EIU

México enfrenta un complejo panorama fiscal

Aunque el gobierno ha ajustado la proyección de crecimiento a una realidad menos boyante, todavía asume que el PIB llegará a 5% en 2018, algo muy optimista.

Por: | Publicado: Miércoles 28 de octubre de 2015 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

México tiene hasta el 15 de noviembre para aprobar el presupuesto de 2016, el primero en adaptarse por completo a la caída del precio del petróleo ya que el del año anterior fue atnuada gracias a la cobertura anual del precio del petróleo del Ministerio de Finanzas. El documento en negociación prevé numerosos recortes como resultado del colapso del precio del crudo, aunque son menos severos de lo que se temía.

Sin embargo, las proyecciones de mediano plazo del gobierno estiman un crecimiento casi nulo en los impuestos no petroleros, caída en el gasto de capital y una visión excesivamente optimista de las perspectivas de crecimiento del país y las proyecciones de deuda. Si estas tendencias se materializan, comprometerán significativamente muchas promesas del gobierno para lo que queda de mandato.

El gobierno ha adaptado sus previsiones del PIB a una realidad menos boyante, pero que todavía asume que el crecimiento llegue potencialmente a 5% en 2018. Al contrario que en años anteriores, las proyecciones para CGPE16 (Criterios Generales de Política Económica 2016) establecen un rango de pronóstico de un punto porcentual de 2015 en adelante. Según las cifras revisadas, el PIB crecerá entre 2,6% y 3,6% en 2016, y entre 3,5% y 4,5% en 2017, antes de llegar a una nueva tasa estructural de entre 4% y 5% en 2021, el último año del período de siete que proyecta el documento.

Frente a las estimaciones no oficiales, las del gobierno son considerablemente más optimistas. Si la trayectoria de crecimiento real coincide con nuestra línea base, el crecimiento después de 2017 no sería diferente a la tasa potencial existente en México, que se sitúa en torno a 3%-3,5%. El supuesto implícito es que el crecimiento por debajo del potencial (por ejemplo, de 2,5% a 3%) se mantendrá en el mediano plazo, pero será compensado por entre 0,5 y 1 punto porcentual extra de las reformas estructurales. Es decir, en lugar de elevar el crecimiento a un nivel estructural mayor, el beneficio de las reformas será llevar el crecimiento a su potencial preexistente. El gobierno, en cambio, parece excesivamente pesimista sobre los precios del petróleo en el mediano plazo: espera que llegue a US$ 61 por barril para 2021, frente a nuestra estimación de US$ 85 en 2019.

Reforma fiscal

De todas las reformas estructurales aprobadas en 2013-2014, la fiscal fue la que generó un impacto más fuerte, en particular en las empresas y los consumidores. Pese al impacto sobre la confianza del consumidor, que llegó a su nivel más bajo desde la crisis financiera global y aún no se recupera por completo, la reforma fiscal ha sido un éxito en recaudación de ingresos. Los ingresos tributarios no petroleros del sector público no financiero se incrementaron de 9,7% del PIB en 2012 a 10,5% en 2014, y crecieron 32,7% anual en el primer semestre de 2015.

La mayor alza ha sido a través de cobros tributarios más altos y los ingresos extraordinarios del impuesto especial sobre la gasolina, que actúa como un subsidio cuando el precio de la energía es elevado y como un impuesto cuando es bajo. Incluso excluyendo este impuesto, los ingresos fiscales aumntaron 18,4% hasta mediados de año. Se espera que los ingresos lleguen al 12,7% del PIB en 2015, posiblemente el mayor nivel registrado en México, aunque insignificante para los estándares de la OCDE de alrededor de un tercio.

El problema es que esto parece ser todo el alcance de la reforma fiscal. Según la estimación, los ingresos no petroleros totales se reducirán a 21,7% del PIB en 2021, el menor nivel desde 2006. En la estimación de 2014, los ingresos alcanzaban el 24,6% del PIB para 2019, lo que implica que el precio del petróleo habría recortado casi tres puntos porcentuales de las proyecciones de ingresos, prácticamente lo mismo que se espera recaudar con la reforma fiscal.

Recorte del gasto de capital

EL CGPE16 también muestra la que quizá es la tendencia más preocupante que podría tener un impacto en el crecimiento a largo plazo: una disminución gradual en el gasto de capital como porcentaje del PIB. Según la proyección para 2016, el gasto de capital global se queda en la mitad de la estimación dada en 2014 con horizonte 2019: sólo 3,4% del PIB en 2021. Como resultado, del volumen total de los recortes entre 2015 y 2021, alrededor de un tercio provendrá del gasto de capital, una desproporcionada acción dado que actualmente representa sólo alrededor de un sexto del presupuesto.

Este desempeño fiscal tendrá sus consecuencias sobre el saldo de deuda, que ha crecido a un ritmo bastante preocupante aunque el país no está en recesión. Por otra parte, el ratio deuda/PIB en 2013 y 2014 sobrepasó ampliamente, en ambos casos, las estimaciones, lo que sugiere que sus proyecciones para 2016-21 son benignas también.

Lo más leído