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Bolsonaro y el populismo de derecha afectan la imagen externa y el “poder suave” de Brasil

Los vaivenes del presidente hacen que el país corra el riesgo de ser visto como un socio internacional inestable y que pierda credibilidad ante el mundo.

Por: | Publicado: Lunes 8 de julio de 2019 a las 04:00 hrs.
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Foto: Reuters
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Dos escenas en la misma ciudad dicen algo importante sobre la imagen internacional de Brasil. La primera, en la noche del 14 de mayo, mostró el significado de semanas de activismo en Nueva York contra el presidente Jair Bolsonaro. Cerca de 60 manifestantes abordaron a los invitados de la cena de la Cámara de Comercio Brasil-Estados Unidos, que homenajeó al jefe de Estado, catalogándolos de “fascistas”, en medio de la meca turística de Times Square. El presidente terminó cancelando su vista y, en su ausencia, protestó contra lo que muchos consideran simbólico.

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La segunda escena ocurrió en la tarde del 8 de junio, en la inauguración de la exposición en homenaje al arquitecto y paisajista Roberto Burle Marx (1909-1994) en el Bronx. Es el espectáculo al aire libre más grande jamás celebrado por el Jardín Botánico de Nueva York.

Se preparó un ala especial dedicada a la obra y vida de Burle Marx, incluida la copia del patrón de las veredas cariocas. El montaje incluyó, además, la copia de un bajorrelieve del paisajista en la sede del Banco Safra, en Sao Paulo. En aquel sábado de primavera neoyorquina, bailarinas de samba y una banda promovían un minicarnaval para visitantes emocionados.

El contraste entre los dos acontecimientos muestra la paradoja en la que se encuentra Brasil. Los escándalos de corrupción revelados por la Operación Lava-Jato y la crisis económica de los últimos años han marcado la imagen internacional del país, después de una época que se consideró como una historia de éxito en la economía. En ese momento, Brasil levantó la bandera de los países en desarrollo y parecía exportar “poder blando”.

Discurso polarizante

Concebido a fines de los ’80 por Joseph Nye, uno de los mayores estudiosos estadounidenses de las relaciones internacionales, el concepto de soft power o poder blando significa la capacidad de un país de alcanzar sus objetivos atrayendo o persuadiendo, en vez de coaccionando. La última acción es una manifestación del poder duro. El término evolucionó recientemente para significar también el esfuerzo por influir en la opinión pública y social a través de canales menos transparentes, como el lobby económico o político.

Pero la figura polarizante de Bolsonaro y sus políticas alineadas con el nuevo movimiento populista de derecha tienen impacto en la imagen nacional frente a los países occidentales que busca atraer. El discurso contra la globalización y el multilateralismo, a su vez, pone en jaque décadas de apoyo a la neutralidad y el pacifismo, socavando el poder blando que Brasil todavía tenía, advierten los especialistas.

El propio Nye dijo a Valor que “muchos estadounidenses que acompañan la política internacional quieren el bien de Brasil y tienen una visión muy positiva de país, pero están preocupados por las tendencias actuales”.

Por otro lado, los signos recientes muestran que Itamaraty busca retomar el camino histórico de la diplomacia brasileña después del shock inicial y actuar de manera pragmática cuando se trata de intereses económicos.

Recientemente, en un intento por sustentar el poder blando brasileño, Itamaray anunció la creación de institutos de divulgación de la cultura local en algunas capitales del mundo. En tanto, el vicepresidente Hamilton Mourão, fue enviado a China para intentar mejorar las relaciones golpeadas por las declaraciones del presidente.

Y además, la semana pasada el Mercosur consiguió un acuerdo de libre comercio que venía negociando con la Unión Europea, desde hace más de 20 años.

Sin embargo, en la misma reunión del G20, Bolsonaro se quejó de “psicosis ambientalista” contra el país e inició la gira con la incómoda noticia de que un militar de su comitiva había sido detenido con 39 kilos de cocaína en España.

Bolsonaro también cerró la cumbre sin reunirse con su par chino, Xi Jinping, aunque dijo que le gustaría resolver cualquier malestar bilateral.

Cercanía con EEUU

Lazos más estrechos con EEUU y la consideración de mudar la embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén son señal de acercamiento. Bolsonaro tuvo que dar pie atrás sobre la sede diplomática después de una fuerte reacción de los países árabes. “La aproximación excesiva con EEUU, inclusive con cierta sumisión, perjudicaría el principio del universalismo de las relaciones exteriores de Brasil”, dice Amado Luiz Cervo, profesor emérito de la Universidad de Brasilia y de los mayores especialistas del país en relaciones internacionales.

Pero para Cervo hay divergencias y diferencias serias entre los dos países, como las relaciones con naciones islámicas o una posible intervención en Venezuela.

En un comunicado, Itamaraty cita lo que considera conquistas de los últimos seis meses para rechazar los argumentos de que existen dudas sobre la credibilidad internacional del país en la administración actual.

La lista incluye el apoyo de EEUU al ingreso de Brasil a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el fortalecimiento de las relaciones con EEUU, el acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea, y “movilizar a la comunidad internacional en torno a la situación en Venezuela”.

El resultado de tantas idas y venidas es que Brasil corre el riesgo de ser visto como un socio internacional inestable y perder credibilidad.

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