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El empleo no mejora para las mujeres mientras Latinoamérica se recupera de la pandemia

En México, la carencia de un mercado asequible para el cuidado infantil significa que las madres dependen de las abuelas. En Argentina antes de la pandemia, cerca de 1,2 millones de mujeres estaban empleadas en el trabajo doméstico.

Por: C. Murray y L. Elliott | Publicado: Viernes 26 de noviembre de 2021 a las 04:00 hrs.
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A medida que los sectores de servicios dominados por las mujeres, como el comercio minorista y el cuidado doméstico, se vieron afectados por los confinamientos, muchas mujeres perdieron sus empleos. Muchas otras dejaron de trabajar, o redujeron sus horas, para lidiar con las responsabilidades domésticas que desproporcionadamente recayeron sobre ellas.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la recesión por el Covid destruyó el 4,2% del empleo de las mujeres a nivel mundial durante la pandemia, en comparación con el 3% del empleo de los hombres, lo cual exacerbó una brecha de género global en donde el 43% de las mujeres en edad de trabajar están empleadas, frente al 69% de los hombres.

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Aunque la “recesión femenina” (conocida en inglés como “she-cession”) prácticamente ha terminado en los países occidentales, sus persistentes efectos son graves en Latinoamérica.

Acá, las mujeres siguen teniendo 2,6 veces más probabilidades que los hombres de haber perdido sus empleos previos a la pandemia, y muchas han abandonado por completo el mercado laboral, según un informe del Banco Mundial que se publicará próximamente. Las tasas de participación femenina en el empleo son ahora peores que antes de la pandemia.

La relevancia de las abuelas en México

Aunque los casos son actualmente bajos, México ha tenido una de las mayores tasas de exceso de mortalidad provocados por la pandemia en el mundo.

“La recuperación ha sido muy asimétrica y, por lo tanto, las brechas se han ampliado de forma generalizada”, dijo Ximena Del Carpio, quien dirige el grupo de Práctica de Pobreza y Equidad del Banco Mundial. “Las mujeres a las que peor les ha ido en la región son las madres con hijos pequeños”.

Fuera de la capital, la campaña de vacunación en México ha sido lenta, y solo el 50% de la población del país está completamente vacunada.

Uno de los factores que ha perjudicado a las mujeres es que la región registró uno de los cierres escolares más prolongados del mundo, según la Unesco. Las normas sociales en cuanto al cuidado infantil y a las tareas domésticas dificultan aún más las cosas.

En promedio, una mujer mexicana que trabaje 40 horas a la semana hará más del doble de trabajo doméstico que un hombre con el mismo horario, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). La carencia de un mercado confiable y asequible para el cuidado infantil también significa que, para el cuidado de los niños, las madres mexicanas dependen enormemente de las abuelas. Pero el Covid-19 dificultó esa característica de la vida familiar tradicional.

Un estudio mostró que cuando una abuela mexicana muere en un hogar de tres generaciones, la probabilidad de que la hija trabaje disminuye en 12 puntos porcentuales.

“El tema del sistema de cuidados en México es fundamental”, dijo Edgar Vielma Orozco, director de estadísticas sociodemográficas del Inegi, en relación con la dependencia de las abuelas para el cuidado de los niños. “No deberías tener que depender de tu madre para estar en el mercado laboral”, comentó.

Trabajadoras domésticas en Argentina

En Argentina antes de la pandemia, cerca de 1,2 millones de mujeres -el 17% de la fuerza laboral femenina- estaban empleadas en el trabajo doméstico.

Pero cuando el Covid-19 surgió, la capital, Buenos Aires, pasó por uno de los confinamientos más largos y estrictos del mundo, paralizando la economía y destruyendo empleos. Como resultado, 350 mil trabajadoras domésticas seguían sin empleo en marzo, según el Ministerio de las Mujeres, Géneros y la Diversidad.

“Para quienes trabajan en casas particulares, la tasa de recuperación laboral es la más lenta de todas las industrias”, incluyendo sectores seriamente afectados como la hostelería, dijo Mercedes D’Alessandro, directora de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía.

Para mejorar la situación, el gobierno lanzó un programa de subsidios salariales para las limpiadoras y otras trabajadoras domésticas.

Los críticos afirman que esto no hace más que afianzar los anticuados roles de género, pero el gobierno argentino espera que proporcione empleo a miles de mujeres.

Más allá de los subsidios, otras políticas útiles para la región pudieran ser los programas de recapacitación; un acceso mejorado al financiamiento para las mujeres empresarias; y un cuidado infantil fiable, dijo Del Carpio.

Para las mujeres que pueden trabajar desde la casa, el aumento del trabajo flexible durante la pandemia ha sido un punto positivo. Pero para la mayoría de las latinoamericanas eso no es posible dada la relativa escasez de empleos administrativos en la región. Como resultado, las responsabilidades del cuidado doméstico suelen tener prioridad sobre el trabajo remunerado.

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