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Brexit es parte de un problema más amplio en Europa

Los seis países principales de la UE enfrentan profundas divisiones internas. El fin de semana, los "gilets jaunes" (chalecos amarillos) protestaron en contra del sistema dirigente en París y otras ciudades francesas. Antes hubo manifestaciones masivas de separatistas catalanes en las calles de Madrid.

Por: Gideon Rachman | Publicado: Martes 26 de marzo de 2019 a las 12:11 hrs.
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El sábado pasado se realizó la manifestación más grande a favor de la Unión Europea que se ha visto en la historia del bloque. Irónicamente, esta demostración de "eurofilia" ocurrió en un país que está a punto de abandonar la UE, conforme cerca de 1 millón de personas salieron a las calles de Londres para protestar contra el Brexit. Salir de la UE ha tenido el resultado paradójico de crear algo completamente nuevo: un apasionado movimiento pro europeo en el Reino Unido.

La última vez que recuerdo haber visto a tantos manifestantes con la bandera de la UE fue en Kiev en 2013 y 2014, cuando los ucranianos protestaron en contra de la decisión de su gobierno de no firmar un acuerdo de asociación con la UE. Éste es un ejemplo desafortunado, dado que muchos de los manifestantes de Kiev fueron víctimas de tiroteos, lo que provocó una serie de acontecimientos que culminaron en una guerra.

Es poco probable que las agonías del Brexit en el Reino Unido conduzcan a algo tan drástico. Pero actualmente el país está dividido, y esta división entre los partidarios y los opositores del Brexit representa una nueva forma de política de identidad que va mucho más allá de las actitudes hacia la UE.

Con toda probabilidad, este auge de apoyo a la UE ha surgido demasiado tarde para evitar el Brexit. Pero la victoria del Brexit tendrá un precio alto: un país amargamente dividido y un pésimo acuerdo que la mayoría de las personas (incluyendo la mayoría de los partidarios del Brexit) detestarán. La fantasía de los partidarios del Brexit de un Reino Unido felizmente unido celebrando su "día de la independencia" de la UE fue una falsa ilusión, al igual que tantas otras cosas en su prospecto.

Pero el Reino Unido no es el único país políticamente dividido en Europa. Este fin de semana, los "gilets jaunes" (chalecos amarillos) protestaron en contra del sistema dirigente en París y otras ciudades francesas. El fin de semana anterior hubo manifestaciones masivas de separatistas catalanes en las calles de Madrid.

Esta política de las calles en Europa sugiere que los trastornos actuales de la nación británica son parte de un patrón más amplio. Los seis países principales de la UE (en términos de población), Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia, España y Polonia, enfrentan profundas divisiones internas que habrían sido difíciles de imaginar incluso hace cinco años.

Y si bien los problemas son distintos en cada lugar, los eventos en un país a menudo cruzan las fronteras cambiando el ambiente político en otra nación. El voto del Reino Unido para abandonar la UE en 2016 fue influenciado por la crisis de refugiados alemana de 2015. Los partidarios más radicales del Brexit están vistiendo los chalecos amarillos de los manifestantes anti-Macron en Francia. La decisión de organizar un referéndum de independencia en Cataluña se inspiró en el referéndum celebrado en Escocia en 2014.

La naturaleza interconectada de la política europea debería de ser una advertencia para los líderes de la UE de que es muy probable que su propia política se vea profundamente afectada por lo que está sucediendo en el Reino Unido. Eso importa porque Europa no está estable en este momento. Los gobiernos nacionalistas-populistas ya están en el poder en Italia, Hungría y Polonia, y forman parte del gobierno de coalición en Austria. La extrema derecha también se ha desempeñado con fuerza en las elecciones en Francia, Alemania y Holanda, y está progresando en España.

Este desfile de disfunción política convierte al Brexit en la versión británica de una crisis más amplia, en lugar de una aberración monstruosa. De hecho, el Reino Unido ha evitado algunos de los peores síntomas de la enfermedad europea.

Hasta ahora, la nación británica ha visto poca violencia callejera. Eso es un marcado contraste con Francia, donde los chalecos amarillos volvieron a tomar las calles en París el 16 de marzo. Los "separatistas" de Escocia, a diferencia de sus equivalentes catalanes, no están en juicio sino que son partícipes en el debate sobre el Brexit.

Si bien eso puede brindar cierto alivio a los británicos, la triste verdad es que su versión de la crisis más amplia en Europa es excepcionalmente autodestructiva. Esto se debe a que el Brexit es a la vez una ruptura en el ordenamiento jurídico del país, una renuncia a la alianza internacional más importante del país y, con toda probabilidad, un fuerte golpe a la economía.

Es un triple golpe para la estabilidad del Reino Unido. Y aunque no ha habido un incremento de nuevos partidos extremistas, eso se debe en parte a que la extrema izquierda ha asumido el liderazgo del Partido Laborista, mientras que la derecha nacionalista ha formado su propio bloque dentro del Partido Conservador gobernante.

El hecho de que la crisis política del Reino Unido es particularmente aguda plantea un dilema para los líderes europeos centristas. Tienen que preguntarse si vale la pena separarse con la esperanza de desacreditar a las fuerzas nacionalistas e iliberales en toda la UE; o, si un Brexit sin acuerdo profundizará la crisis económica y política de Europa y, por lo tanto, fortalecerá las fuerzas populistas de izquierda y de derecha en todo el continente.

La demostración del sábado en Londres ha agregado un nuevo factor a la ecuación. ¿Debería la UE tratar de alentar el florecimiento del movimiento a favor de Europa en el Reino Unido y, si es así, cómo? ¿O sería contraproducente tal intervención? No hay respuestas fáciles para los líderes de la UE. Sin embargo, ahora deben darse cuenta de que sus decisiones no sólo afectarán a la nación británica, sino a la estabilidad de todo el continente europeo.

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