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Co-living atrae tanto a millennials como a inversionistas

Por: Por Henny Sender , Hong Kong | Publicado: Lunes 3 de febrero de 2020 a las 04:00 hrs.
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Los espacios compartidos se están llenando. Incluso después del colapso de WeWork del año pasado, los inversionistas están interesados en empresas de trabajo compartido y de co-living.

El año pasado, Sequoia seleccionó a Rukita, una compañía de co-living con sede en Yakarta, como uno de los primeros recipientes del dinero de su programa Surge, que da fondos para startups en India y el sudeste asiático. Warburg Pincus ha invertido en tres empresas en China continental y una en Hong Kong, junto con socios como General Atlantic, GIC de Singapur y Tencent.

Los capitalistas de riesgo están apostando a que la economía colaborativa, o compartida, en la que se prioriza el acceso más rápido o más asequible a bienes y servicios sobre el derecho a propiedad, se extenderá a las propiedades como ha sucedido con la industria automotriz.

Su entusiasmo ha surgido a pesar del colapso en la valoración del proveedor de espacio de trabajo compartido WeWork -respaldado por SoftBank de Japón- de US$ 47 mil millones a menos de US$ 6 mil millones.

“El co-living es un mejor modelo de negocio que el trabajo compartido, siempre que no tenga una valoración como la de WeWork”, dijo John Riady, un miembro de la tercera generación de la familia que controla el grupo Lippo de Indonesia. El conglomerado ha invertido en Cove, una empresa de co-living con sede en Singapur.

Atractivo millennial

La atracción de Asia para los inversionistas locales y estadounidenses interesados en espacios compartidos es obvia.

Más de dos tercios de los millennials en Asia viven con sus padres, y sólo 11% de ellos poseen sus propios hogares, menos que el promedio global de 15%, según Warburg Pincus.

Muchos viven lejos de los centros urbanos y enfrentan largos desplazamientos en ciudades como Yakarta, donde la infraestructura de transporte es especialmente pobre.

Los modelos de co-living y de trabajo compartido tienen como objetivo aprovechar los bienes inmuebles infrautilizados y volverlos más atractivos, en parte mediante el uso de la tecnología para atraer a consumidores potenciales.

Si bien el trabajo compartido y los escritorios compartidos están motivados por la reducción de costos, la demanda de espacios de co-living está impulsada por el deseo de vivir en comunidad y mejorar el estilo de vida, obteniendo acceso a beneficios como gimnasios, además de la asequibilidad que ofrecen.

“El co-living establece correctamente los límites entre la privacidad y el intercambio”, dijo Sachin Doshi, fundador de Weave Co-Living en Hong Kong, que recibió US$ 181 millones de Warburg Pincus.

“Los millennials quieren un estilo de vida móvil y flexibilidad financiera. No pueden obtener lo que buscan con una hipoteca”, agregó.

Doshi agrega que la mayoría de los desarrolladores más grandes de Hong Kong se han acercado a él con solicitudes de inversión en su firma, que se estableció hace 18 meses. Warburg tiene una opción para invertir un total de hasta US$ 430 millones.

Enfoque en lo práctico

Los millennials con sede en ciudades superpobladas no sólo están dispuestos a aceptar menos espacio, sino que, ya que viven en un mundo más virtual que la generación de sus padres, piensan de forma diferente con respecto a ese espacio.

Independientemente de la ubicación, los desarrollos de co-living generalmente ofrecen espacios de cocina pequeños, o no tienen cocinas, dentro de las unidades residenciales individuales, ya que la mayoría de sus arrendatarios jóvenes tienen muchas más probabilidades de usar servicios de entrega de alimentos. Hmlet, otra compañía de co-living respaldada por Sequoia, convirtió el espacio de estacionamiento de uno de sus edificios en una gran cafetería.

Se considera que la demanda de espacios de co-living es más fuerte que la de trabajo compartido, al menos hasta que los inquilinos decidan casarse y tener hijos. En la mayoría de los mercados asiáticos, los arrendadores son mucho más poderosos que sus contrapartes en otros lugares.

En Hong Kong, la asequibilidad es un problema grave. Las protestas en la ciudad fueron provocadas por la oposición popular a una ley de extradición, pero se han transformado rápidamente para abarcar la desigualdad de ingresos y la espantosa escasez de vivienda a precios razonables.

En China continental, muchos residentes se ven obligados a arrendar en lugar de comprar sus casas ante el requisito que los obliga a obtener un permiso para comprar propiedades en las ciudades más populares, como parte de los esfuerzos de Beijing para controlar la migración interna.

Indonesia tiene sus propias características peculiares. Los arrendadores pueden exigir 12 meses de alquiler por adelantado, aunque la tasa de ocupación se reduzca como resultado. Sin embargo, desean evitar establecer una nueva base más baja para alquileres.

Además, pocas universidades en Yakarta ofrecen alojamiento para estudiantes. “Los arrendadores siguen construyendo el tipo de edificios que no necesitamos”, dijo Sabrina Soewatdy, cofundadora de Rukita. “Hay un exceso de oferta de productos incorrectos. Estamos llevando activos subutilizados al mercado y sirviendo a nuestra propia generación”.

Casi todas las grandes fortunas en Asia en las últimas décadas están basadas en los bienes inmuebles. Ahora, una nueva generación de inversionistas y jóvenes arrendatarios está tratando de sacudir algunos de estos monopolios inmobiliarios.

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