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FT: Chile es la economía que encarna mejor la “nueva mediocridad” actual

A siete meses del comienzo de la nueva administración de la presidenta socialista Michelle Bachelet, el crecimiento se ha estancado en Chile y la inflación está presionando al alza.

Por: Financial Times | Publicado: Martes 14 de octubre de 2014 a las 05:00 hrs.
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Cuando el ministro de Hacienda chileno, Alberto Arenas, visitó Londres ayer para atraer el interés de los inversionistas hacia su país, se encontró con una venta mucho más difícil que sus recientes predecesores. "Todos los ingredientes (del crecimiento) están cayendo", reflexionó en una entrevista con Financial Times. Chile superó bien la crisis global: el crecimiento de China, altos precios de los commodities y tasas de interés en mínimos récord en Estados Unidos llevaron al país a una tasa de crecimiento anual promedio de más de 5% en los años recientes.

Ahora, sin embargo, Chile captura perfectamente la frase utilizada la semana pasada en la reunión del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional: la "nueva mediocridad". A siete meses del comienzo de la nueva administración de la presidenta socialista Michelle Bachelet, el crecimiento se ha estancado en Chile y la inflación está presionando al alza. Es un signo de cómo han cambiado los tiempos el hecho de que Arenas parezca satisfecho con pronósticos de que el crecimiento va a rebotar desde el 2% de este año a 3,6% en 2015. Aún así, reconoce que la población podría querer más y dice que manejar las expectativas será una alta prioridad. "Si todos creen que van a estar mejor, uno tiene que tener cuidado con esas expectativas", dice.

Una desaceleración global podría parecer el peor momento posible para las ambiciosas políticas de Bachelet. Un paquete de reformas estructurales aumentará de forma permanente los ingresos del gobierno a 23% de la economía desde el 20% anterior, y endurecerá el hasta ahora generoso tratamiento a las utilidades retenidas de las compañías.

Arenas reconoce que "nunca es un buen momento para una reforma tributaria". Pero la implementación será gradual, y el aumento anual del impuesto durante los cuatro años de mandato del gobierno será lo suficientemente pequeño como para que sea "muy fácil para la economía recuperarse", añade.

La reforma tributaria ayudará a financiar los cambios educativos insignia que fueron la principal promesa de campaña de Bachelet en 2013 después de que los estudiantes protagonizaran las mayores protestas en años. Su principal queja era que el sistema de educación privada cobraba demasiado por estudios de baja calidad.

La pobre calidad de la educación ha sido mayoritariamente responsabilizada por el lento crecimiento de la productividad de Chile. Para Arenas y muchos otros, una mejor educación es la clave para reducir la desigualdad extrema y evitar la "trampa de ingresos medios", el peligro de que el crecimiento de una economía emergente pierda fuerza en los niveles de ingresos medios. El primer presupuesto de Arenas ha comenzado la transformación que elevará de forma permanente el gasto público en educación en hasta dos puntos porcentuales del PIB, desde el 4,5% actual. "Si uno va a hacer eso, necesita ingresos permanentes más altos", explica.

Si bien Arenas admite que aumentar los impuestos a las empresas podría deprimir la inversión, cree que la política fiscal y monetaria expansiva ayudarán a sostener el crecimiento. Piensa que los inversionistas serán animados por la introducción gradual de las reformas, así como la forma en que el gobierno va a gastar los ingresos resultantes. "El gobierno va a gastar los ingresos en inversión en capital humano. Realmente necesitamos que se convierta en un país desarrollado". El gasto total ajustado por inflación del gobierno se incrementará 9,8% el próximo año. La inversión pública, que incluye gasto en educación y salud, crecerá 27,5%. Las reformas no son el fin del afamado modelo económico de Chile de no intervención y bajos impuestos que es visto mayoritariamente como el responsable del impresionante crecimiento pero que ha hecho poco por abordar la desigualdad. Pero sí arriesgan un bajo crecimiento en el corto plazo en aras de un impulso a la productividad que podría demorar décadas en dar todos sus frutos. La apuesta de Arenas es que los electores y los inversionistas están preparados para la mirada de largo plazo.

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