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Putin está entrometiéndose en las elecciones estadounidenses

Los intentos de sembrar dudas sobre la integridad del proceso electoral estadounidense ya están teniendo éxito

Por: Edward Luce | Publicado: Lunes 12 de septiembre de 2016 a las 20:00 hrs.
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EEUU tiene un historial de intromisión en la política de otros países durante y desde la Guerra Fría. Pero las intromisiones apenas disimuladas de Rusia en las elecciones de 2016 marcan la primera vez que EEUU ha sido claramente objeto de semejantes acciones. Además, el oso ruso simplemente está empujando una puerta abierta. Todo lo que Vladimir Putin tiene que hacer para causar problemas es sembrar dudas sobre la integridad del proceso electoral estadounidense. Muchos estadounidenses ya sospechan que el resultado de las elecciones de noviembre estará manipulado. Así piensa también Donald Trump, quien es el primer candidato presidencial estadounidense en invitar a una potencia extranjera a filtrar información que podría dañar a su rival. Si alguna vez la democracia estadounidense ha sido vulnerable a las trampas es ahora.

¿Qué posibilidades de éxito tiene esta estrategia? Hasta cierto punto, ya lo ha tenido. En una entrevista con Bloomberg la semana pasada, Putin ofreció una desvergonzada negación no-negación sobre que Rusia ha realizado los últimos episodios de hackeo. "Para hacer eso se necesita tomar el pulso y entender los detalles de la vida política nacional estadounidense", dijo con una sonrisa de complicidad. "No estoy seguro de que siquiera nuestros expertos del ministerio de asuntos exteriores sean lo suficientemente sensibles". El presidente ruso bien podría haberle hecho un guiño a la cámara. Nadie —desde las empresas de seguridad cibernética que analizan el hackeo de grupos políticos estadounidenses hasta el FBI— que lo está investigando, duda que los servicios de inteligencia rusos estuvieron detrás de las violaciones de seguridad.

Tampoco hay mucha duda sobre el motivo. El gran número de correos electrónicos pirateados de la sede del Partido Demócrata que muestran sesgo a favor de Hillary Clinton sobre Bernie Sanders, se filtró en la víspera de la convención de Clinton en julio. Enardeció a los partidarios de Sanders, muchos de los cuales ya creían que Clinton había manipulado las elecciones primarias. La semana pasada, Julian Assange, el refugiado fundador de Wikileaks, que divulgó el primer lote de mensajes de correo electrónico, prometió que habría más antes de noviembre.

Sería fácil —aunque probablemente incorrecto—asumir que Trump está trabajando directamente con Putin para generar desconfianza en el resultado de las elecciones de noviembre. Hay suficientes indicios razonables. En su discurso de aceptación en julio, Trump dijo: "Las grandes empresas, los medios de la élite y los principales donantes están apoyando la campaña de mi oponente porque saben que va a mantener nuestro manipulado sistema en su lugar". Esa misma semana, funcionarios de Trump depuraron el lenguaje de la plataforma republicana que instaban a apoyar al gobierno de Ucrania contra Rusia. Sucedió cuatro años después de que Mitt Romney, el candidato republicano del momento, describiera a Rusia como "el enemigo geopolítico número uno" de EEUU.

Nada captura mejor la toma hostil de Trump del Partido Republicano que su cambio de 180 grados con respecto a Rusia. Cada hackeo parece beneficiar a Trump. Cualquier cosa que pueda sembrar dudas sobre la probable victoria de Clinton en noviembre lo beneficia. Sólo él parece cuestionar el papel de Rusia en las filtraciones de información. "Creo que probablemente sea poco probable. Quizás los demócratas están promoviendo ese cuento", dijo Trump la semana pasada a la televisión rusa (sí, usted lo leyó bien). También le dijo a la emisora estatal que Putin era mucho mejor líder que el presidente Barack Obama. Como digo, la evidencia superficial de una confabulación entre Trump y Putin parece obvia.

Sin embargo, Putin es un operador mucho más astuto que Trump. En la fase inicial de su carrera se entrenó en el ala de "medidas activas" de la KGB, especializada en la guerra política. Su objetivo era generar desinformación para trastocar la política de otros países. Trump le ha dado al líder ruso una oportunidad de oro para empañar el modelo democrático estadounidense con las herramientas mucho más sofisticadas que se encuentran disponibles ahora. La victoria de Trump no necesariamente favorecería los intereses de Putin. Dañar la confianza del mundo en el sistema estadounidense sí lo haría. Putin también es un táctico más inteligente que Clinton. Cuando Obama llegó al poder en 2009, él y Clinton intentaron crear una división entre Putin y Dimitri Medvedev, el entonces presidente de Rusia. Fracasó. En 2011, Clinton respaldó a los manifestantes en Moscú contra la elección presidencial presuntamente manipulada por Putin. Esto también fracasó. Washington brindó una gran ayuda a los que apoyaron en 2014 el derrocamiento del gobierno pro ruso de Ucrania. Putin respondió anexándose Crimea. ¿Qué venganza más dulce que entrometerse en las elecciones estadounidenses?

No sería muy difícil hacerlo. No se necesita manipular el voto, asumiendo que eso fuera posible. Todo lo que Putin tiene que hacer es contaminar los resultados en la mente de las personas. Trump y sus partidarios en los medios de comunicación harían el resto. ¿Suena improbable? No debería. El Putin sabe bien que la propaganda funciona mejor cuando hay una audiencia receptiva. Olvidemos la reputación mundial de EEUU. Más bien, observemos cómo el país se ve a sí mismo. Con cierta razón, muchos estadounidenses creen que su sistema político ha sido secuestrado por los ricos y poderosos. Eso explica por qué tantos votantes están apostándole desesperadamente a Trump. Pero su caballo probablemente no ganará. Mientras tanto, Putin está disfrutando de un lucrativo día en el hipódromo.

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