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Toma de posesión de Alberto Fernández marca el regreso del peronismo a Argentina

El nuevo presidente argentino enfrenta la tarea abrumadora de resolver una profunda crisis de deuda soberana.

Por: Financial Times | Publicado: Miércoles 11 de diciembre de 2019 a las 11:37 hrs.
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Reuters
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Alberto Fernández tomó posesión este martes como nuevo presidente de Argentina, marcando así un histórico regreso del movimiento peronista de izquierda al poder en medio de una inminente crisis de deuda soberana y una profunda recesión.

Fernández, quien se convierte en el cuarto presidente peronista en gobernar Argentina desde su regreso a la democracia en 1983, enfrenta el urgente desafío de evitar el noveno incumplimiento de deuda soberana del país después de que una crisis monetaria el año pasado propició un rescate de US$ 57 mil millones por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).

"El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad de hacerlo (...) Para poder pagar, hay que crecer primero", dijo el abogado de 60 años en un discurso ante el Congreso, que fue recibido con aplausos. Añadió que el mandatario saliente, Mauricio Macri, había "dejado el país en situación de 'virtual default' (incumplimiento virtual)".

Fernández prometió un pacto social para abordar los niveles de pobreza que se aproximan al 40%. Dijo que la implementación de "un plan de lucha contra el hambre" sería su primera acción como presidente.

También prometió una reforma judicial exhaustiva, declarando que "sin una justicia independiente del poder político no hay república ni democracia", y que ha habido "persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias" en los últimos años. A su lado, con gesto aprobatorio, estaba su vicepresidenta, Cristina Fernández, quien fue presidenta de Argentina de 2007 a 2015 y enfrenta una serie de acusaciones de corrupción.

El regreso de la izquierda al poder en Argentina se produce en un momento en que la mayoría de los demás países de la región están dirigidos por líderes centristas o derechistas, con las notables excepciones de Andrés Manuel López Obrador en México, Nicolás Maduro en Venezuela y Miguel Díaz-Canel en Cuba. De ellos, sólo Díaz-Canel asistió a la ceremonia ayer.

Debido a las situaciones de crisis en muchos países latinoamericanos, había pocos presidentes regionales presentes. De los vecinos de Argentina, sólo los presidentes de Uruguay y Paraguay viajaron a Buenos Aires. El presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, sugirió que no había sido invitado y no asistió. El chileno Sebastián Piñera canceló su viaje después de que un avión militar chileno que transportaba a 38 pasajeros desapareció en camino a la Antártida el lunes por la noche.

En su discurso, Fernández se comprometió a fortalecer el bloque comercial regional Mercosur —a pesar de sus "diferencias personales" con Bolsonaro— y a impulsar el reclamo del país sobre las Islas Malvinas.

Los partidarios peronistas, incluyendo los sindicatos y las organizaciones sociales, llenaron la plaza fuera del edificio neoclásico del Congreso en Buenos Aires, tocando tambores y llevando pancartas que celebraban la reunificación del movimiento que ha dominado la política argentina durante las últimas siete décadas.

Bolsonaro, quien ha descrito a Fernández como un "bandido rojo", retrocedió un poco y envió a su pragmático vicepresidente, Hamilton Mourão, a la toma de posesión. "Veo esto como un gesto político de buena voluntad con el nuevo gobierno argentino", dijo Mourão a los medios locales. Brasil es el principal socio comercial de Argentina.

Los mercados se reservaron su opinión sobre los anuncios de Fernández, ya que se esperan más detalles este miércoles cuando su nuevo ministro de economía, Martín Guzmán, presente un plan más detallado.

"Es cierto que el país necesita crecer nuevamente, pero ¿mediante qué instrumentos?", preguntó Alberto Ramos, director de economía latinoamericana de Goldman Sachs. "¿Cómo se financia un déficit fiscal mayor sin acceso a los mercados voluntarios de deuda?"

"Obviamente, el hecho de que él no ha realmente adoptado una postura dura sobre el FMI es una señal alentadora", dijo Nikhil Sanghani, economista de Capital Economics. "Pero con los planes que ha establecido sobre el aumento de los subsidios, los recortes fiscales y, en general, el alto gasto público, es difícil ver cómo el FMI estaría de acuerdo con todas esas propuestas".

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