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EEUU abandona su influenciaen África

La retirada de la primera economía mundial abre oportunidades políticas que China comienza a aprovechar.

Por: David Pilling | Publicado: Viernes 9 de febrero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Desde el Mar Meridional de China hasta el Medio Oriente, Estados Unidos está perdiendo su estatus de superpotencia sin rival.

En pocos lugares se evidencia tanto esta pérdida de influencia como en África, donde Beijing percibe una oportunidad estratégica y donde, cada vez con más frecuencia, a Washington se le considera como un aliado inconstante e incluso ausente.

Si existe una imagen especular de la política estadounidense de Donald Trump de “EEUU primero”, se encuentra en el continente más pobre del mundo. Podríamos llamarla “África último”.

Los líderes africanos han minimizado la desconexión de EEUU. Han ignorado las comparaciones escatológicas de Trump y su invención del vigésimo quinto Estado africano de “Nambia”. Han hecho caso omiso de los desaires, como cuando Trump abandonó la sesión de trabajo sobre África en la reunión del G20 del año pasado en Hamburgo. Pero no pueden dejar de notar el vacío donde debiera estar la estrategia africana de Washington.

El vacío

EEUU, ha comentado Mo Ibrahim, un multimillonario de telecomunicaciones sudanés y un defensor de una mejor gobernanza, ha perdido su autoridad para actuar “como líder del mundo liberal y como eje del orden internacional”.

Los dictadores están cada vez más aislados en África, tal y como lo confirma el reciente derrocamiento de Robert Mugabe en Zimbabue. Pero los líderes perciben el decreciente compromiso estadounidense con la democracia africana, ha declarado Ibrahim, y los autócratas que quedan obtienen apoyo de la aparente admiración de Trump hacia los hombres fuertes, desde el de Rusia hasta el de Filipinas.

La decreciente influencia de EEUU en África —el segundo continente más grande geográficamente y el epicentro de una creciente explosión demográfica— no comenzó bajo Trump. El compromiso de Barack Obama, a pesar de sus raíces en Kenia, no alcanzó el nivel demostrado por George W. Bush, cuya conversión a causas africanas, particularmente a la lucha contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), lo convirtió en un héroe en el continente.

Trump ausente

La sensación de una retirada estadounidense se ha acelerado con esta administración. La amenaza de Trump de recortar el presupuesto de ayuda de EEUU en un 30% indica una reducción masiva de su compromiso con una agenda de salud y de reducción de la pobreza que ha contado con el respaldo bipartidista en Washington durante décadas.

A un año de haber comenzado la actual administración del presidente estadounidense, todavía no tiene un embajador en Pretoria ni un secretario de Estado adjunto para África. “No existe una política alta, al menos ninguna que yo pueda encontrar”, comentó John Campbell, el exembajador estadounidense en Nigeria e investigador senior de política en África del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, su sigla en inglés).

¿Por qué debiera importar esto? África representa sólo el 3% del comercio mundial, y EEUU cuenta con pocos de los lazos coloniales que han preservado el interés comercial y diplomático del Reino Unido, Francia, Portugal y Bélgica en el continente.La relación comercial de EEUU con África es casi exclusivamente de extracción. Las mayores petroleras, como Chevron y ExxonMobil —la compañía que antes empleaba al secretario de Estado Rex Tillerson— son las principales inversionistas.

Compañías como General Electric (GE), Google y Citigroup se encuentran entre un puñado de empresas no extractivas que están realizando variadas inversiones comerciales en un continente que, aunque pobre, contiene un sinnúmero de las economías de más rápido crecimiento del mundo.

Tal y como lo ha señalado Campbell, existen razones no comerciales para considerar más detenidamente a África. Para el año 2050, el número de africanos se habrá duplicado a más de 2 mil millones, y pudiera volver a duplicarse para fines de siglo. Dentro de aproximadamente una generación, se anticipa que Nigeria supere a EEUU para convertirse en el tercer país más poblado del mundo.

Influencia creciente

El peligro es que África se convierta en el hogar de jóvenes urbanos inquietos y desempleados, tentados a sumarse al creciente flujo de emigrantes a Europa o propensos a la radicalización dentro de sus respectivos países. La persistencia de los grupos islamistas militantes con base en África, desde Boko Haram en el noreste de Nigeria hasta al-Shabaab en Somalia, representa un preocupante presagio.

A medida que la presencia de EEUU se desvanece, la de China —y, en menor medida, la de India, la de Turquía y la de Marruecos— ha aumentado. La influencia de China está por doquier: en carreteras, en ferrocarriles, en telecomunicaciones, en infraestructura y en Yibuti, en forma de una base naval.

De los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), China tiene la mayor cantidad de personal de mantenimiento de la paz en África. Cuando los generales de Zimbabue se preparaban para sacar al Mugabe del poder, fue Beijing, no Washington, a la que le avisaron primero.

El mes pasado surgieron las acusaciones de que Beijing había estado rutinariamente utilizando métodos de espionaje en la sede de US $200 millones que la Unión Africana (UA) construyó en Addis Abeba. La débil respuesta de África sugirió que no existían secretos entre amigos.

“No creo que aquí haya algo que no nos gustaría que la gente supiera”, les dijo a los periodistas Paul Kagame, el presidente de Ruanda y presidente de la Unión Africana. Parecía estar diciendo que al menos los chinos están escuchando.

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