Cartas

Votar: una experiencia amarga

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Señora Directora:

En procesos democráticos como las elecciones presidenciales, a todos nos preocupa la abstención. ¿Por qué nos cuesta tanto salir a votar?

Existen diversos estudios que lo explican y motivos largamente esgrimidos, como la falta de educación cívica, problemas de transporte y acceso, desafección ciudadana para con la política, la crisis de representatividad y el voto voluntario, entre otros. Sin embargo, también está la hipótesis de que hay algo mucho más simple: la experiencia del voto es un desastre. Votar es una lata y nuevamente se hizo evidente con las largas filas, la espera bajo el sol y la deficiente segmentación para perfiles preferentes.

Ad portas de una segunda vuelta, la pregunta es qué haremos con los más de siete millones de personas que no participaron en estas elecciones. ¿Qué podemos hacer para que sea una experiencia fácil, expedita, transparente e informada respecto del proceso?

Hay mucho en el diseño de experiencia de servicios públicos y privados de lo que podemos aprender para hacer una mejor experiencia del voto. Es el momento de dejar de preocuparnos y "ocuparnos" del tema, tomarnos en serio la dimensión práctica de la experiencia de voto, generando acciones concretas que tengan el foco en las personas y nuestra democracia.

Bernardita Figueroa

Socia de BBK Group

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