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El Reino Unido está a punto de dispararse en ambos pies

Por: | Publicado: Miércoles 5 de febrero de 2020 a las 04:00 hrs.
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Boris Johnson tiene un fetiche de autonomía. El fetiche del primer ministro del Reino Unido es creer de que su país no sólo tiene el derecho soberano de dispararse en los dos pies, sino que también tiene el deber de hacerlo si la opción es hacer que las instituciones de la UE tengan un rol en sus asuntos. Brexit, insiste, significa autonomía.

Si él persiste con esta demanda, es muy probable que, a inicios del próximo año, el Reino Unido sufra una ruptura total de las relaciones comerciales que ha construido por más de 47 años.

El lunes, el gobierno británico presentó sus demandas para estas negociaciones. Desafortunadamente, no son realistas en tres aspectos: el primero es la esperanza de que cualquier acuerdo será entre “iguales soberanos”; el segundo es la creencia de que la UE llegaría a un acuerdo al estilo de Canadá; y el tercero es que una relación australiana con la UE, regida por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), es una alternativa razonable.

Como una cuestión de derecho internacional, el Reino Unido es soberano. Pero, la soberanía no es lo mismo que poder. La UE tiene 446 millones de personas frente a los 66 millones de la nación británica.

Su economía es casi seis veces más grande que la del Reino Unido. La UE es también mucho menos dependiente del comercio con el Reino Unido que viceversa. Seamos claros: esta no es una relación entre iguales.

La dificultad para el Reino Unido en su relación con la UE es que es demasiado pequeña para ser iguales y demasiado grande para no importar. Es un socio comercial de la UE casi tan importante como Estados Unidos. Esto se debe a que la distancia es crucial para determinar los flujos comerciales bilaterales.

Dado que el Reino Unido es un socio comercial para la UE mucho más importante que Canadá, el bloque también es más cauteloso con la capacidad que tiene el país para alterar su economía. Al mismo tiempo, para Australia, el comercio con la UE es insignificante. Pero el bloque es el socio comercial más importante de Londres.

El Reino Unido no debe aceptar la misma relación comercial con la UE que la de Australia.

Negociaciones difíciles

El mandato característicamente exhaustivo de la UE para las conversaciones deja en claro cómo ve las negociaciones.

En primer lugar, Bruselas ve la “nueva asociación” como un “paquete único”. Esto es para cubrir “arreglos generales” incluyendo las disposiciones sobre gobernanza; “arreglos económicos que incluyen garantías comerciales y de igualdad de condiciones” (mi énfasis); y arreglos de seguridad que incluyen la aplicación de la ley y la cooperación judicial, política exterior, seguridad y defensa.

En segundo lugar, los problemas son muchos y complejos.

Estos incluyen protección de datos, participación en programas nucleares de la UE y Euratom, intercambio de bienes y servicios, propiedad intelectual, contratación pública, movilidad de personas, aviación, transporte de carretera, energía, pesca, cooperación judicial, cooperación en política exterior y ciberseguridad.

Se cree que todo esto puede ser acordado y ratificado dentro de un año. La idea de que el Reino Unido debería retirarse si todo esto no se puede acordar en ese breve tiempo parece una locura.

Finalmente, la UE afirma que “dada la (...) proximidad geográfica y la interdependencia económica del Reino Unido, la asociación prevista debe garantizar una competencia abierta y justa (...) Con ese fin, el acuerdo previsto debería mantener los altos estándares comunes en las áreas de ayuda estatal, competencia, empresas estatales, estándares sociales y laborales, estándares ambientales, cambio climático y asuntos fiscales relevantes”.

Lo que la UE está diciendo con esto es que la autonomía termina donde se convierte en una incomodidad para ella. Si el Reino Unido insiste en ello, entonces el acuerdo que busca puede no ser alcanzado.

Resultados posibles

A la razonable conclusión de que un acuerdo es poco probable, hay tres respuestas posibles.

La primera es que la UE cederá. Eso es bastante improbable. Para que la UE dé marcha atrás en el punto de las “igualdad de condiciones”, por poner un ejemplo, le exigiría que confiara en que el Reino Unido no va a competir socavando las normas de la UE. Pero, ¿para qué más -preguntará la UE- toda esta libertad? ¿Para qué más han dicho los que respaldan el Brexit que esto es? Nos está pidiendo que confiemos en usted, señor Johnson. ¿Por qué deberíamos hacerlo?

Una segunda respuesta es que al Reino Unido no le importa si no se alcanza un acuerdo. Pero lo hace. Incluso si el fracaso fuera “sólo” en los aspectos comerciales de las negociaciones, con las otras partes acordadas -que no es probable-, los costos para el Reino Unido de una interrupción repentina podrían ser enormes.

En 2018, el análisis del propio gobierno concluyó que la economía del Reino Unido podría quedar entre un 6% y un 9% más pequeña, a largo plazo, en un escenario “sin acuerdo”. Esto es significativamente peor que el resultado ya malo de un acuerdo de libre comercio de bienes.

Además, un cambio repentino de los acuerdos actuales ocasionaría un shock. Como afirma Johnson, el Reino Unido no “prosperará poderosamente”. Los gobiernos responsables no infligen tales conmociones en sus economías.

Una última respuesta es que, al final, Johnson se retractará de su dura posición. Eso es lo que hizo en octubre pasado respecto del asunto con la frontera del Norte de Irlanda cuando aceptó el desmembramiento económico de su propio país, algo que su predecesor había negado rotundamente, y que él negaba haber hecho.

La capacidad de rendirse mientras se insiste con éxito en que no es así, es una cosa de genios. Tal vez, el premier consiga una forma de describir humillantes rendiciones disfrazándolas de grandes victorias. Ciertamente, no lo dejaría pasar.

Esto, sin embargo, es esperanza contra esperanza. Tal como están las cosas, existe un conflicto fundamental sobre el alcance de los acuerdos previstos, sobre la gobernanza del nuevo acuerdo y, probablemente la más molesta, sobre los datos, los peces y el “juego justo”.

En resumen, existe gran desacuerdo sobre la naturaleza de la posible relación y muy poco tiempo para ponerse de acuerdo. Un resultado probable es que no haya ningún trato. Si es así, cuanto mayor sea la interrupción posterior, más es probable que el gobierno de Johnson trate de culpar a la UE. Incluso podría buscar venganza, posiblemente tratando de aliarse con EEUU y en contra de la UE.

Sobre todo, recuerden esto: un acuerdo de libre comercio limitado sería mejor que ningún acuerdo; pero todavía dolerá.

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