FT Español

¿Estará segura Argentina de nuevo en manos de los peronistas?

Los populistas de izquierda están listos para retomar el poder. La prioridad es una rápida renegociación del enorme cúmulo de deuda del país.

Por: Michael Stott y Benedict Mander | Publicado: Lunes 28 de octubre de 2019 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-
“(Alberto Fernández) está atrapado entre la roca del FMI y el kirchnerismo duro”, dicen los analistas. Foto: Reuters
“(Alberto Fernández) está atrapado entre la roca del FMI y el kirchnerismo duro”, dicen los analistas. Foto: Reuters

Compartir

Buenos Aires

El vencedor de las elecciones en Argentina heredará uno de los problemas económicos menos envidiables del mundo.

La inflación está en un 55% anual, la economía está en una profunda recesión, la pobreza está aumentando, miles de millones de dólares han huido del país, el peso se ha desplomado y Argentina no puede pagar su deuda externa de US$ 100 mil millones. Suena como una historia demasiado familiar en un país que aspiraba a niveles europeos de prosperidad a principios del siglo XX, pero que desde entonces, ha decepcionado constantemente.

Esta vez se suponía que sería diferente: Mauricio Macri, vástago de una de las familias más ricas del país, llegó al poder hace cuatro años prometiendo que sus políticas favorables al mercado y su comprensión comercial finalmente arreglarían la economía argentina.

Pero después de una serie de errores que llevaron a otro rescate del FMI el año pasado, Macri logró lo que pocos creían posible: entregará la economía argentina en un estado peor de lo que estaba cuando la heredó en 2015 de Cristina Fernández, una izquierdista criticada por inversionistas internacionales debido a sus repetidos episodios de intervención estatal.

Algo improbable en el grave contexto económico, Macri se postulaba para un segundo mandato. Pero pocos, incluso en su propio equipo, esperaban que ganara. Durante las elecciones primarias del 11 de agosto, consideradas ampliamente como un buen barómetro de sentimiento, ganó el principal candidato de la oposición, el peronista de centroizquierda Alberto Fernández, cuya compañera de fórmula es Fernández.

Desde entonces, Macri intentó relanzar su vacilante campaña bajo el lema “#Sí se puede”, pero se vio atacado por ambas partes: los liberales lo critican por no actuar más rápido al comienzo de su mandato para reducir el presupuesto inflado de Argentina, y por depender excesivamente de las tasas de interés para reducir la inflación en un país adicto a los aumentos regulares de precios. Los izquierdistas lo atacan como un hombre que gobierna para los ricos.

“La economía argentina es como un hombre enfermo sangrando mucho en la calle”, dice Luis Tonelli, presidente del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Buenos Aires. “No hay tiempo para analizar su condición. Necesitas llamar a una ambulancia y comenzar a bombear sangre dentro de él antes de que se derrumbe por completo”.

Renegociación con el FMI

La necesidad más urgente es renegociar la deuda de Argentina, que se disparó bajo la administración de Macri, en gran parte como resultado del programa récord de rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) por US$ 57 mil millones que buscó en medio de una crisis monetaria el año pasado.

El FMI no ha realizado más desembolsos en su préstamo a Argentina desde la caída del mercado en agosto. Su nueva directora, Kristalina Georgieva, dijo que el fondo seguía “totalmente comprometido a trabajar con Argentina” y estaba “muy interesado en ver qué marco de políticas se establecería”.

Pero con Fernández, el Fondo se está preparando para conversaciones incómodas. El peronista fue muy crítico con el FMI durante su campaña, alegando que debería compartir la responsabilidad de la difícil situación del país con Macri, y acusándolo de facilitar la fuga de capitales con su préstamo sin precedentes. “Pero nada de lo que dijo Fernández hasta el momento indica que no será posible llegar a un acuerdo”, dice un financista internacional cercano a las discusiones.

Fernández al poder

Una preocupación más amplia entre la comunidad empresarial de Buenos Aires es sobre las políticas que puede seguir Fernández para revivir la economía enfermiza.

Como jefe de gabinete bajo la presidencia peronista entre 2003 y 2007 de Néstor Kirchner, Fernández era conocido como un pragmático moderado. Continuó en el cargo cuando la esposa de Kirchner, Cristina Fernández, se convirtió en presidenta, sólo para dimitir en julio de 2008 por su decisión de imponer fuertes impuestos a la exportación a los agricultores del país.

Desde entonces, Alberto se ha mantenido en gran medida fuera del centro de atención, hasta que Cristina anunció en mayo que se postularía como vicepresidenta en una fórmula con él. La medida fue ampliamente vista como un golpe maestro, permitiendo un retorno parcial de ella al poder a pesar de las altas tasas de rechazo de votantes después de presidir un período de mala gestión económica y corrupción pública desenfrenada. Hasta ahora, la estrategia ha funcionado.

Los analistas políticos dicen que esta dinámica podría cambiar cuando el par gane el poder. Tonelli dice que uno de los primeros desafíos de Fernández sería definir su relación con su compañera de fórmula. “Se odiaban (cuando él renunció) y todavía se odian”, dice. “Será muy difícil para él. Está atrapado entre la roca del FMI y el kirchnerismo duro”.

Las opiniones difieren sobre cuán activa podría ser Cristina como vicepresidenta, pero existe un acuerdo general de que querrá liberarse de nueve investigaciones de corrupción separadas que se remontan a su tiempo en el poder.

“Su prioridad número uno es liberarse ella y a su familia de problemas legales”, dice Walter Stoeppelwerth, director de inversiones de Portfolio Personal Inversiones en Buenos Aires. “Y la prioridad número uno de Alberto Fernández es hacer que sus problemas desaparezcan. Él es muchas cosas, pero no es tonto. Es muy inteligente, aunque no está rodeado de las personas más inteligentes”.

Lo más leído