Chile alista una disputada segunda vuelta presidencial

La bolsa chilena cayó más de 4% al inicio de las operaciones ayer, luego de que Sebastián Piñera, el multimillonario político de centroderecha, tuviera un resultado más débil de lo esperado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, abriendo el camino a un balotaje fuertemente disputado el próximo mes.

El exmagnate de aerolíneas, quien fue presidente entre 2010 y 2014, logró un 36,6% de los votos, pero estuvo por debajo de la victoria necesaria para evitar una segunda vuelta, fijada para el 17 de diciembre.

Ahora enfrentará a Alejandro Guillier, un expresentador de noticias en televisión, quien representó el núcleo de la dividida coalición de centroizquierda de la presidenta Michelle Bachelet y logró 22,7% del respaldo.

"Tenemos una carrera abierta ahora. A Piñera le fue mucho peor de lo que se esperaba", dijo Patricio Navia, un comentarista político, argumentando que la izquierda tendría una mayoría en ambas cámaras del Congreso. "A pesar de lo que dice la derecha, lo de anoche (el domingo) fueron malas noticias".

Los expertos anunciaron una nueva era para la política chilena, a medida que nuevas fuerzas emergieron tras la reforma electoral de Bachelet, que introdujo representación proporcional y ayudó a poner fin a casi tres décadas de dominación bipartidista.

La gran sorpresa fue el sólido desempeño de candidatos a la izquierda y derecha de los ganadores centristas. Beatriz Sánchez, cuyo partido de izquierda fue formado por estudiantes radicales que se hicieron conocidos durante las masivas protestas de 2011, logró 20,3%, más del doble de lo que preveían las encuestas.

El candidato de extrema derecha José Antonio Kast tuvo mucho mayor apoyo del que se esperaba, con casi 8% de los votos, lo que dividió a la derecha y limitó la victoria de Piñera en la primera vuelta.

Nada subrayó más claramente el caos en la fracturada coalición de centroizquierda, que ha gobernado Chile por la mayor parte de las últimas tres décadas, que el pobre resultado de Carolina Goic. Representando a los centristas democratacristianos, que se separaron del bloque de Bachelet este año, llegó en quinto lugar con menos del 6%.

"La gente votó por caras nuevas, pero sólo en la derecha y la izquierda. El centro parece perder espacio", dijo Robert Funk, un cientista político de la Universidad de Chile, subrayando el nivel de polarización de los votantes chilenos. "Esto hará el trabajo de Piñera mucho más difícil".

Pero Javier Sajuria, profesor de la Universidad Queen Mary de Londres, dijo que Piñera seguía siendo el favorito para ganar el balotaje. Lograría casi todos los votos de Kast, mientras que Guillier no podría contar con los apoyos de Sánchez sin separar a los moderados, señaló.

"Quien quiera que gane, hará frente al Congreso más diverso desde 1990. Hay más mujeres, los incumbentes son menos del 50% y el Frente Amplio (de Sánchez) se convirtió en el bloque de izquierda más fuerte desde la Unidad Popular de (Salvador) Allende", dijo.

Los analistas apuntaron a similitudes con las elecciones de 2009, cuando Piñera se convirtió en el primer líder de centroizquierda en ganar la presidencia desde la caída de la dictadura del general Augusto Pinochet en 1990. Incluyendo los votantes de Kast, quien expresó su apoyo incondicional a Piñera el domingo, la derecha ganó la misma proporción de votos que en 2009: cerca de 44%.

En el centro del programa de campaña de Piñera esta un compromiso de revitalizar la estancada economía de Chile, volviendo al crecimiento promedio de cerca de 5% (impulsado por los altos precios de las materias primas) de su primer gobierno. El crecimiento anual ha logrado un promedio de menos de 2%, golpeados por una caída en los precios del cobre y una confianza empresarial deprimida.

Si la victoria de Piñera se confirma y se une a Mauricio Macri, de Argentina, como un empresario exitoso en la presidencia, será la segunda vez que sucede a Bachelet en el poder, tras su primera administración de 2005 a 2010.

También representaría el más reciente giro a la derecha en América Latina, a medida que se retira la "marea rosa" de gobiernos de izquierda que llegaron al poder durante el boom de los commodities a inicios del siglo.