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Satya Nadella, el barón de las Big Tech que puso a Microsoft nuevamente en la cima de la industria

La compañía de software estaba en riesgo de pasar a caer en irrelevancia tecnológica, pero el director ejecutivo la rescató imprimiendo una nueva cultura y un retorno a las raíces de la empresa.

Por: Richard Waters | Publicado: Lunes 23 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Foto: Bloomberg
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San Francisco

Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft, se ha ganado un lugar único entre barones tecnológicos que presiden el panorama digital de hoy.

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La creciente riqueza y poder de las Big Tech durante la última década ha sido una característica definitoria del capitalismo moderno. Sin embargo, incluso juzgado por los estándares de la mayoría de sus pares, Nadella se destaca.

Para fines de noviembre, el retorno total generado para los accionistas de Microsoft durante su gestión de seis años superó el US$ 1 billón (millones de millones). Compare eso con el momento en que asumió el cargo como el tercer CEO en la historia de la empresa, y la compañía de software parecía que estaba en un rápido camino hacia la irrelevancia tecnológica.

Este impresionante ejercicio en la creación de riqueza se produjo en un momento en que el propósito y el poder de las grandes compañías han sido objeto de un escrutinio mayor que en cualquier otro período en un siglo. La búsqueda decidida del valor para los accionistas está en duda, y los políticos y los reguladores están mostrando un nuevo apetito por desafiar a las empresas dominantes de la época, particularmente en tecnología.

Por lo tanto, es notable que Nadella haya puesto a Microsoft nuevamente en la cima de la industria sin atraer el resentimiento y la ansiedad provocados por otros líderes tecnológicos o, para el caso, el propio Microsoft mismo anterior. La compañía de software alguna vez fue considerada como modelo del acosador corporativo, que utilizaba su monopolio de software para PC con el fin de dominar el mundo de la tecnología.

La ecuanimidad que ha acompañado su reciente ascenso es un testimonio del nuevo propósito en el corazón de la firma, así como una cultura corporativa que refleja las cualidades personales de un CEO más dado a la humildad que a la arrogancia intelectual con la que una vez se conoció la empresa.

Todavía es muy temprano para juzgar el impacto del nuevo Microsoft que Nadella ha estado construyendo. Con el control de una de las pocas plataformas de computación en la nube que dominarán la próxima fase de la tecnología, es probable que ejerza una influencia significativa sobre el futuro de los negocios y la sociedad, ya sea para bien o para mal.

El mismo Nadella es bien consciente de los riesgos y afirma haber establecido parámetros para su empresa que garantizarán que su impacto en el mundo sea positivo. En un momento en que la reputación de la industria tecnológica se está moviendo en proporción inversa a su poder, también está dispuesto a distanciarse del resto de la manada.

“Ya no hay nada como las Big Tech”, declara, una referencia a lo que él afirma son diferencias clave en el modelo de negocios entre las empresas líderes de la industria que los han puesto en caminos divergentes. La prueba definitiva será demostrar que Microsoft realmente ha cambiado sus formas y se ha convertido en un nuevo tipo de gigante tecnológico.

Nueva cultura

Una marca del éxito de Nadella en 2019 ha sido la poca frecuencia con que su compañía ha estado en los titulares. Con un enfoque en vender tecnología a las empresas más que a los consumidores, opera en gran medida detrás de escena, aunque sí llega a los consumidores a través del motor de búsqueda Bing y el servicio de correo electrónico, la consola de juegos Xbox y las versiones personalizadas de su software para PC.

Aún hay muchas controversias que destacar, desde las disputas de la empresa con el gobierno de Estados Unidos sobre el acceso a los datos personales alojados en sus servidores, hasta la escasez de viviendas y otras dificultades causadas por su expansión en el área metropolitana de Seattle. A principios de año, destinó US$ 500 millones para apoyar viviendas más asequibles en la región, evitando movimientos similares de otras firmas.

La creciente confianza de Wall Street en el renacimiento de Nadella en Microsoft trajo un avance de 50% en el precio de sus acciones en el transcurso de 2019, casi el doble del alza del mercado de valores total. Eso llevó su capitalización de mercado a más de US$ 1 billón por primera vez, y a una quinta parte del camino para alcanzar los US$ 2 billones.

A mediados de diciembre, el alza en el valor se había achicado a US$ 850 mil millones. Agregue los US$ 150 mil millones en recompras de acciones y dividendos pagados durante el mismo período, y el rendimiento total de los accionistas generado bajo su mandato ahora llega a 13 dígitos.

Eso aún no es tanto como lo logrado por Tim Cook, su par en Apple –elegido Persona del Año del FT en 2014-, quien ha acumulado US$ 1,27 billones para los accionistas en ocho años (lo que refleja un avance de US$ 870 mil millones en el valor bursátil de Apple durante ese período, junto con casi US$ 400 mil millones en recompras y dividendos).

Pero, aunque Cook ha demostrado ser el genio operativo capaz de alcanzar el potencial de la firma creada por Steve Jobs, el historial de Nadella ha dependido de la ingeniería de un renacimiento corporativo más fundamental.

“Trajo una nueva cultura, un nuevo entusiasmo”, dice Michael Cusumano, profesor de administración en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, su sigla en inglés). “Microsoft se convirtió en un lugar emocionante para trabajar nuevamente”.

A las raíces

Cuando Nadella asumió, Microsoft estaba en peligro de perderse casi todas las tendencias importantes de nuevas tecnologías desde el cambio de siglo. Una búsqueda costosa de Google en el mercado de búsqueda se había quedado corta y las redes sociales la habían superado completamente. Los intentos de ponerse al día con Apple y Google en los teléfonos inteligentes no dieron resultado: uno de los primeros actos de Nadella fue cerrar el negocio móvil de Nokia que Microsoft había comprado en una última apuesta. Y en la computación en la nube, un comienzo tardío lo dejó muy por detrás de Amazon.

En el tope de los problemas estaba la adicción de Microsoft a las ganancias de monopolio producidas por su sistema operativo para PC. El esfuerzo por mantener a Windows en el centro del universo informático perjudicó a los ingenieros, lo que obstaculizó los esfuerzos para entrar en la informática móvil y en la nube.

Nadella respondió llevando a Microsoft de nuevo a sus raíces, apuntando al momento en que sus herramientas de software fueron utilizadas por otras compañías para construir sus propias tecnologías. “Esa noción fundamental de que construimos herramientas y plataformas para que otros puedan construir más tecnología, creo que es más relevante, más necesaria en 2019 que en 1975”, dice.

Con 46 años cuando asumió, el nuevo jefe era sólo 11 años menor que el cofundador Bill Gates. Sin embargo, según Cusumano, eso fue suficiente para liberarlo de los viejos dogmas de la firma: “Él es la próxima generación, realmente es parte de la generación de Internet”.

Mientras persigue a Amazon en la computación en la nube, Microsoft recibió recientemente un contrato histórico del Departamento de Defensa de EEUU por un valor de US$ 10 mil millones. Amazon, el favorito para ganar ese trabajo, demandó al Pentágono, alegando que perdió por perjuicios políticos. Pero, el hecho de que se consideró que Microsoft era capaz de asumir la tarea, a pesar de que aún carece de todas las autorizaciones de seguridad requeridas, es una señal de las capacidades técnicas y la nueva infraestructura de nube masiva que Microsoft ha acumulado en el mandato de Nadella.

Cambio de cultura

Criado en Hyderabad, el futuro CEO de Microsoft reprobó un examen de ingreso al prestigioso Instituto Indio de Tecnología, pero obtuvo un título de ingeniería eléctrica en la Universidad de Mangalore antes de mudarse a la Universidad de Wisconsin en EEUU.

Su primera asignación, tras unirse a Microsoft en 1992, era trabajar en Windows. Pero su ascenso dentro de la compañía fue definido por una nueva era tecnológica. Hizo su nombre dirigiendo el motor de búsqueda Bing, un rival para Google pero que sigue siendo una lección para Microsoft sobre cómo crear y ejecutar servicios que lleguen a audiencias masivas en línea. Más tarde se hizo cargo de Azure, la naciente plataforma de computación en la nube de la empresa.

En una empresa definida por intensas rivalidades, exhibiciones expuestas de ambición y competencia feroz, el estilo modesto y colaborativo de Nadella se destacó. Ha sido fundamental para la nueva cultura que ha tratado de traer a la firma.

La empatía es una cualidad que valora mucho e intenta inculcar en el personal de Microsoft. Atribuye la suya a la experiencia de un primer hijo que nació con parálisis cerebral. Le llevó años de frustración personal, dijo, antes de aprender a centrarse menos en el contratiempo.

Ha promovido una nueva perspectiva para los trabajadores de Microsoft, basada en una “mentalidad de crecimiento” que implicaría estar constantemente abierto al aprendizaje y nuevas ideas, en lugar de la “mentalidad fija” del pasado: conceptos tomados de la psicóloga Carol Dweck.

“En los viejos tiempos, esta era la cultura más competitiva interna que jamás haya visto: todos luchaban por sus vidas”, dice Margaret Heffernan, una emprendedora de software que ha trabajado en temas de gestión en Microsoft. “La cultura ha cambiado radicalmente”.

Los resultados no siempre son elegantes. “Hemos dejado a un lado algunos de nuestros comportamientos clásicos de sabelotodo para al menos comenzar el viaje, culturalmente, para decir: ‘Mejor nos convertimos en aprendices de todo’”, dice el CEO. Él considera este ajuste “algo difícil”, dada la cultura previa de la compañía.

El poder de las alianzas

Hasta cierto punto, el Microsoft más amable y gentil refleja una nueva era en tecnología en la que la compañía ya no puede hacerlo sola y las alianzas en áreas como la nube se han vuelto más importantes. “Satya se dio cuenta de que si no nos asociamos, no creceríamos”, dice Johnson.

El mismo Nadella es muy cuidadoso de no declarar la victoria en la reforma cultural. Después de todo –como él admite- hacerlo demostraría que han vuelto a caer en una mentalidad fija. En cambio, dice: “Desde la antigua Grecia al moderno Silicon Valley, lo único que se interpone en el camino del éxito continuo, la relevancia y el impacto es la arrogancia”.

La forma en que Microsoft ejerce su poder resurgente en el mundo tecnológico ayudará a determinar cómo se juzga a Nadella. Eso ha hecho que su batalla con la nueva empresa de mensajería Slack sea una prueba de cuánto ha cambiado realmente la firma, una vez conocida por sus tácticas altamente agresivas.

Los esfuerzos de Nadella para pintar a Microsoft como la cara responsable de la tecnología ya llevan algunos años en desarrollo. Antes que sus rivales de Silicon Valley, advirtió sobre los posibles peligros de la inteligencia artificial, y también codificó antes las posibles respuestas.

Bajo la presidencia de Brad Smith, Microsoft ha defendido una “convención digital de Ginebra”, estableciendo los términos para gestionar futuros conflictos cibernéticos.

“Están adoptando un enfoque mucho más reflexivo sobre la tecnología”, dice Heffernan. “Existe una tremenda oportunidad para que alguien aborde estos problemas y se convierta en el bueno de la tecnología”.

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