TPP11: no mezclemos peras con manzanas
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Señora Directora:
La carta de don Felipe Lopeandía, director de asuntos económicos bilaterales de Direcon, que alude a nuestra columna de opinión sobre el TPP 11, nos deja un sabor agridulce.
Por una parte, no contraviene los argumentos de fondo respecto a nuestro cuestionamiento a este Tratado, lo que habla de la solidez jurídica de nuestros planteamientos.
Sin embargo, nos causa preocupación, porque como país no tenemos por qué vernos obligados a elegir entre la centralización de la Propiedad Intelectual, que implica el Protocolo de Madrid, y la inseguridad jurídica, asociada al segundo tratado al que alude, como es el caso de Singapur. Aunque éste último puede ser "algo mejor" que el primero, la seguridad jurídica es también un valor resguardado por nuestra Constitución y que va más allá de toda posible arista política.
El Tratado de Cooperación en Materia de Patentes es una materia muy distinta, pues no conlleva un registro internacional centralizado. No es bueno mezclar peras con manzanas.
Los estándares mínimos sobre propiedad intelectual quedaron establecidos por la Organización Mundial del Comercio en la segunda mitad del siglo pasado. Hasta ahora no nos queda claro por qué los países no desarrollados en materia tecnológica tengan que tomar compromisos adicionales, como sería la suscripción del TPP 11.
Sergio Amenábar y Álvaro Arévalo
Abogados especialistas en Propiedad Intelectual
