Andrés Sanfuentes

La Agenda de Energía, un avance

El tema de la energía ha tenido una importancia creciente...

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Miércoles 25 de junio de 2014 a las 05:00 hrs.
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El tema de la energía ha tenido una importancia creciente en los últimos años. La insuficiencia ha traído problemas serios sobre el crecimiento económico y afecta a los consumidores por los demandantes costos del suministro. Una parte de la explicación sobre la menor tasa de inversión se atribuye a las dificultades para llevar a cabo nuevos proyectos, pero también por los altos y crecientes costos de los insumos energéticos que hacen descartar iniciativas que requieren de estos componentes.

A la carestía e insuficiente oferta se agrega el éxito que han tenido los movimientos ambientalistas de hacer oir sus argumentos, que cuestionan la provisión de las principales fuentes alternativas de abastecimiento. A partir de HidroAysén se generalizó el ataque a los grandes proyectos hídricos; el petróleo y el carbón caen en la categoría de contaminantes; y las fuentes atómicas están vedadas, especialmente después del terremoto de Japón, a pesar de los avances logrados en seguridad. La respuesta ante estas trabas es siempre la misma: hay que recurrir a las fuentes renovables no convencionales, a pesar de sus altos costos y las dificultades tecnológicas para ser implementadas.

Estos escollos para enfrentar este tema clave, se ven agravados por los problemas institucionales del país, que arrastra una estructura institucional del Estado diseñada para la realidad de hace más de un siglo, por lo que no ha estado en condiciones de enfrentar con eficiencia temas que resultan transversales, ya que abarcan entidades dispersas en diferentes ministerios y reparticiones.

El nuevo ministro de Energía, Máximo Pacheco, tiene el mérito de haber planteado la “Agenda de Energía” para el país, lo cual constituye una guía de largo plazo para el desarrollo de este difícil sector, sin escabullir los temas inmediatos que también requieren respuesta. El mérito de la “Agenda” es que fue respaldada por los principales actores que tienen opinión en el sector, a pesar de las materias conflictivas que aborda. Ha sido la consecuencia de un trabajo bien hecho, en un breve tiempo. Si bien se basa en un diagnóstico bastante consensuado, las directrices señaladas son la consecuencia de haber escuchado a las partes, la ausencia de prejuicios (tan propios de los tecnócratas) y del buen criterio tan necesario para el diseño de una estrategia de largo plazo. Como resultado, se aprecia la claridad de que es necesaria la colaboración pública–privada para avanzar en esta actividad.

En la “Agenda” se debería resaltar varios aspectos, pero por razones de espacio, tres. Deja en claro que el ministerio responsable del tema es el de Energía, incluso de la Enap, que ha gozado de un grado de autonomía impropio de una empresa estatal, al mismo tiempo que asume tareas políticas propias de la autoridad ministerial, lo cual indica que los problemas que arrastra no se limitan a su gobierno corporativo.

Una rasgo que resalta es la necesidad de revisar la regulación de la actividad, en que conviven segmentos carentes de normas, a pesar de la gran concentración productiva existente (como es el caso del gas) junto a otras con detalladas exigencias que reducen la productividad. En este caso se justifica una mayor presencia del Estado en aspectos decisivos.

La confusión normativa existente explica la acción reactiva más que propositiva que se observa en los últimos gobiernos, que puede ejemplificarse en el caso “Barrancones” durante la administración Piñera.

La necesidad de la participación ciudadana se resalta como un aspecto esencial y novedoso, no solo como respuesta a los escollos que se han observado en casos demasiado numerosos, tales como Ralco e HidroAysén, en que las grandes empresas mostraron errores estratégicos propios de entidades mal gestionadas, que afectaron a ellas mismas y al país. Esta es un área en que las necesidades de capacitación empresarial son urgentes.

La participación ciudadana debería estar enmarcada en un equilibrio entre la invocación a los derechos y los correspondientes deberes y obligaciones, tan olvidados en la sociedad chilena actual.

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