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EEUU tiene razón en temer a un Brexit

Por: | Publicado: Miércoles 20 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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¿Cómo juzgarían los historiadores una decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea en el referendo del 23 de junio? Bien podría ser vista como el momento en que Occidente comenzó a desmembrarse. Por eso es que Barack Obama no sólo tiene derecho a plantear sus opiniones sobre un “Brexit”. Como líder de Occidente, debe hacerlo.

La decisión que Reino Unido afronta en junio es si debe ejercer su opción de abandonar la UE ahora. Mientras sea un miembro siempre tendrá esta opción. Pero no le será concedida la opción de volver a unirse una vez que se haya ido. El momento de ejercer una opción permanente es, no sólo cuando el valor es bajo, sino cuando además es poco probable que suba. Reino Unido debe votar por partir sólo, y sólo si, está seguro de que estará mejor de lo que estaría si postergara esta opción. Ese no es ahora el caso. Y puede que nunca lo sea.

De hecho, aquellos que están a favor de permanecer, como yo, argumentan que, lejos de traer beneficios, ejercer la opción de separarse provocará perjuicios inmediatos. Esto, aseguran los partidarios de Brexit, son sólo “temores proyectados”. Esa objeción es absurda. Evitar riesgos costosos e innecesarios es lo que diferencia a los hombres de los niños.

Los posibles costos económicos de dejar la Unión quedaron de manifiesto en el excelente análisis del Tesoro publicado esta semana. En él se argumenta que Reino Unido estará significativamente peor bajo cualquiera de las tres más posibles alternativas a la membrecía: como miembro del Área Económica Europea (como Noruega), bajo un acuerdo bilateral de comercio (como Canadá) o una membrecía compartida de la Organización Mundial de Comercio (como Japón). Bajo la primera, el perjuicio, respecto del escenario base de que continuara como en la actualidad, sería de entre 3,4% y 4,3% del PIB para 2030; bajo el segundo, sería de entre 4,6% y 7,8%; y bajo el tercero de entre 5,4% y 9,5%. ¿Debemos creer en estas cifras? No. Pero apuntan en la dirección correcta y las magnitudes en realidad son probablemente demasiado bajas. En resumen, la economía de Reino Unido sería menos abierta al comercio y a la Inversión Extranjera Directa si deja la UE. Esto, a su vez, dañaría su nivel de productividad y producción.

Algunos partidarios del Brexit sostienen que esto está equivocado, porque la economía de Reino Unido se volvería más desregulada y dinámica fuera de la UE. Sin embargo, Reino Unido ya es una de las economías de altos ingresos menos reguladas. Más aún, las peores regulaciones en Inglaterra, las que tienen que ver con el uso de la tierra, fueron concebidas acá. La mayor intervención en el mercado laboral, en los últimos años, fue la decisión del gobierno de imponer un fuerte incremento en el salario mínimo.

Los partidarios de Brexit también argumentan que la economía británica requiere no volverse menos abierta. Pero este argumento tiene una trampa. Mientras más desea Reino Unido preservar su acceso privilegiado al mercado de la UE (convirtiéndose en miembro de la EEA) menos soberanía recuperaría. No obtendría control sobre la migración y tendría que aceptar las regulaciones del mercado único sin poder influir sobre ellas. Si, para tomar el extremo opuesto, Reino Unido eligiera la opción de la OMC en su comercio con la UE, pero decidiera unilateralmente mantener sus aranceles para la UE en cero, se vería obligado a ofrecer el mismo trato a todos los demás miembros de la OMC. Un acuerdo de libre comercio unilateral como este es una opción. Pero también perdería prácticamente toda su capacidad de negociación para obtener acceso preferencial a mercados fuera de la UE. Eso sin siquiera tomar en cuenta que Reino Unido tendría mucho más peso en estas negociaciones si opera a través de la UE que por sí solo.

Otra objeción es que la UE se está volviendo un mercado menos importante para Reino Unido. Pero el aumento absoluto en las exportaciones de Reino Unido a la UE en los últimos diez años a 2014 supera de todos modos al incremento en los envíos a cualquier otro mercado, aunque la tasa de crecimiento sea mucho menor. Esto se debe a que su base es enorme. Reino Unido también es el mayor receptor de Inversión Extranjera Directa desde dentro de la UE. Es imposible que el atractivo de Reino Unido para los inversionistas no disminuya si pierde su acceso al mercado de la UE en las mismas condiciones que los demás miembros.

Estos argumentos, sin embargo, se relacionan sólo con el largo plazo. Pese al absurdo intento por negar estos hechos, también es cierto que nadie sabe qué ocurriría después de un voto en favor del Brexit. Primero, los partidarios de abandonar la Unión no están de acuerdo sobre qué alternativa perseguir. Segundo, no sabemos lo que los socios de Reino Unido pudieran querer. Algunos asumen torpemente que serán generosos. Pero un socio que ha sido rechazado probablemente será poco generoso en un divorcio. Más aún, el objetivo dominante del resto del bloque será mantenerse unidos. Por eso van a querer que abandonar sea una experiencia dolorosa. Finalmente, Brexit significará un largo período de turbulencia e incertidumbre. La crisis financiera ha demostrado lo costoso que estas incertidumbres pueden ser, no sólo por unos pocos años, sino muy adelante en el futuro.

Por estas razones, los amigos extranjeros están aterrados por el potencial daño que podría provocar un Brexit, y no sólo para Reino Unido, sino de una manera más general. Uno de los principales es EEUU. Aquellos que temen una violación a la soberanía de Reino Unido no harían mal en recordar que si no fuera por que EEUU decidió intervenir, Reino Unido sería ahora un satélite nazi o soviético. Los recursos y la voluntad de EEUU sostuvieron a Occidente durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. EEUU desea una Europa próspera y que mire al exterior, capaz de compartir los costos en las décadas por venir. EEUU considera la activa participación de Reino Unido en el continente, del que siempre será parte, como un interés vital. Reino Unido ya no es la gran potencia que era. Pero sus acciones todavía tienen consecuencias. No es -y no debe desear ser- el Singapur de Europa. Sólo los enemigos de Occidente darían la bienvenida a algo tan torpe.

¿Cómo reacciona la mayoría de los estadounidenses informados, o, para esos efectos, los demás europeos, cuando ven a Reino Unido considerar el fin de una relación que le da voz en las decisiones del continente, mientras queda libre de tantas de las cargas y errores de nuestros socios? Piensan que es una locura. Tranquila, pero firmemente, Obama debería señalarlo.

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