Blog

Holocausto

Padre Raúl Hasbún

Por: | Publicado: Viernes 2 de febrero de 2018 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Es un sacrificio ritual cuya víctima, un animal, se quema totalmente. Simboliza la entrega y rendición total de la voluntad humana a la divina. Por razones que no quedan claras, este término litúrgico se aplica ahora a la destrucción sistemática y deliberada de un grupo racial, nacional, étnico o religioso por el solo hecho de pertenencia a él. Holocausto viene a ser hoy genocidio. La ONU dedica los últimos días de enero a conmemorar las víctimas del Holocausto, con especial mención a la odiosa violencia racial ejercida por los nazi contra la población judía. La “divinidad” pretendidamente homenajeada con esta sangrienta devastación sería la supremacía de la raza aria sobre un pueblo de cuyo seno brotó un carpintero pobre, predicador de la humildad y redentor a través del sufrimiento. Felizmente, la definición de holocausto como víctima totalmente consumida por el fuego no se realizó en este caso. Y no se realizará en ninguno. El porfiado instinto de sobrevivencia, la indomable voluntad de resistir al mal y la ciega confianza en que la fe y el amor son más fuertes que la muerte, harán imposible que los macabros sacerdotes de holocaustos vean triunfar su idolátrica religión del exterminio.

La ONU hace bien en conmemorar este holocausto y en urgir la responsabilidad planetaria de erradicar el racismo y antisemitismo. Haría mejor si recordara que también el pueblo palestino es semita, y que en esa calidad sus millones de familias llevan seis décadas sufriendo el despojo de tierras, casas, libertades y derechos humanitarios básicos. Un absurdo, antidemocrático derecho de veto de las grandes potencias le sirve de pretexto para guardar un cómodo silencio y contentarse con ejercicios retóricos en sordina, perfecta y probadamente inútiles.

Peor aún, al alero de la frondosa, ideologizada y bien pagada burocracia de ONU, sus conocidos adláteres como Unesco y Unicef, el Fondo de Población, el Banco Mundial, la OMS e innumerables ONG como la Federación Internacional de Paternidad Planificada perseveran tenazmente en concretar lo decidido desde Washington a partir de los 60’: el neoimperialismo y neocolonialismo ya no buscará someter a las naciones pobres mediante la fuerza, sino prohibiéndoles nacer. Una Nación se llama así precisamente porque en ella nace la vida. Las ricas y fuertes decidieron que las pobres y débiles debían rechazar la natalidad, si querían créditos y programas asistenciales. Se masificó la cultura anticonceptiva. Y se idealizó, legalizándola, la libertad omnímoda de la mujer para matar la vida concebida. La ONU conmemora holocaustos olvidando el que ella propicia y silencia: 60 millones de víctimas cada año ¿Su pecado? Inocentes y puros, simplemente no son deseados. Se consumen enteros, antes de nacer, para contentar a la divinidad suprema: la Libertad, estatua insensible. Sin hijos.

Lo más leído