Política

El retorno de Piketty: impuestos a los millonarios y fondo de capital universal

El economista francés ahora llega con una dura receta contra la desigualdad: impuesto a los multimillonarios y un fondo de capital universal. El profesor del Instituto de Estudios Políticos de París, Jan Rovny, analiza aquí el nuevo libro del autor de "El Capital en el Siglo XXI".

Por: Renato García | Publicado: Domingo 24 de noviembre de 2019 a las 21:09 hrs.
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Foto: Reuters
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Corría 2013 y el mundo estaba recuperándose de la crisis de deuda que se extendió desde Europa. En agosto de ese año el economista francés Thomas Piketty publicó "El Capital en el Siglo XXI", una actualización de la crítica marxista, denunciando que el capitalismo tiende a la concentración de la riqueza. El libro se convirtió en un best seller y un emblema sobre la desigualdad.

Seis años después, espera volver a remecer al mundo con su nueva publicación "Capital e Ideología", una obra monumental de 1.200 páginas que aborda las causas de la desigualdad y su propuesta para revertirla. Comienza con una extensa historia de la propiedad y los argumentos para justificar la inequidad, remontándose a las civilizaciones antiguas en un esfuerzo ambicioso, pero que algunos creen excede su preparación como economista. Continúa con una dura crítica a la izquierda por haber abandonado a las clases trabajadoras menos educadas para convertirse en una nueva élite liberal, y concluye con su receta para acabar con la desigualdad.

Pese a sus reminiscencias marxistas, Piketty no propone abolir la propiedad. En cambio plantea "desacralizarla", haciéndola "temporal y limitada", para aumentar la participación de la mitad inferior de la población en la riqueza. Para ello reclama un impuesto de hasta 90% a los multimillonarios, que en la práctica llevaría a este grupo a la extinción. Estos recursos se destinarían a un fondo de capital universal, de modo que al cumplir 25 años, cada ciudadano reciba 120.000 euros o 60% del ingreso promedio.

Para evitar que los multimillonarios huyan a otras jurisdicciones prevé un impuesto de salida y un parlamento supranacional que les impida encontrar refugio.

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Jan Rovny, Profesor del Instituto de Estudios Políticos de París.

Junto con ello, Piketty plantea que los trabajadores ocupen el 50% de los directorios, se limite el derecho a votos de los accionistas y que exista una justicia educacional que destine la misma cantidad a todas las personas. Reconoce el efecto demoledor que tendría su plan en los mercados y en el valor de los activos, pero no busca justificaciones.

Hasta ahora, "Capital e Ideología" solo ha publicado en francés, y su primera edición en inglés llegará en marzo. Pero algunos expertos que lo han leído creen que su influencia podría ser mayor que la de su predecesor.

El profesor Rovny

Jan Rovny es un profesor del Instituto de Estudios Políticos de París que recientemente estuvo con Piketty. El economista presentó en esa casa de estudios un ensayo que luego pasaría a formar parte importante del libro, específicamente su crítica a la transformación histórica de la izquierda. Rovny fue encargado de moderar el encuentro y comentar su trabajo.

Aunque valoró la experiencia y destacó su relevancia, el cientista político plantea varias críticas.

- ¿Cuál es el principal aporte de este trabajo?

- Yo destaco la capacidad y disposición de Piketty como economista para enfocarse en materias políticas. Plantea muchas cosas que en el mundo de las ciencias sociales ya se conocían, pero lo hace de una manera simple, con estadísticas descriptivas y series muy largas, desde fines de los años '40 para demostrar la relación entre educación e identificación de partido, mostrando una perfecta inversión de la curva. Eso es muy poderoso. Junto con eso plantea muy buenas preguntas. Desde la perspectiva de las ciencias políticas es un economista que descubrió algo que ya estaba ahí, pero de una manera muy inteligente, liberándose de algunos elementos que tienden a complicar a los científicos políticos, yendo directo a las preguntas centrales.

- Piketty plantea que la relación entre clase y voto se ha debilitado. ¿Concuerda?

- En cierto sentido, pero es más complicado. Lo que vemos es un aumento de un nuevo tipo de votación que podría asociarse a nuevos tipos de clases. Estas clases no son las mismas de antes. No son clases en el sentido antiguo, de grupos culturales cercanos asociados de muchas maneras. En los años '50 los trabajadores trabajaban juntos, vivían juntos e iban a la escuela juntos. Eso ya no sucede. Hoy existen grupo sociales que ven el mundo de manera similar, se comportan políticamente de manera predecible y votan por ciertos tipos de fuerzas políticas. Todavía existe una base social bastante fundamental de la política. Pero las clases están en declive y están siendo reemplazadas por nuevas estructuras sociales.

- Piketty concluye que la derecha sigue concentrando los votos por ingresos, pero ha perdido su dominio del voto educado, que ha crecido en la izquierda. ¿Qué relevancia tiene esto?

- El éxito de la izquierda en impulsar políticas sociales hizo que su base de apoyo se volviera más educada. Entonces siguió a ese sector a medida que adquiría más seguridad económica e ingresaba en grandes cantidades a la clase media. Siguió a su propia gente hacia el centro político, el liberalismo social y los derechos individuales. Y las antiguas posiciones de la izquierda fueron. A Piketty le molesta que la izquierda haya abandonado al segmento de trabajadores menos educados y lo considera un error. Pero yo no concuerdo. Lo que sucedió es que los trabajadores cambiaron profundamente en las últimas tres décadas del siglo XX.

Cuando pensamos en ellos todavía imaginamos a un obrero en una línea de producción. Pero ya no están ahí, y si lo están, son trabajadores altamente calificados, bien remunerados y bastante seguros en su posición social y económica. La clase trabajadora de menor nivel hoy está en los servicios, los conductores, los limpiadores. Se han quedado rezagados. Tienen menos educación, peores trabajos, se sienten social y laboralmente inseguros. Con frecuencia son minorías étnicas mal integradas. Es más probable que no voten y no tienen un representante obvio. Quieren ayuda del Estado, pero no están asociados con los partidos tradicionales de izquierda. Son más conservadores y se oponen a las visiones liberales de Occidente.

- ¿Son estas las personas que vemos en los disturbios?

- Acabamos de presentar un trabajo que analiza por qué la gente protesta y lo que encontramos es que la protesta legal es un comportamiento predominante entre personas socialmente liberales más abiertas a los derechos individuales. Sospecho que esta no es la gente que participa en disturbios. En los saqueos hay una mezcla de personas que padecen cierto nivel de privación y está asociada a diversos tipos de radicalismo, que las hacen más proclives a participar en formas ilegales de protesta. No existe mucho material porque es difícil preguntarle a alguien si ha cometido un delito. Lo que tenemos son estudios sobre los chalecos amarillos, que comenzó de manera pacífica y rápidamente pasó a protestas violentas.

Era un grupo bastante diverso, pero muchos de ellos eran votantes de la derecha radical. Y en su mayoría no correspondían a la parte inferior de la escala socioeconómica. Están más bien en el nivel medio-bajo, pero ven riesgo de caer. Normalmente tienen un auto, a menudo de una casa. No están mal, pero temen perder lo que tienen. Se están quedando atrás en este mundo modernizado donde la actividad económica se concentra en las ciudades y que beneficia a las personas más calificadas, transnacionalmente competentes, y ellos no lo son, no son capaces de competir y temen ser relegados.

- ¿Cómo cuadra en este esquema la idea tradicional de izquierda y derecha?

- La derecha y la izquierda están muertas o están muriendo. ¿Quién es la izquierda en Francia?

El Partido Socialista implosionó. La izquierda radical obtiene 6% y no hay nadie en la izquierda que obtenga más de 10%. Los Verdes quizás, pero no son izquierda en realidad. La competencia hoy es entre transnacionalistas y nacionalistas.

- Piketty hace un llamado a la izquierda a recuperar a este sector de trabajadores abandonados. ¿Qué le parece?

- Es un error. Primero, porque no puede cubrir al mismo tiempo los intereses de un grupo de profesionales educados que se están beneficiando del transnacionalismo y los de la nueva clase trabajadora que se siente amenazada por él. Y segundo, este segmento es mayoritariamente conservador y para ellos resulta más atractiva la derecha radical populista, que apela a su conservadurismo cultural y su proteccionismo económico.

- ¿Y cómo se cierra esa brecha?

- Quien resuelva esa pregunta ganará las elecciones durante muchos años. La política actual en Europa y EEUU se trata precisamente de la separación de ambos grupos, lo que llamamos la brecha transnacional, la división entre quienes están a favor de la apertura internacional y quienes le temen. Si alguien pudiera reunirlos redefiniría la política del mundo desarrollado. Pero al contrario, vamos hacia su profundización. Eso está pasando en Francia, pero también en el resto de Europa, en EEUU y supongo que también en América Latina.

- ¿Qué relevancia tiene el nuevo trabajo de Piketty para lo que ocurre en Chile?

- En el centro de su trabajo está la idea de que la izquierda ha abandonado a aquellos que están en la parte inferior. Sospecho que en Chile es muy similar. Es un país desarrollado al borde del Pacífico y este tipo de tensiones también están muy presentes en su sociedad.

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