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La nueva “Ruta de la Seda” solo conduce en una dirección

El mundo espera que China demuestre en la cumbre que comienza este domingo que está hablando en serio cuando promete abrir su economía.

Por: Jörg Wuttke, Financial Times | Publicado: Viernes 12 de mayo de 2017 a las 04:00 hrs.
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Presidente Cámara de Comercio UE-China

La antigua Ruta de la Seda sostuvo el siglo de oro de China más de mil años atrás, cuando la expansión territorial, supremacía cultural y poder económico de la dinastía Tang –con 58% del PIB global– estaban en su peak. A partir de este domingo, Beijing será sede de una gran conferencia internacional que será una vitrina para la iniciativa “Una Franja, Una Ruta” del presidente Xi Jinping, el ambicioso proyecto que trata de recrear la antigua ruta comercial.

Pero en cinco o diez años, ¿será el evento conmemorado como un paso hacia la próxima fase de globalización de la economía china o como un gran elefante blanco que dejó una gran cantidad de recursos malgastados en el camino?

Aunque la nueva iniciativa fue anunciada más de cuatro años atrás como uno de los proyectos favoritos del mandatario Xi en política exterior, todavía no está claro de qué se trata.

Beijing dice que involucrará grandes inversiones en infraestructura en Asia y más allá, expandiendo el comercio e inversiones por la nueva ruta terrestre hasta Europa y por la ruta marítima que pasa por Medio Oriente y llega hasta el Mediterráneo.

Tomando eso en cuenta, es inspirador. Las necesidades asiáticas en infraestructura son grandes. Generar vínculos más cercanos en la región puede resultar en un crecimiento e integración económicos más rápidos. Beijing está dispuesto a hacer frente al terrorismo en algunos de los países islámicos vecinos, esperando que el aumento del comercio e inversiones creen trabajos y estabilidad.

Falta de concretica

Sin embargo, hasta la fecha –desgraciadamente– es más una visión política general que un plan práctico de inversiones. Tomando en cuenta las presiones a la baja del yuan, la iniciativa fue usada por las empresas chinas como excusa para evadir el control de capitales y sacar dinero del país disfrazándolos de inversión y asociación internacional. Y más allá de apoyar proyectos que valen la pena –como puertos en Pakistán y estaciones ferroviarias en Asia Central– la iniciativa a menudo ha ofrecido una fachada para adquisiciones de “activos trofeos”, como clubes de fútbol europeos. Los multimillonarios chinos han adquirido más de 100 de estos hasta la fecha.

Algunos funcionarios chinos señalan que la nueva Ruta de la Seda puede absorber la sobrecapacidad crónica en muchas de las industrias del país, creando nuevas oportunidades para la exportación de sus productos. Eso no es cierto.

La sobrecapacidad de las industrias como la del acero es demasiado grande como para que los mercados vecinos sean capaces de absorber más que una pequeña fracción de esa. Productos como el cemento o el vidrio no pueden ser exportados de manera económica a grandes distancias, y en los mercados inestables y de alto riesgo como los de Pakistán y las repúblicas de Asia Central hay un peligro de que los préstamos queden impagos y los proyectos fracasen.

Conexión con Europa

La ruta ferroviaria planificada entre China central y Europa -que está pasando por una evaluación- destaca los desafíos: cinco trenes llenos con carga parten desde Chongqing a Alemania cada semana, pero solo un tren completamente cargado vuelve. Pero el comercio tiene que ir hacia ambas direcciones para hacer que las nuevas rutas comerciales sean económicamente viables y políticamente aceptables.

Las empresas europeas quieren ver que “Una Franja, Una Ruta” cree más oportunidades para hacer negocios en China. Según la última encuesta anual de los miembros de la Cámara de Comercio Europea en China, barreras regulatorias y límites de acceso al mercado siguen siendo las mayores limitaciones que sufren las compañías. Europa está abierta, comprando 1.000 millones de euros en bienes de China todos los días. Beijing, sin embargo, compra solo la mitad de esa cifra a Europa. En 2016 China invirtió cuatro veces más en Europa que las empresas de la Unión Europea en China.

Y no es porque las firmas europeas no quieran invertir en el extranjero. El año pasado destinaron 200.000 millones de euros a EEUU, por ejemplo. La razón es que, como destino para las inversiones extranjeras, China se está conduciendo muy por debajo de su potencial.

La gran visión política contenida en los planes del nuevo Camino de la Seda no es una respuesta a los grandes problemas cotidianos y obstáculos que los negocios europeos enfrentan en China. Y mientras que las empresas europeas apoyan la visión del proyecto, están preocupadas que en la próxima década sea recordado como “Una Franja, Una Trampa”: el derroche de los recursos que dependen demasiado de pesadas e ineficientes empresas estatales, mientras que los ágiles empresarios chinos y capital privado europeo habrían hecho un trabajo mucho mejor.

Hay que esperar que las cosas no resulten así. Pero cuando la política es la que manda, los riesgos de decepción son mayores.

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