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El legado y las lecciones de Paul Volcker

Hacer lo correcto incluso si la opción correcta no es obvia; no colocar la confianza en finanzas desenfrenadas; y tener coraje.

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 11 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Foto: Reuters
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“Paul Volcker es el hombre más grande que he conocido. Está dotado con el grado más alto de lo que los romanos llamaban virtus (virtud): coraje moral, integridad, sagacidad, prudencia y devoción al servicio del país”. Así abrí mi crítica de su memoria, publicada el año pasado. Como Hamlet dijo de su padre: “Era un hombre tan cabal en todo que no espero hallar otro semejante”.

Ese libro era el consejo de Volcker al mundo. Era la personificación de las virtudes y valores del expresidente de la Reserva Federal. Con su fallecimiento esta semana, debemos afligirnos por ambos, al tiempo que reconocemos cuán diferente es el mundo hoy.

Las virtudes de Volcker son eternas. Es imposible disfrutar un sistema de gobierno estable sin servidores públicos de su calidad e, igual de importante, sin una opinión pública que sepa que necesita servidores públicos de esta calidad. De ninguna otra forma se puede sostener lo que los romanos llamaban res publica (república), literalmente “la cosa pública”. Dependemos del matrimonio de la habilidad con el carácter. Olvidamos esa verdad a nuestro riesgo.

No menos importante son los valores de Volcker. Él creía en un buen gobierno, cooperación internacional, disciplina fiscal, dinero y finanzas sólidas que sirven, y no dominan, a la economía. Este credo es tan válido hoy como lo era durante su larga vida de servicio público.

Volcker sumó esas virtudes y valores en la gran lucha de su vida: la batalla para vencer la inflación. A menudo se olvida cuán imposible había parecido esa causa antes de ser nombrado presidente de la Reserva Federal de EEUU por el valiente Jimmy Carter en 1979. La lucha fue dura y los costos altos. Muchos sufrieron mucho. Pero la batalla se ganó, abriendo paso al largo período de inflación estable que las generaciones posteriores ahora dan por sentado.

No sólo victorias

A pesar de que Volcker le ganó a la inflación, perdió en lo demás. Estaba incómodo con las políticas fiscales y financieras de la administración de Ronald Reagan. Fue debidamente reemplazado en 1987 por Alan Greenspan, quien estaba mucho más en sintonía con la ideología de la administración. Volcker se diferenció más claramente de su sucesor en las virtudes de las finanzas liberalizadas. De hecho, destacó en 2009: “La innovación financiera más importante que he visto en los últimos 20 años es el cajero automático”.

La crisis financiera de 2008 vindicó este largo escepticismo. De ella surgió la “regla Volcker”, que buscaba prohibir que las instituciones bancarias de EEUU hicieran negociación de cartera propia. Cuando yo era miembro de la Comisión Independiente de Banca del Reino Unido en 2010-2011, Volcker vino a hablarnos sobre su propuesta. No quedamos convencidos de su factibilidad. Pero nadie podría dudar de la pasión que entregó a la causa de crear un sistema financiero más estable y útil.

Mundo opuesto

¿Cuáles son entonces los legados de Volcker, además de una baja inflación y un registro destacable de servicio público? Demostró el beneficio de tener bancos centrales independientes y -cercanamente relacionado, pero más amplio- de tener tecnócratas de primera clase cumpliendo mandatos públicos a pesar de las presiones de corto plazo de los políticos. Esto se mantiene más relevante que nunca. En nuestra era populista, sin embargo, están siendo desafiados a ambos lados del Atlántico.

En otros respectos, el mundo de hoy es casi lo opuesto al que Volcker confrontó, especialmente en política monetaria. En las primeras cinco décadas después de la Segunda Guerra Mundial, las preocupaciones monetarias dominantes eran el exceso de demanda y la inflación. Hoy, es la débil demanda y la deflación. En el mundo de Volcker el trabajo de la política monetaria era políticamente difícil, pero técnicamente fácil: restringir la demanda. Como uno de sus predecesores, William McChesney Martin, dijo, es “sacar la ponchera justo cuando la fiesta está empezando”. Eso demandaba ajustar la política monetaria de maneras bien conocidas.

Sin embargo, cuando la demanda es débil y la inflación es baja, los bancos centrales deben expandir la política monetaria. Pero la política expansiva es técnicamente difícil una vez que las tasas de interés de corto plazo llegan a cero. Los bancos centrales tienen que considerar varias alternativas no convencionales: expansión de los balances a través de “alivio cuantitativo”; tasas de interés negativas; y lo que el monetarista Milton Friedman llamó “dinero de helicóptero” a la gente, a través de pagos directos o financiamiento monetario permanente de déficit fiscales. Elegir entre estas alternativas es complejo y polémico. Algunas opciones generan una fuerte resistencia política, aunque no en la manera intensa que lo hizo alguna vez causar deliberadamente recesiones para controlar la inflación.

La impopularidad es más obvia para las tasas de interés negativas. La gente tiende a enfurecer con la idea de que se le cobre impuestos por sus depósitos bancarios. Pero, si las tasas negativas no se traspasan a los depositantes, actúan como un gravamen a los bancos. Eso es impopular con un lobby poderoso y, algunos argumentarían, económicamente dañino.

Las tasas de interés de largo plazo bajas minan la solvencia de los fondos de pensiones y de algunas firmas de seguros. Los altos precios de los activos son condenados por varios por aumentar la desigualdad de riqueza. Finalmente, el financiamiento directo del gobierno puede ser visto como una licencia a la irresponsabilidad fiscal y una forma de minar la independiencia del banco central.

Al enfrentar los desafíos de hoy, los detalles de lo que Volcker hizo son irrelevantes. Pero sus lecciones no lo son: hacer lo correcto incluso si la opción correcta es menos obvia hoy; no colocar la confianza en finanzas desenfrenadas; y tener coraje. El mundo es un lugar complejo y sorprendente. Pero estas verdades seguirán para siempre.

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