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Primera gira de Rex Tillerson no acerca posiciones entre EEUU y Latinoamérica

El viaje no logró clarificar si la administración Trump está interesada en adoptar un liderazgo activo en la región. Mientras, China fortalece sus vínculos latinoamericanos rápidamente.

Por: Financial Times | Publicado: Martes 13 de febrero de 2018 a las 04:00 hrs.
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El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, completó su primera gran gira por Latinoamérica desde que asumió el poder hace un año. Visitó México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica entre el 1 y el 7 de febrero. El viaje parece haber avanzado los esfuerzos liderados por EEUU de aumentar la presión por una democracia en Venezuela. Tillerson dijo que sus anfitriones acordaron mantenerse en contacto para estudiar varias medidas de mitigación y coordinación, si el presidente estadounidense, Donald Trump, decide ampliar las sanciones contra Venezuela, lo que incluye la posible imposición de un embargo petrolero. Más ampliamente, el viaje no logró clarificar si la administración Trump está lista, o dispuesta, a adoptar un liderazgo activo en la región.

Le ha tomado tiempo a la administración Trump cristalizar su política hacia Latinoamérica, en parte porque la región parece tener una baja prioridad para el presidente de “EEUU primero”. Una serie de expertos en Latinoamérica también se han retirado del Departamento de Estado, lo que no ha ayudado.

Pero la publicación de la Estrategia Nacional de Seguridad de Trump en diciembre y un discurso de Tillerson antes de la gira han sido informativos. Ambos demuestran un tono neo-Guerra Fría, proponiendo una búsqueda vigorosa de los intereses de EEUU en un mundo competitivo.

Tillerson reiteró el interés tradicional de EEUU de promover el crecimiento, la seguridad y la gobernabilidad democrática en la región. Sin embargo, se centró más agudamente en los que percibe como adversarios: Venezuela y Cuba, vistos por la administración estadounidense como Estados antidemocráticos dentro de la región, y China y Rusia, considerados como rivales globales preparados para provocar problemas en una región que ha tenido históricamente influencia estadounidense.

Preguntas sin respuestas

La respuesta tradicional a esa situación es que Washington reúna a sus aliados en la región en torno a una visión democrática común y tome medidas concertadas. Pero Tillerson sólo ha podido hacer parte de ese trabajo, y muchas preguntas siguen sin respuesta. Hay una serie de gobiernos de centroderecha que están preocupados por la crisis venezolana y que son posibles aliados de Trump.

Sin embargo, por una variedad de razones, están recelosos de seguir el liderazgo de EEUU. Algunos presidentes se alarmaron después de una cena en Washington en septiembre del año pasado, cuando Trump habló abiertamente de invadir Venezuela: de acuerdo con filtraciones de prensa, lo consideraban “peligrosamente impredecible”. La visita de Tillerson parece haber tranquilizado a los líderes de que habrá un enfoque más medido y consultivo.

Aún así, otros problemas también se interponen en el camino. Los comentarios de Trump sobre América Latina han sido negativos, enfatizando las drogas y el crimen, y han desconcertado a los aliados naturales de su país. Como sucedió con la gira por Latinoamérica del vicepresidente Mike Pence el año pasado, Tillerson no visitó Brasil, el país más grande de la región. Las relaciones con México, la segunda potencia regional más importante y un aliado tradicional, están muy tensas debido a los planes de EEUU de construir un muro fronterizo, deportar inmigrantes mexicanos e imponer políticas comerciales proteccionistas.

Las relaciones con Argentina son buenas, pero la imposición estadounidense de aranceles punitivos a las exportaciones argentinas de biodiesel es un factor irritante. Las relaciones con Perú y Colombia también son firmes, pero siguen con la incertidumbre sobre la dirección de las políticas de “guerra contra las drogas” del gobierno de EEUU. Trump recientemente sacudió al gobierno colombiano al sugerir que recortaría la ayuda económica a los países productores de droga. Más diplomáticamente, Tillerson reconoció que EEUU es el principal consumidor de drogas producidas en la región, y que tanto los países productores como los consumidores deben trabajar juntos.

Puerta abierta para China

Quizás el problema clave es un déficit de liderazgo en cuestiones de política económica. El crecimiento de EEUU fue bueno para las economías latinoamericanas el año pasado, y EEUU sigue siendo el principal socio comercial de la región (en 2015, el comercio sumó casi S$ 700 mil millones). Sin embargo, el giro de EEUU desde la globalización hacia el proteccionismo ha dejado perplejos a sus aliados.

Hasta cierto punto, esto ha abierto la puerta a China. El comercio entre China y América Latina ha crecido a un ritmo acelerado en la última década, llegando casi a US$ 250 mil millones en 2015. Aunque Tillerson reconoció que el comercio con China había traído beneficios a América Latina, afirmó que China tenía ambiciones imperialistas y que sus desleales prácticas comerciales estaban perjudicando a la región, erosionando las manufacturas, generando desempleo y bajando los salarios.

Sin embargo, muchos gobiernos regionales no comparten esta evaluación. Para ellos, China es un valioso aliado en la lucha por diversificar las exportaciones. Más que EEUU, actualmente parece tener una visión económica clara de los beneficios de la globalización, enfatizando un comercio de ganar-ganar y la inversión y desarrollo de grandes infraestructuras a través de la iniciativa “Belt and Road” (BRI, su sigla en inglés). China invitó formalmente a América Latina a unirse al BRI en enero. En comparación, Tillerson tenía pocas iniciativas específicas de comercio e inversión para ofrecer.

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