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Por qué los millennials están exponiendo sus tatuajes en el trabajo

El uso del reclutamiento “ciego”, que se concentra primero en las calificaciones para el empleo en lugar de la apariencia física, debería acelerar el cambio hacia un lugar de trabajo más diverso.

Por: Andrew Hill, Financial Times | Publicado: Jueves 16 de agosto de 2018 a las 04:00 hrs.
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Mi consejo superficial a los aspirantes a empresarios solía ser el siguiente: inviertan en salones de eliminación de tatuajes.

En 2015, casi la mitad de los millennials estadounidenses admitían tener un tatuaje, al igual que un 30% de los británicos de edad similar. Esas cifras casi con seguridad han aumentado desde entonces, a juzgar por la cantidad de tatuajes que salieron a la luz pública durante la reciente ola de calor en el Reino Unido.

Yo no visto, escucho o creo en las mismas cosas que favorecía cuando tenía veintitantos, así es que me cuesta bastante creer que cuando los millennials lleguen a los 50 querrán ser juzgados por la Minnie Mouse que tenían tatuada en su brazo cuando eran estudiantes. De ahí mi respaldo de la eliminación de tatuajes, un sector que, según un pronóstico, tendrá un valor falsamente preciso de US$ 2.850 millones para 2021.

Pero paren antes de usar las herramientas de eliminación de tatuajes con láser. Parece estar aumentando la evidencia de que el arte corporal no es un obstáculo tan significativo en el ámbito laboral como se pensaba, y ésta es una buena noticia tanto para los que están tatuados como para los que no lo están.

Un sinnúmero de colegas a quienes consulté dijeron que gradualmente estaban revelando los tatuajes e incluso las perforaciones corporales decorativas en el trabajo. Una compañera me dijo que había ocultado tatuajes durante casi una década con gasas, pantalones o medias gruesas hasta que se dio cuenta de que no tenía sentido, sobre todo porque su trabajo incluía aconsejarles a las personas a que mostraran su “verdadera naturaleza” en el trabajo. Otro me comentó: “Si a alguien le importa tanto ver un tatuaje en mi muñeca hasta el punto de afectar su opinión sobre mi identidad personal o profesional, entonces probablemente no sea alguien a quien yo respetaría, o cuyo respeto yo intentaría ganarme de todos modos”.

El arte corporal es más que una simple elección de moda. La gente elige los tatuajes para marcar momentos cruciales, para que les recuerden sus valores fundamentales o para reforzar su identidad: yo me tatúo, luego existo. Adam Peaty, la estrella de natación del Reino Unido, tiene un león tatuado en el bíceps de su brazo izquierdo, visible cada vez que su cuerpo sale de la piscina en camino hacia otra medalla.

Jill Abramson, la exeditora de The New York Times, tenía una ‘T’ tatuada en la espalda en la fuente del NYT. El científico británico Matt Taylor optó por tatuarse el robot Philae sobre su muslo derecho para mostrar su dedicación al proyecto espacial Rosetta.

Mayor tolerancia

La mayoría de los tatuajes no se alinean tan precisamente con la misión o con la marca de un empleador. Pero una investigación recién publicada en la revista Human Relations sugiere que, a pesar de las percepciones, las personas con tatuajes ya no se enfrentan a ninguna discriminación real salarial o laboral en EEUU. Los hombres tatuados puede que incluso tengan más probabilidades de encontrar un trabajo. El coautor Andrew Timming, de la escuela de negocios de la Universidad de Australia Occidental, comentó que le sorprende la rapidez con la que las actitudes están cambiando. La tolerancia, dijo, está aumentando junto con la creciente prevalencia del arte corporal.

Esto es positivo no sólo para quienes secretamente llevan tatuajes, sino también para cualquiera que desee expresarse en el trabajo; indica que, a medida que las generaciones más jóvenes avancen hacia los cargos gerenciales, tendrán el poder de cambiar el comportamiento no prestándole atención a cosas que hicieron que sus predecesores actuaran con desaprobación. Esto se aplica a otras formas de diferencia. El uso del reclutamiento “ciego”, el cual se concentra primero en las calificaciones para el empleo en lugar de en la apariencia física, debería acelerar el cambio hacia un lugar de trabajo más diverso.

La cultura corporativa es frustrantemente inerte. Las asociaciones negativas en relación con los tatuajes pueden persistir. En la reunión anual de la Academia de Administración esta semana, los académicos presentaron los resultados de un experimento a menor escala que reveló que a las candidatas con tatuajes o con perforaciones decorativas extremas se les ofrecía un salario inicial más bajo que a aquellas sin arte corporal. A las que tenían tatuajes extremos se les consideraba menos competentes.

También es posible que una forma de discriminación reemplace a otra. El mismo estudio indica que los gerentes sin tatuajes, o con pocos, tienen menos probabilidades de contratar a quienes exhiban arte corporal extremo, como tatuajes en el cuello o anillos en la nariz. Aquellos con más perforaciones tienen más probabilidades de rechazar a candidatos sin arte corporal.

La prudencia es la clave

La mayoría de las personas a quienes encuesté me dijeron que todavía cubrirían sus tatuajes durante una primera entrevista. Una de ellas, quien lleva un anillo en la nariz y que tiene tatuajes, me comentó que se preocuparía de que “tal vez tenga la mala suerte de que la persona que me entreviste sea una que me juzgue, y preferiría que no me juzgaran por eso”.

La prudencia aconseja reservar los tatuajes para las partes del cuerpo que puedan cubrirse, en caso de que se decida solicitar un puesto de juez o de general. Y, como lo demuestra la experiencia de Abramson al ser despedida, hay que tener cuidado de no grabarse la marca de la compañía en la piel. Los tatuajes duran mucho más que la mayoría de los trabajos.

Aún así, yo quiero cubrir mi recomendada inversión en salones de eliminación de tatuajes con una inversión colateral en una cadena de lujo que discretamente ofrezca tatuajes y perforaciones corporales decorativas a clientes conservadores y mayores. Esto tal vez represente un insulto para aquellos que una vez se hicieron de tatuajes y de perforaciones como signo de rebelión, pero puede que un día todo el mundo desee tener una pieza de arte corporal que ostentar durante una entrevista.

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