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“Un corazón en medio de una ciudad”

Por: José Manuel Castro | Publicado: Viernes 29 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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El 8 y 9 de marzo del año en curso, visitó Chile el sacerdote esloveno Marko Rupnik, S.J., (Eslovenia, 1954) artista, doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana y actual Director del Centro Aletti. Participó como consultor del Pontificio Consejo para la Cultura y del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Su obra artística, reconocida por los especialistas y también por el gran público, ha gozado de una fama creciente, habiendo también contribuido a ello, la realización del logo oficial del Jubileo de la Misericordia, en mayo de 2015. Destacado en la creación de mosaicos religiosos, la obra del sacerdote se encuentra repartida por el mundo, encontrándose algunos de sus trabajos en la capilla Redemptoris Mater del Vaticano, los santuarios de Lourdes y Fátima, además de la catedral de la Almudena, en Madrid.

El padre Rupnik visitó nuestro país con el objetivo de conocer el proyecto de la Corporación Gaudí de Triana, consistente en la construcción de una capilla diseñada por el Siervo de Dios, el arquitecto catalán Antonio Gaudí (1852-1926) y que será emplazada en la ciudad de Rancagua.

Todo comenzó en 1922, cuando gracias a gestiones realizadas por el fraile franciscano Angélico Aranda (1870-1961), Gaudí donó algunos planos destinados a una de las torres de la basílica de la Sagrada Familia, en Barcelona, para que se construyera la capilla Nuestra Señora de los Ángeles en el actual Parque Cataluña, en la Sexta Región.

En un interesante intercambio epistolar, el fraile chileno escribía a Gaudí el 15 de agosto de 1922, expresándole que se encontraba “empeñado en hacer una pequeña capilla o santuario dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles o Porciúncula y, deseoso de hacer una obra original, bien original, me acordé de Ud. y digo ¿Cómo no me ha de obsequiar con un plano de los que él solamente sabe hacer? Se lo pido, pues, en nombre de Nuestra Señora de los Ángeles, prometiéndole corresponderle con mis oraciones”. La respuesta desde España no tardaría en llegar y en carta fechada el 12 de octubre de 1922, día de Nuestra Señora del Pilar, un encargado de Gaudí señalaba que sí era posible “adelantar para América lo que un día lejano ha de tener realidad en la magna obra del Templo de la Sagrada Familia, el monumento más excelso de su genialidad artística”, lo que significaba, además, “una prueba de confraternidad espiritual entre España y América”. Finalmente, llegarían a Chile los croquis dibujados por el propio Gaudí correspondientes a la fachada y al interior de la capilla, comenzando con esto un trabajo que se proyectaría en el tiempo.

Desde 1996, ha sido la Corporación Cultural Gaudí de Triana la encargada de continuar la tarea de fray Angélico iniciada hace ya casi un siglo, aunando esfuerzos para que la obra del artista catalán cruce las fronteras de España y se instale en Chile. Entre sus objetivos se encuentra “la construcción y el mantenimiento de una capilla en Rancagua dedicada al culto y bajo la tuición de la Iglesia Católica, correspondiente al edículo denominado Capilla de la Asunción del templo de la Sagrada Familia de Barcelona, España, diseñada por el arquitecto Antonio Gaudí”; “la construcción, mantenimiento y cuidado de una casa de carácter religioso y cultural, bajo la tuición de la Iglesia Católica, que acoja a toda persona, en especial a intelectuales y artistas -sin distinción de creencias religiosas o ideológicas- que busquen un espacio de soledad y silencio que facilite el reencuentro consigo mismo y con los valores más auténticos del ser humano”; y “la difusión y el estudio de la obra del arquitecto español Antonio Gaudí, con el respaldo de la ‘Cátedra Gaudí’, de la Universidad Politécnica de Cataluña”.

Junto al aporte público y privado necesario para el financiamiento del proyecto, se cuenta con el apoyo de la Constructora de la Sagrada Familia en Barcelona y de la Cátedra Gaudí de la Universidad Politécnica de Cataluña, situándose la obra en Rancagua como un hito arquitectónico a nivel mundial.

Una de las primeras tareas que se propuso la Corporación consistía en definir el lugar en que se emplazará la capilla, para lo cual la Ilustre Municipalidad de Rancagua entregó en comodato por 99 años un sector del Parque Cataluña (14 hectáreas) ubicado al borde sur de la Avenida Libertador Bernardo O’Higgins, esquina Manuel Montt, al costado oriente de la Ruta Panamericana. Además, era necesario trabajar en el diseño del proyecto, encomendándole su coordinación a un equipo de destacados arquitectos y profesionales quienes han tenido la misión de conocer en profundidad la obra de Gaudí para proyectarla al conjunto de la obra. Christian Matzner, arquitecto y coordinador general del proyecto, ha señalado que “tratamos de acercarnos con la mayor fidelidad al arquitecto. Hemos investigado por 20 años sobre la obra, las interpretaciones de César Martinell, asistente de Gaudí, y Ramón Berenger, dibujante de la Sagrada Familia”. El mismo Matzner explica algunos detalles de la obra, señalando que la capilla tendrá “su recinto principal en la planta baja con un altar en el centro, un coro a ocho metros de altura y una planta subterránea donde estará la cripta en que se desea que descansen los restos de Fray Aranda, en homenaje a él”, añadiendo que todo estará “acorde a la geometría gaudiniana basada en los principios de la naturaleza, representando el sentido original de la Asunción de la Virgen, en que simbólicamente ella descansa en su litera o cama, y los ángeles la cobijan y rodean en su asunción al cielo”.

El proyecto quiere servir como lugar de encuentro de la comunidad, para lo cual se lo ha dotado con diversos espacios arquitectónicos, entre los que se encuentra un Centro Cultural y Espiritual, incluyéndose la capilla Nuestra Señora de los Ángeles y salas para reuniones, actividades religiosas y culturales; una Casa de Soledad y Silencio, para la contemplación, la reflexión, el estudio y la oración; y otras zonas destinadas a una biblioteca, una cafetería, y una escuela de Artes y Oficios. La Corporación ha señalado que “se trata de un proyecto espiritual y cultural de gran valor arquitectónico y simbólico”, cuyo propósito es “descubrir la belleza en la cotidianeidad y anclarse en el sentido de la vida, desde una suerte de refundación de la ciudad que se rememora históricamente con el Desastre de Rancagua”.

Tras adjudicarse la licitación de obras de lo que será el Centro Cultural y Espiritual Gaudí, financiado en gran parte por el Ministerio de Obras Públicas y el Gobierno Regional de O´Higgins, se espera que para el año 2018 el espacio se encuentre finalizado.

Al preguntársele sobre el proyecto de Gaudí en Rancagua, el padre Rupnik señaló que es “necesario informar bien a la gente, que comprenda que se trata de una cosa preciosa, no para tener un museo o un monumento en medio de un parque, sino tener un corazón en medio de una ciudad, una inspiración para la vida misma, un criterio para el discernimiento”.

El padre Rupnik en Chile

El paso del padre Rupnik incluyó la realización de dos actividades en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Tras celebrar la Santa Misa el martes 8 de marzo, se reunió con académicos y estudiantes de teología, filosofía, diseño y arquitectura, instancia en la que compartió su experiencia como artista católico, señalando la relevancia de integrar la fe al quehacer artístico y humanista.

Más tarde ofreció en el campus Lo Contador, una conferencia titulada “La belleza, lugar de comunión”. En ella, profundizó en la idea de belleza cristiana, contraponiéndola con el concepto clásico y renacentista de la belleza. Apoyado en las investigaciones del teólogo ruso Vladímir Soloviov, Rupnik señaló que en el período clásico el ideal de la perfección humana predominaba en los trabajos artísticos, cuestión que fue proyectada al mundo del Renacimiento. Se trataba de una belleza formal en el que la idea de perfección humana domina el espacio y que llega hasta la actualidad. Por el contrario, el concepto de belleza cristiano era definido como la cima de los trascendentales de lo verdadero, lo bueno y lo bello. Se distancia del concepto de perfección clásica, puesto que para el cristiano la perfección no está en la forma, no es una idea la que se encarna, sino que es el mismo Dios el que se hace hombre. Rupnik caracteriza el arte cristiano ruso como uno que rechaza la idea de belleza formal, centrando el concepto de belleza más bien en el color, el cual da testimonio de la existencia de luz que permite entrar en la visión de Dios. De este modo, la belleza es comunión con Dios, el amor realizado, algo que va más allá del idealismo clásico. El sacerdote señalaba que “en el mundo moderno, la belleza primero se malentiende, confundiéndola con aquello que resulta perfecto, con la cosmética, con lo romántico y lo idealista. Sólo al final se descubre el sacramento, y dentro de una cosa hay otra distinta. La belleza es el amor realizado”.

Al segundo día de su estadía, el miércoles 9 de marzo, el padre Rupnik se trasladó a la ciudad de Rancagua para conocer directamente los terrenos en los que se emplazará la capilla Nuestra Señora de los Ángeles. Invitado por la Corporación Gaudí de Triana y recibido por el obispo de la diócesis de Rancagua, Mons. Alejandro Goic, el sacerdote pudo interiorizarse en los detalles del proyecto que trae la obra del arquitecto español a Chile.

Más tarde, dictó una conferencia en el centro de la ciudad, titulada “El Símbolo: construyendo la iglesia a partir de la Iglesia”, en la que explicó el sentido arquitectónico que subyace a la construcción de una iglesia católica, advirtiendo el riesgo que existe en construir un “edificio con forma de iglesia pero que no es una iglesia”. El padre Rupnik explicó que la iglesia es principalmente la casa de la comunión del hombre con Dios. Con la Eucaristía se comienza a vivir al modo de Dios, ingresando en el Reino y participando del cuerpo de Cristo. La iglesia nace como lugar de representación del cosmos, es decir, de la unión entre Dios, el mundo y la humanidad, debiendo toda construcción de una iglesia recoger ese modelo. Además, como segunda regla en la construcción de una iglesia, la zona del altar debe estar abierto a la comunidad precisamente para mostrar la unidad entre el cielo y la tierra, entre historia y escatología. Debe mostrarse que la iglesia es un santuario de la vida de Dios y de la comunión de las personas en Cristo. Su construcción no puede quedar sujeta a otros criterios, apuntó.

Además, el padre Marko Rupnik, destacó la figura del Siervo de Dios Antonio Gaudí como artista católico, afirmando que su trabajo está fundamentado en una mentalidad simbólica y sacramental que vincula la arquitectura con la teología. Esta mentalidad implica que dentro de una realidad es posible descubrir algo más profundo. Lo que emerge de ese descubrimiento es la comunión del hombre con Dios. Por esta razón, en su opción, toma distancia del arte abstracto y subjetivo moderno, que a su juicio se aleja del lenguaje simbólico del arte cristiano

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