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Los disparates comerciales de Donald Trump presagian más proteccionismo

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 7 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Donald Trump es realmente un proteccionista. Y es más que una mera retórica. Esa es la lección de la semana pasada, tras el anuncio de que esta semana firmaría una orden imponiendo aranceles globales de 25% para el acero y de 10% para el aluminio.

Esos aranceles no son tan importantes en sí mismos. Pero la lógica utilizada para justificarlos, su nivel y duración, su voluntad de apuntar a aliados cercanos y la declaración del presidente de que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, deben alarmar a todos los observadores informados.

Es poco probable que esta acción sea el final; es más probable que sea el comienzo del fin del orden comercial multilateral gobernado por reglas que creó el propio Estados Unidos.

Esto puede sonar alarmista. No debería. Es cierto que las acciones propuestas apuntan sólo a poco más del 2% de las importaciones estadounidenses. Si aquí terminan, entonces el mundo y la economía mundial seguramente lo tomarán con calma.

Es posible que, con alguien tan inconsistente como Trump a cargo, aquí es donde terminará. Pero no podemos apostar por eso.

Proteccionismo expansivo

Una razón por la que el proteccionismo estadounidense podría extenderse es que la acción propuesta, explícitamente diseñada para durar un largo tiempo, gravará a todos los usuarios de acero y aluminio. Incluyendo industrias que emplean a mucha más gente que las 81 mil empleadas en la industria básica de acero de EEUU.

Los usuarios sufrirán una “ protección efectiva negativa”. Un resultado será que los productos importados de acero y aluminio serán más baratos. La “solución” seguramente será poner aranceles sobre las importaciones de estos productos, también.

Otra razón por la que esta acción se extendería es que los afectados podrían tomar represalias contra EEUU en otras áreas. En la práctica, sin embargo, es más probable que lleven a EEUU al proceso de solución de disputas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), al tiempo que imponen la llamada protección de salvaguardas en el acero y aluminio para impedir el desvío de importaciones a sus mercados. De esta manera también se extenderá la protección.

Una razón más por la que el proteccionismo se difundiría es el uso de EEUU de la laguna legal de la seguridad nacional. La OMC permite a un miembro tomar “cualquier acción que considere necesaria para la protección de sus intereses esenciales de seguridad (...) tomada en tiempos de guerra u otra emergencia en las relaciones internacionales”.

Pero, como sugiere la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, “es totalmente inapropiado ver cualquier comercio con Canadá como una amenaza para la seguridad nacional de EEUU”. Sin embargo, una vez que EEUU, de todos los países, use este vacío tan irresponsablemente, ¿Dónde podría parar?

Un punto crucial es que esta acción no se trata de China, que representa menos del 1% de las importaciones de acero de EEUU. Sus víctimas son amigos y aliados: Brasil, Canadá, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur. Tampoco es una medida tomada contra alguna forma de comercio desleal. Esta es una política puramente proteccionista destinada a salvar viejas industrias.

Pero incluso en estos términos, el razonamiento es débil: la producción de acero y aluminio de EEUU ha permanecido estable durante años. Si esta acción realmente tiene sentido para Trump, ¿qué no?

“Fácil de ganar”

Por todas estas razones, entonces, debemos prever más acciones proteccionistas por parte de EEUU y otros. Y aún existe una razón más importante para esperar esto. Trump parece querer una guerra proteccionista. Está seguro de que un gran país con grandes déficits comerciales debe “ganar”. Además, cree que esos déficits son una prueba de que EEUU ha sido abusado por otros. Ambas creencias son económicamente ridículas.

Sí, EEUU podría ser menos perjudicado que otros en una guerra proteccionista. Pero todos, incluyendo a EEUU, se verían dañados por la balcanización de la economía global.

Además, es un error considerar los superávit comerciales como el equivalente de una ganancia en los negocios, como lo hace Trump. Las importaciones son el objetivo del comercio. Los excedentes comerciales no tienen mérito intrínseco.

Sin embargo, esta acción se justifica en última instancia por la fuerte creencia de que EEUU ha sido víctima de las maquinaciones de otros. Un poco de evidencia utilizada para justificar este sentimiento de agravio es la idea de que EEUU es “la gran economía menos proteccionista del mundo”.

Ninguna medición de protección general es muy certera. Pero la menos mala es el arancel promedio ponderado aplicado. Según la OMC, el arancel promedio ponderado de Japón en 2015 fue de 2,1%, el de EEUU de 2,4% y el de la UE de 3%. Todos muy similares. El de China fue del 4,4%, en gran parte porque ha sido parte de una sola negociación global: su adhesión a la OMC en 2001, cuando todavía se la consideraba como un país en desarrollo.

Algunos legisladores estadounidenses se refieren en cambio al arancel “consolidado”. Sobre esa base, la protección de EEUU es relativamente baja. Pero un promedio simple de aranceles consolidados, los límites máximos que un país ha acordado sobre sus aranceles, le dice a uno muy poco acerca de su nivel real de protección. Además, EEUU ha consolidado sus aranceles a niveles bajos para obtener concesiones de otros, especialmente la protección de su propiedad intelectual.

Déficit comerciales

La otra queja es sobre los déficit comerciales. Pero estos son fenómenos macroeconómicos, no el resultado de una política comercial. Trump acaba de promulgar un gran aumento en el déficit fiscal estructural de EEUU. En igualdad de condiciones, esto seguramente aumentará el déficit comercial.

Esto será particularmente cierto si, como lo espera la administración, sus recortes de impuestos alimentan un gran aumento en la inversión privada de EEUU, mientras aumentan los déficit gubernamentales. ¿La mano izquierda de la formulación de políticas estadounidenses entiende lo que está haciendo la mano derecha? Parece que no.

El Fondo Monetario Internacional tiene razón al criticar este plan. Impondrá costos sustanciales, perturbará las alianzas y seguramente conducirá a un proteccionismo aún más costoso, por parte de EEUU y otros. Es producto de una mezcla característica de autocompasión –“el mundo es malo para nosotros”- y grandilocuente: “podemos fácilmente intimidar a los demás para que se sometan”.

Es probable que el resultado sea una mayor fragmentación de la frágil estructura del comercio mundial. Bien hecho, Trump.

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