poco conocida, Batakis tiene un buen historial en el cargo a nivel provincial desde 2011, habiendo recuperado un superávit tras varios años de déficit.

Pese a su enfoque gradual, el equipo de Scioli ha sugerido que un acuerdo negociado que permita a Argentina salir del default ayudará al proceso de ajuste permitiéndole acceder a los mercados internacionales de capital, reduciendo la monetización del déficit fiscal por parte del banco central y permitiendo que la inflación regrese a una cifra de un dígito en cuatro años.

La entrada de divisas extranjeras tras un acuerdo y mejoras en la competitividad por la menor inflación, fortalecería las reservas internacionales que cayeron bajo US$ 28 mil millones a mediados de octubre. Mayores reservas ayudarían a que el muy necesario ajuste del peso para restablecer la competitividad externa se realice de una manera ordenada, aunque el riesgo de devaluación seguirá siendo alto en el corto plazo.

Scioli también impulsaría mejoras en los derechos contratos y la ley, aunque cierto intervencionismo y clientelismo se mantendrá bajo cualquier gobierno peronista. Scioli promete atraer US$ 30 mil millones al año en Inversión Extranjera Directa, lo que parece exagerado (más que México, Chile o Colombia). Pero, asumiendo que los flujos aumenten, la mejora en la balanza de pagos permitirá reducir los controles cambiarios y de capital que alejan a los inversionistas del país.

La vía rápida de Macri

El ajuste en un gobierno de Macri sería más rápido y habría diferencias. Su mayor problema es que está fuera del partido dominante. Su partido Propuesta Republicana (Pro) de centro derecha tiene fuerte presencia en la ciudad de Buenos Aires pero escasa influencia fuera de ella. Aunque ha buscado algunas alianzas dentro del peronismo estaría en una posición política débil, con la mayoría de las instituciones y gobernadores en su contra. Esto complicaría sus esfuerzos para buscar un acuerdo con los acreedores que permita el regreso al mercado de capitales.

Sin eso, tendría que aplicar un ajuste macroeconómico más drástico. El peligro es que levantar los controles sin recuperar el acceso al financiamiento provocaría una mayor fuga de capital en el corto plazo, pero Macri confía que la corrección de las políticas mejoraría la confianza a largo plazo y elevaría las reservas.

Aunque se presenta como el candidato del cambio, es probable que tampoco reviertas ciertas políticas del FV que son populares con los electores, como la expansión de los beneficios sociales y nacionalizaciones.

Riesgo de crisis

Nuestro pronóstico, que se basa en una victoria de Scioli, es que el PIB se enfriará en 2016 a 1%, mientras que la inflación y el déficit fiscal se reducirán gradualmente y el peso se depreciará. Estos ajustes, junto con mejoras en el clima de negocios, deberían llevar al PIB a crecer por sobre 3,5%. Si Macri ganara la segunda vuelta en noviembre, nuestro pronóstico se ajustaría a un mayor endurecimiento fiscal y depreciación, frenando el crecimiento de manera más dramática en 2016, pero también produciendo un repunte potencialmente mayor en 2017. Bajo cualquier escenario esperamos una mejora en el panorama de largo plazo. Sin embargo, dada la situación de balanza de pagos extremadamente delicada y el continuo deterioro de la posición fiscal en el último año, el potencial para una crisis de divisa, lo que produciría una profunda recesión en el corto plazo, sigue siendo un riesgo. Evitar la crisis será un gran desafío para quien asuma en diciembre.

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