Cartas

Impuesto a los súper ricos

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Señora Directora:

El ex ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, tiene toda la razón cuando señala que el impuesto a los súper ricos “no tiene tanto problema, pero tampoco tiene tanta virtud, más allá de lo simbólico”. Son justamente los símbolos los que le dan la razón. Más aún, cuando son anticipos evidentes de una realidad inminente. Así, la sensación de crisis e inestabilidad paraliza la inversión, el consumo y aumenta el desempleo.

En este marco de símbolos, el grosero “manoseo” que ha sufrido nuestro sistema tributario -iniciado con la Reforma Bachelet-Arenas- indudablemente genera este escenario. Y el proyecto de impuestos a los súper ricos, al ser materia de iniciativa exclusiva del Ejecutivo, es un asunto constitucionalmente inviable, sin embargo, se toma la agenda. Otro símbolo.

Si se quiere “que los súper ricos se metan la mano al bolsillo para ayudar a paliar los efectos de la crisis”, lo que procede es una buena política tributaria que incentive las donaciones. Y si lo que se quiere es crecimiento, se debe garantizar la seguridad jurídica que permita atraer la inversión de mediano y largo plazo, para lo cual bastaría con replicar lo que hizo el DL600. Dos potentes señales, no sólo simbólicas, sino que probadamente efectivas.

Álvaro Moraga

Abogado y académico de Universidad Adolfo Ibáñez

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