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¿Puede la China de Xi Jinping ser rica y comunista?

Si logra convertirse en un país de altos ingresos manteniendo su sistema político, será un hecho totalmente nuevo para el planeta.

Por: Martin Wolf | Publicado: Martes 9 de abril de 2019 a las 15:14 hrs.
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¿Logrará China emerger como un país de altos ingresos aún gobernado por un Partido-Estado Comunista? Si lo hace, transformaría un mundo en el que todos los grandes países de altos ingresos son democráticos. Eso reformaría el equilibrio global de poder, no sólo económica y militarmente, sino también política e ideológicamente. Esto es lo que espera que ocurra el presidente Xi Jinping. Pero, ¿cuán probable es?

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Hoy China no es tan excepcional. Es cierto que el número de países gobernados por un partido que se identifica como comunista es mucho menor de lo que era en 1991. Pero quedan algunos, como Vietnam. También es cierto que ha logrado cuatro décadas de crecimiento económico notable. Pero todavía es un país de ingreso medio, en el lugar número 75 del mundo según el Fondo Monetario Internacional en términos de Producto Interno Bruto per cápita a paridad de poder de compra, un poco detrás de México y Tailandia.

En términos de calidad de gobernanza, tampoco es extraordinario, al menos en los indicadores estándar del Banco Mundial. Como es de esperar, tiene un desempeño mucho mejor en "efectividad del gobierno", clasificado cerca de Italia, que en "voz y rendición de cuentas", donde está por debajo de Rusia. Pero no es realmente excepcional entre países de ingreso medio. Sin embargo, si llegara a convertirse en un país de ingreso alto, con un PIB per cápita, digamos, a nivel de Corea del Sur, pero con una rendición de cuentas del gobierno como la que tiene hoy, habrá emergido algo bastante nuevo. Después de todo, incluso la "voz y rendición de cuentas" de Singapur está mucho mejor categorizada que la de China.

Si esto ocurriera, China tendría éxito en hacerse rico, mientras su sistema político se mantiene igual. Eso, es claro, lo que intenta lograr Xi. Crecimiento sostenido del PIB real de 4% anual durante otra generación haría que China llegara a la mitad del grupo de altos ingresos. Su economía sería mucho más grande que las de EEUU y la UE sumadas. Este sería un nuevo mundo. ¿Pero es uno plausible? Corea del Sur es, después de todo, el único país de tamaño importante que ha pasado desde bajos a altos ingresos en dos generaciones.

Trampa del ingreso medio

Para lograr esto, el partido-Estado de China debe demostrar que puede lograr altos niveles de desempeño gubernamental, y que la economía china puede obtener niveles de prosperidad de altos ingresos, sin ceder antes las demandas de mayor rendición de cuentas de parte de una población que, para entonces, sería próspera, urbanizada, altamente educada y exigente. Más aún, esto también debe pasar sin las divisiones incontrolables de la élite del partido que destruyeron a la Unión Soviética.

¿Por qué podría fallar? Podría caer en la "trampa del ingreso medio". Algunos argumentan que el crecimiento económico de China ya está significativamente sobreestimado. Más aún, a medida que la población envejece, las restricciones medioambientales hacen efecto, la economía es relativamente más dominada por el Estado y los retornos de la inversión caen, el crecimiento -ya muy por debajo de las tasas logradas antes de 2008- podría bajar a niveles muy poco mayores, si es que no iguales, a los de los países de altos ingresos. La convergencia se estancaría. Una crisis de deuda podría hacer que esa desaceleración sea más abrupta.

En tanto, los desafíos sociales podrían perjudicar la legitimidad del partido-Estado, particularmente en el contexto de esa desaceleración. Y a largo plazo, el partido podría ver que es imposible contener la corrupción inherente. También podría encontrar cada vez más difícil mantener la legitimidad de una organización enraizada en un marxismo atemporal, especialmente uno responsable por catástrofes tan grandes como el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural. Como Kerry Brown, del King's College London, apunta en China's Dream, un libro fascinante sobre la cultura del comunismo chino, el pasado está "lleno de puertas que han sido cuidadosamente cerradas con llave, y territorios que son vigorosamente bloqueados y vigilados".

Los activos comunistas

¿Por qué, sin embargo, podría el comunismo chino tener éxito? Una respuesta es que el partido-Estado ha demostrado ser sorprendentemente flexible y pragmático. Cambiar tan rápidamente de la Revolución Cultural a la "reforma y apertura" fue una hazaña. La noción antigua del "mandato del cielo" también ayuda: desde que el comunismo está en el poder, está predestinado a estarlo. Otra respuesta está en las raíces profundas del absolutismo burocrático en China. También es crucial que el partido se adjudique haber redimido a la nación de la pobreza y la victimización y entregado, en cambio, prosperidad y poder. El partido siempre forma la narrativa nacional. Es, en palabras del profesor Brown, "el repositorio de la misión nacional". El matrimonio del partido con el nacionalismo es una fuente potente de legitimidad.

La manera en que Estados Unidos está conduciendo su diplomacia comercial podría fortalecer el apoyo nacionalista.

El Partido Comunista tiene activos adicionales. Uno es el impulso hacia la educación y emprendimiento del pueblo chino, que aumenta enormemente la probabilidad de lograr la prosperidad. Otro activo es la habilidad de transformar la tecnología moderna en un sistema de vigilancia amplia sobre virtualmente todas las personas chinas. Y aún otra es la habilidad de apuntar a los recientes fracasos económicos y políticos de las democracias de altos ingresos: la crisis financiera global, el crecimiento a la baja de la productividad, la tendencia a elegir a líderes incompetentes (como el presidente de EEUU, Donald Trump) y causas perdidas (como el Brexit). Para un gran número de chinos, la alternativa democrática debe parecer menos atractiva que antes. Para ellos, arriesgar la estabilidad política doméstica por las versiones actuales de la democracia, sin aminorar el rechazo de Occidente de la competencia pragmática en que se basa el progreso de China, parecerá una locura.

¿Se convertirá China en Singapur, con niveles de prosperidad y efectividad gubernamental de altos ingresos, pero manteniendo su partido único? ¿O su sistema político, o su progreso económico, o más probablemente ambos juntos, flaquearán? ¿Pasará Xi a la historia como el hombre que trajo a China a la cima del mundo, o como una versión china de Leonid Brezhnev, cuyo conservadurismo llevó al sistema soviético a una situación irrecuperable? Es imposible saber cómo terminará. Sólo los chinos lo decidirán. Sólo sabemos que es importante para todos. En tanto, Occidente debe mirarse así mismo, para reparar su sistema democrático defectuoso.

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