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Por qué la semana laboral de 30 horas está cerca de concretarse

Muchos países desarrollados, como Alemania, Corea del Sur o China, están ajustándose a las necesidades de los millennial, que quieren pasar menos horas en la oficina.

Por: Simon Kuper, Financial Times | Publicado: Lunes 19 de febrero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Hace poco, un amigo que contrata para un banco de inversión me rezongó sobre los millennial que solicitan empleo. Dijo que en la entrevista hacen preguntas como: “¿Me puedo ir temprano los viernes para ir a yoga?”

Las encuestas llevan años demostrando que la mayoría de los jóvenes de la generación millennial -hombres y mujeres- no quieren trabajar todas las horas. En estudios recientes realizados por Deloitte y el sitio web de monitoreo de carreras Comparably, los trabajadores jóvenes eligieron el “equilibrio trabajo-vida” por encima de la progresión profesional. Los millennial quieren llegar a casa a tiempo para criar a sus hijos, o al menos jugar un poco de Nintendo.

Cambios postcrisis

Durante la crisis económica, a cualquier empleador al que se le preguntara sobre yoga simplemente se hubiese burlado y tirado el CV del solicitante a la basura. Siempre había un candidato más desesperado. Pero ahora eso está cambiando: con la economía mundial creciendo a su ritmo más rápido desde 2011, los solicitantes de empleos calificados son escasos. Finalmente, los trabajadores pueden hacer demandas.

IG Metall, el mayor sindicato de Alemania, acaba de llegar a un acuerdo que permite a sus miembros trabajar semanas de 28 horas durante un máximo de dos años, generalmente cuando tienen hijos pequeños. Evidentemente, el cuidado de los niños ya no es sólo un asunto de mujeres: la mayoría de los miembros de IG Metall son hombres.

Es cierto que Alemania es como un paraíso para los trabajadores. Pero si otras economías nacionales siguen creciendo, las horas de trabajo también subirán en la agenda ahí. Durante los auges, más personas quieren intercambiar dinero por tiempo.

La crisis posterior a 2008 finalmente ha terminado. Los salarios promedio ahora están por encima de los niveles previos a la crisis en todos los países desarrollados, excepto en el Reino Unido y Grecia. La tasa de desempleo de la eurozona es la más baja y el crecimiento de los salarios de EEUU es el más rápido desde 2009.

El trabajador promedio en el mundo desarrollado ahora gana más que nunca. Más que eso, ha heredado un sentido de seguridad del que carecían las generaciones anteriores. Imagine a alguien nacido en un país occidental en 1980. Su abuelo, nacido alrededor de 1930, trabajó muchas horas en una fábrica. Su padre, nacido en 1955, trabajó ligeramente menos horas en una oficina. Ahora, la tercera generación en hacer su carrera después de la Segunda Guerra Mundial espera más que sólo subsistir. También puede esperar una herencia. En resumen, aunque persiste la precariedad, el trabajador promedio actual tiene suficiente dinero para enfrentarla. Lo que le falta en esta era de padres helicóptero y constantes mensajes de trabajo es el tiempo.

Balance vida-trabajo

El equilibrio entre la vida y el trabajo usualmente se discute como un tema personal. Los gurús de la autoayuda tienden a recomendar datos útiles: abandonar Facebook, ignorar la mayoría de los correos electrónicos, instalar aplicaciones de meditación, etc. Sin embargo, como argumenta Anne-Marie Slaughter en su libro Unfinished Business, no es el trabajador individual quien necesita cambiar. Es el sistema.

Aquí, Alemania ha sido la silenciosa creadora de tendencias. En 1960, el año laboral promedio de Alemania Occidental era de 2.163 horas. Hoy son 1.363 horas, el más bajo de todos los países desarrollados. Y cuando los alemanes se van a casa a media tarde, muchos de ellos son genuinamente libres.

Muchas de las principales empresas alemanas, obligadas a mantener contentos a los trabajadores, limitan los correos electrónicos después del trabajo. Daimler incluso borra automáticamente los emails a los empleados que están de vacaciones.

Ahora, IG Metall ha dado un paso más hacia lo que los alemanes llaman el balance vida-trabajo. Los miembros de IG Metall están inusualmente bien posicionados para hacer demandas. La industria alemana de metales es el sector más floreciente en el país más próspero de Europa.

Otros países tradicionalmente trabajólicos también se han calmado. Corea del Sur, China y Tailandia limitaron la tarea escolar, aunque claramente no es suficiente: muchos padres chinos se rebelan contra tener que pasar todas las noches haciendo las tareas de trigonometría de sus hijos.

Ahora, el gobierno de Corea del Sur quiere reducir el promedio de horas anuales de trabajo a menos de 1.800, desde 2.069 en 2016, más que cualquier país de altos ingresos de la OCDE. Hasta ahora, el plan de Corea del Sur sigue siendo en su mayoría conversaciones (al igual que la prometida “reforma de estilo de trabajo” de Japón), pero cualquier gobierno que mejore la vida coreana debería ganar los votos millennial.

Los cambios que vienen

Sólo EEUU ha encontrado una manera de hacer que los empleados acomodados trabajen todas las horas hasta su vejez: les quita su seguro de salud si se detienen. Sin embargo, incluso ahí, las cosas pueden cambiar. Amazon está haciendo un experimento piloto con equipos técnicos que trabajan 30 horas semanales por los mismos beneficios y las tres cuartas partes del salario de los empleados de 40 horas. Tales esquemas se volverán comunes si la economía sigue creciendo.

Menos horas laborales no ayudarán a los trabajadores peor pagados, que no pueden permitirse el lujo de trabajar menos, ni a los trabajadores de élite, que generalmente aman su trabajo y pueden contratar ayuda para las tareas domésticas. Pero para la clase media de los países ricos, está surgiendo una nueva vida laboral. La semana laboral básica se acortará, y los trabajadores individuales se reducirán cuando tengan hijos o padres mayores a quienes cuidar.

Por el contrario, en las fases más tranquilas de la vida, trabajarán más: el trato de IG Metall hace que sea más fácil para algunos empleados escalar del estándar de 35 horas a 40. Tal flexibilidad eventualmente acabará con la “trayectoria mami”, que castiga a una mujer a lo largo de su carrera de 45 años por los pocos años que pasó criando niños.

El futuro del trabajo podría parecerse a Alemania: días de trabajo cortos, alta productividad y un sector de yoga en auge.

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