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May tambalea en la recta final de las elecciones

Primera ministra del Reino Unido intenta mostrarse invulnerable a las críticas sobre su reforma social y su decisión de adelantar las elecciones. En entrevista con FT, defiende su postura para negociar un Brexit con beneficios para todos.

Por: G. Parker y R. Khalaf | Publicado: Lunes 5 de junio de 2017 a las 04:00 hrs.
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Con las elecciones ad portas, la aprobación de la primera ministra ha caído y la ventaja de los Conservadores sobre los Laboristas se ha reducido a la mitad. El lanzamiento del manifiesto fue mal ejecutado y su partido está lleno de recriminaciones. El esperado retorno de May al Número 10 ha necesitado de un un gran esfuerzo para alcanzar la meta final.

La mayoría de las encuestas sugieren que May ganará la elección, posiblemente por un amplio margen. Pero, después de cinco semanas en el camino, parece ajena a la creciente ira entre los candidatos conservadores sobre la forma en que se ha llevado a cabo la campaña, enfocada en una batalla presidencial entre una aparente invulnerable May y el supuesto desafortunado líder izquierdista de los Laboristas, Jeremy Corbyn.

En conversación con FT en el campo de fútbol Pride Park del Condado de Derby, refleja que no ha pasado nada negativo en la campaña o que se hayan cometido errores, y mucho menos de cualquier recelo sobre su apuesta por adelantar las elecciones. Sus críticos argumentan que está en negación. Pero los estrategas conservadores esperan que, en última instancia, su sensación de calma le permita aparecer como una figura sensata que emergió de las consecuencias caóticas del referendo por el Brexit para estabilizar la nación.

Cuando habla, su voz traiciona un ligero nerviosismo que su retórica se esfuerza por esconder. “Nos enfrentamos a un momento histórico de cambio para nuestro país”, dice observando sobre el montículo. “La decisión que los ciudadanos tomen es una decisión no solo para los próximos cinco años sino para después en términos de oportunidades que estarán disponibles para nosotros”, asegura.

Enfrentando críticas

Donde una vez el moderado acercamiento de May armonizaba con los votantes, durante la campaña algunas veces se ha visto evasiva, no menos después de que reescribió una pieza central de su manifiesto –un plan para reformar el cuidado social para la tercera edad– mientras insistía en que “nada ha cambiado”.

“Hubo mucho alarmismo sobre lo que pusimos en el manifiesto”, dice y agrega: “pensé que era importante aclarar algunos de los detalles”. Pero insiste: “los principios de nuestra política de asistencia social no han cambiado”.

May, quien fue criticada por no participar en un debate televisado la semana pasada, siente gran satisfacción al reunirse con votantes. “Me reúno, uno a uno, con la gente para entender sus problemas en vez de participar en un debate en el que políticos discuten entre sí”. Pero admite: “no puedo ver a toda la población”.

Si lo hiciera, los votantes encontrarían a una política mesurada pero amable –en Derby May dedica su tiempo a escuchar preguntas de dos lectores del FT que se han unido a la entrevista– aunque ocasionalmente da señales de pasión. Pero su renuencia a ir más allá de sus líneas defensivas ha llevado a algunos “tories” a afirmar que la campaña ha expuesto no tanto las profundidades ocultas de la premier, sino sus superficies ocultas.

A medida que la campaña se ha desarrollado, las preguntas de la prensa se han vuelto más hostiles. May se ha rehusado a responder preguntas detalladas sobre el Brexit o inmigración. Más de un tercio de los votantes (37%) dijo a Opinium que su visión sobre la primera ministra era más negativa que al inicio de la campaña, en contra del 25% que dijo que era más positiva.

Pero ella está convencida de que las empresas serán ampliamente consultadas a medida que avancen las negociaciones. “Hemos estado escuchando”, dijo. Asegura que el secretario de negocios, Greg Clark, y el ministro para el Brexit, David Davis, regularmente consultan a directivos y parecen confundidos en cuanto a por qué los líderes empresariales se quejan de que han sido marginados por ella.

Sin embargo, un refrán común de los directores ejecutivos de grandes compañías es que mientras David Cameron tenía una política de puertas abiertas, May es una figura remota. ¿Puede entender por qué están frustados? “Bueno, no lo sé”, dice la premier quien asegura: “tenemos un acceso significativo a ellos”.

Ruta intervencionista

Las empresas británicas también están nerviosas de que May esté en una ruta más intervencionista, que incluye controles de precios en el mercado energético, haciéndose eco de una idea del manifiesto laborista de 2015 criticado por los tories en ese momento. “No es la misma política”, dice. “Creo en los mercados libres y competitivos, pero quiero asegurarme de que estos sean competitivos”, asegura.

Insiste que no sigue una “ruta estatista”, argumentando que el gobierno simplemente quiere ser capaz de tener en cuenta a las empresas licitantes por las promesas que hacen durante los acercamientos para fusiones. Las firmas de telecomunicaciones y energía serán incluidas en pruebas de propiedad extranjera. Ella dice que ministros han tenido “largas conversaciones” sobre añadir otros sectores, como el farmacéutico, pero rechaza la idea. “Estamos llevando nuestra situación a la línea de otros países del mundo”, dice.

Vacío estratégico

Ciertamente, May no admite que el Brexit está empujando al país a un vacío estratégico, alejado de la UE y frente a problemas como el cambio climático y el libre comercio con un cada vez más errático Estados Unidos.

Su fracaso en firmar la carta europea criticando la decisión del presidente de EEUU, Donald Trump, de retirar al país del acuerdo climático de París parece resumir la situación, pero ella insiste: “no estamos abandonando Europa. Seguiremos siendo uno de los países que están absolutamente en el corazón de la OTAN”.

La sangre fría de May es sorprendente, dados los eventos globales que la rodean y las críticas que circulan en su propio partido sobre el manejo de su impuesta elección. Posa para selfies con los dos lectores del FT antes de un mitin en el salón adjunto del estadio. Incluso después de los titubeos del mes pasado, sus colegas más cercanos insisten que ganara el 8 de junio. Figuras importantes de la campaña Laborista coinciden en que los votantes no están dispuestos a arriesgarse con Corbyn en el Número 10. N

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